Estudios de Historia Moderna y Contemporánea de México

EL IRIS. PERIÓDICO CRÍTICO Y LITERARIO

María Eugenia Claps Arenas


El Iris fue la primera revista literaria del México independiente, y a cargo de su edición estuvieron tres extranjeros radicados en la república por motivos políticos: los italianos Claudio Linati y Florencio Galli, así como el cubano José María Heredia.

Los dos primeros habían sido proscritos en su patria a causa del fracaso de los intentos revolucionarios italianos de 1821. Posteriormente se exiliaron en la península ibérica y residieron en la zona de Cataluña, donde persiguieron a las partidas realistas. Tras la caída del régimen liberal en España, Linati pasó a Francia desde donde se dirigió a Bélgica; allí obtuvo el permiso para trasladarse a México, donde pensaba introducir la técnica de la litografía: "Eduardo Gorostiza, liberal mexicano representante de su gobierno en Bélgica, fue quien dirigió los trámites entre Linati y el gobierno mexicano para que aquél pudiera establecerse en México".[ 1 ] De esta manera, Linati llegó al país en septiembre de 1825, mientras que Galli, por su parte, ya se encontraba en México por lo menos desde enero del mismo año trabajando en las minas de plata de Tlalpujahua, ocupación que tuvo que abandonar por conflictos ideológicos.[ 2 ]

José María Heredia llegó a México en agosto de 1825, invitado por el presidente Guadalupe Victoria. Originario de Santiago de Cuba, ya había vivido en lo que fuera la Nueva España entre 1819 y 1820, cuando su padre ocupó el cargo de alcalde del Crimen de la Real Audiencia. Implicado en la conspiración de Matanzas a favor de la independencia cubana (1823), tuvo que huir de la isla para refugiarse en los Estados Unidos y posteriormente en México.

Estos tres personajes fueron los editores principales de El Iris, que apareció entre febrero y agosto de 1826. Tal como lo han señalado varios investigadores, ese año fue especialmente conflictivo para la República, dado que se preparaban las elecciones para la renovación de las diputaciones en el Congreso Federal, además de la renovación de la mitad del Senado y la de varias legislaturas de los estados.[ 3 ] Frente a esta situación, los dos grupos políticos que existían, es decir escoceses y yorkinos, estaban inmersos en una lucha abierta por alcanzar las respectivas mayorías. Este clima afectó a la revista que nos ocupa, pues sus editores adoptaron posiciones políticas, sobre todo en el sentido de reprobar algunas de las medidas tomadas por el gobierno, así como entrar en confrontación con el grupo escocés, cuestiones que determinaron su corta duración.

Esto nos lleva a considerar el problema de si se puede definir a El Iris como una publicación estrictamente literaria, pues desde un comienzo la preocupación política que sus páginas reflejan es significativa tanto en contenido como en espacio. En consecuencia, el aspecto literario en ocasiones termina por quedar totalmente subordinado. Incluso se podría pensar que la denominación de "literaria" que lleva el título fue una justificación para que los autores pudieran darse a la tarea de exponer su ideario político-filosófico y sus recomendaciones y apreciaciones al gobierno mexicano respecto de los distintos problemas que afectaron la vida nacional durante los meses en que circuló la publicación.

Ahora bien, a pesar de este marcado carácter político de El Iris, no se puede dejar de considerar la gran influencia que en él ejercieron por lo menos el formato de las revistas publicadas por Rudolph Ackermann.[ 4 ] Hacia 1826 ya se conocían en la capital mexicana la colección completa de las Variedades o el Mensagero de Londres y la mayoría de los números del Museo Universal de Ciencias y Artes, lo que sin duda pudo haber contribuido a la idea de editar una publicación similar, pero hecha en México. Por otro lado, en lo que los editores exponen como objetivos de la revista, es clara la influencia de las publicaciones que hemos mencionado.

Así, El Iris reunió en sus páginas grabados litográficos con la representación de "héroes" y "sabios americanos", tarea cuyo antecedente se encuentra en las revistas editadas por Ackermann. Asimismo, tocó temas relativos a la poesía, el teatro, la biografía, la presentación de obras y los descubrimientos recientes en las artes y en las ciencias, todo lo que nos remite también al material hemerográfico de Ackermann. Por otra parte, en un par de ocasiones, hacia julio de 1826, encontramos la referencia explícita al primer número del Correo Literario y Político de Londres. [ 5 ]

De esta manera, la importancia de El Iris como primera publicación nacional está no sólo en sus características literarias, sino en que refleja de una manera por demás clara el ambiente político que privaba en México hacia aquellos años, y, por ello, resulta un material relevante para estudiar las características de la primera república federal en el país. Así, me pareció un material interesante no sólo porque permite una comparación con trabajos como los de Ackermann, lo que evidencia la medida en que Europa seguía siendo un modelo a seguir para Hispanoamérica, sino también porque representa todo un periodo de la historia de México.

Características generales y objetivos

El Iris reunió un total de cuarenta números. Apareció una vez por semana entre febrero y mayo de 1826, y a partir de esta fecha se convirtió en una publicación bisemanal hasta su desaparición en agosto de ese mismo año. Se vendió tanto en su propio taller de impresión, ubicado en el número 13 de la calle de San Agustín, como en las librerías de Valdés, Recio, Galván y Ackermann. Además, también contaba con agentes encargados de las suscripciones en el interior de la república, como Joaquín María del Castillo y Ramón Ceruti, editores del periódico Mercurio, en Veracruz; el doctor José María Pérez en Jalapa; Pedro de la Rosa en Puebla; el coronel Miguel Bellido en Valladolid; el coronel Manuel Francisco Casanova en Querétaro, etcétera.

En la introducción que hace Heredia a la revista expone claramente los objetivos de la publicación:

El único objetivo de este periódico es ofrecer a las personas de buen gusto en general y en particular al bello sexo, una distracción agradable para aquellos momentos en que el espíritu se siente desfallecido bajo el peso de atenciones graves, o abrumado con el tedio que es consiguiente a una aplicación intensa, o a la falta absoluta de ocupación.[ 6 ]

Hasta la salida de Heredia de la redacción de la revista, el 21 de junio de 1826, cada uno de los editores tenía muy bien definida su tarea dentro de la publicación y todos los trabajos aparecieron con la inicial del autor respectivo. Así, mientras Galli y Linati se ocupaban con preferencia de los artículos relativos a la política, Heredia le dio su carácter literario haciendo poesías tanto originales como traducidas, biografías sobre personajes americanos, ensayos crítico-literarios y crónica teatral. Sin embargo, también incursiona, como veremos, en política.

A partir del número veintinueve, es decir uno después de la salida de Heredia de la revista, los artículos ya no aparecen con firma, lo que evidencia la cercanía ideológica existente entre Galli y Linati. Son ellos mismos quienes se encargarán en adelante de la parte literaria, sobre todo con crítica teatral.

A este asunto de la renuncia de Heredia se le han dado distintas interpretaciones; una de ellas, manejada por Luis Mario Schneider en el estudio introductorio que hace a la edición facsimilar de El Iris, [ 7 ] establece que la polémica del cubano con el director y actor de teatro Andrés Prieto, de origen español pero radicado en México, fue la causa determinante de la separación de Heredia de la redacción de la revista que nos ocupa, dado que, además, y siguiendo la interpretación de Schneider, los editores italianos apoyaban subrepticiamente a Prieto, declarándole su amistad en todo momento y aduciendo que los comentarios negativos respecto de su desempeño profesional eran de exclusiva responsabilidad de Heredia.[ 8 ]

Otra interpretación es la de Angels Solá, quien supone que: "La colaboración de Heredia en El Iris fue importante hasta que conflictos ideológicos, no del todo claros, le llevaron a dejar de escribir en él [...] precisamente cuando la polémica entre yorkinos y escoceses, a raíz de la expulsión de Santangelo, arreciaba más".[ 9 ]

En todo caso, considero que una combinación de ambas situaciones es lo más verosímil. Los criterios de Heredia en materia teatral eran bastante categóricos y, por otro lado, tampoco estaba de acuerdo con muchas de las posturas que adoptaron los italianos en lo que a política mexicana se refería. Así, mientras éstos defendieron a Oracio de Attellis, marqués de Santangelo, por la publicación de su obra inconclusa denominada Las cuatro primeras discusiones del Congreso de Panamá, [ 10 ] y se declararon afines a su ideología y contrarios a su expulsión del país, Heredia, probablemente después de su salida de El Iris, escribió contra él, razón por la cual en un comunicado el senador por Tabasco, José María Alpuche, afirma: "Este poeta parapetado en su colocación y protección del señor presidente, injustamente atropella [al] señor Santangelo".[ 11 ] Asimismo, Heredia obtuvo empleos dentro de la burocracia mexicana, ya que en 1827 se desempeñó como auxiliar del gobernador Lorenzo de Zavala en el Estado de México, y en abril de ese mismo año fue nombrado juez de distrito de Veracruz por el ministro de Justicia Miguel Ramos Arizpe, pese a la oposición de personajes como Alpuche. Con esto quedan claros los compromisos que tenía Heredia con ciertos personajes importantes del gobierno mexicano; de ahí que tal vez se abstuviera de hacer críticas o comentarios negativos en lo que a política nacional se refería.

Volviendo a los objetivos de El Iris, tenemos que, de acuerdo con lo que afirmaron los editores en la introducción, iba dirigido principalmente a las mujeres, por lo cual se insertaron un par de figurines de modas; pero, desde temprano, el público reclamó que, a pesar de las intenciones declaradas de la revista, ésta se ocupara principalmente de la política mexicana: "Hemos tenido quejas anónimas sobre que nos apartamos del espíritu de nuestro prospecto, tratando con preferencia argumentos de política a los de galantería más propios del bello sexo, a quien hemos dedicado nuestras tareas".[ 12 ] A lo anterior Galli respondió que contaban con muy pocas suscriptoras femeninas, de ahí el cambio en el contenido de la publicación.

Una de las cuestiones a las que se ha dado más importancia en relación con esta revista es la de que constituyó la primera publicación nacional ilustrada. Aunque en realidad no contiene muchas láminas, es evidente la importante labor de Linati en este aspecto. Además de los figurines, encontramos partituras musicales, las efigies de los héroes de la independencia -Hidalgo, Morelos y Guadalupe Victoria-, una representación de figuras de barro y una alegoría titulada "Tiranía", en la que se ve un pedestal sobre el que hay un tirano pisando los derechos del hombre, un diablo y un sacerdote sobre un fondo con escenas de la Inquisición. Al costado izquierdo se distingue otro diablo alado quemando los periódicos liberales de la época, tales como el Correo de Francia, la Gaceta de Bogotá, El Águila Mexicana e, inclusive, El Iris.

Cabe señalar que los subtítulos que en adelante aparecerán en este trabajo no corresponden estrictamente a los de la revista; fueron apartados que se establecieron para poder estudiar y presentar de forma organizada el contenido de la publicación. El de literatura responde a las preocupaciones literarias que se reflejan en El Iris y a la gran influencia que en este sentido recibió la revista de las publicaciones de Ackermann; incluyen las reflexiones acerca del teatro, la revisión y comentario de obras y los poemas de Heredia, además de la caracterización de las letras francesas e inglesas. El apartado de educación y variedades se refiere a estos temas, y por último el de política fue retomado de todos aquellos aspectos que en este sentido trata la publicación que nos ocupa y que aparecen bajo muy distintos títulos. Así, se habla de política europea, de consideraciones acerca del Estado Mayor, de historia contemporánea, de la expedición a Cuba, etcétera. Dentro de este apartado de política se abrió un subtítulo referido a las biografías, idea que se retoma en El Iris directamente de las revistas editadas por Ackermann en Londres y cuyo destino era Hispanoamérica.

Literatura

Tal como se ha mencionado, la mayoría de los artículos correspondientes a esta sección fueron elaborados por Heredia.

El primer trabajo que encontramos es una clasificación de las épocas en las que se divide la poesía española. Aquí cabe recordar que ya Blanco White, en las Variedades, había hecho una caracterización de las letras españolas. Si bien no se puede hablar de una coincidencia entre Heredia y este autor español ni mucho menos de la subordinación del primero a los criterios de Blanco en la materia, es interesante observar cómo el manejo de los temas era muy similar.

Siguiendo con la poesía, el autor cubano hace una caracterización de la obra de los poetas ingleses con el objeto de generalizar entre los mexicanos el gusto por la literatura de dicha nación, cuestión que nos recuerda la recomendación frecuente de Blanco en el mismo sentido. Es decir, parece que Heredia tomó como modelo la forma y contenido de las revistas hasta ese momento editadas por Ackermann.

Comienza con Lord Byron, quien tal como apuntara Andrés Bello en El repertorio americano [ 13 ] ejerció una gran influencia en sus propias creaciones. De esta manera, tenemos que Heredia considera que los poemas de Byron tienen el mérito singular e indisputable de una sensibilidad profunda aunada al fuego de la fantasía: "Los objetos de sus descripciones, en general orientales, se presentan en sus versos mágicos con los mismos colores vivos y brillantes con que se retrataron en su imaginación encendida".[ 14 ] También encontramos una referencia a Tomás Campbell, quien se hizo célebre en su patria por el poema titulado "Los placeres de la esperanza", del que Heredia inserta una estrofa. Asimismo, cita los comentarios que se hicieron de este poeta inglés en la Revista de Edimburgo. [ 15 ]

Respecto de la obra poética de los americanos, tenemos la referencia a la del colombiano José Fernández de Madrid, a quien, de acuerdo con lo que refiere Heredia, Rocafuerte había caracterizado como el "poeta" colombiano por excelencia. Se inserta la pieza "Al libertador en su cumpleaños", dedicada a Simón Bolívar.

Asimismo encontramos varios poemas del propio Heredia, como el que dedicó a la señora María Pautret, de quien el cubano había quedado prendado por una de sus representaciones en el baile Don Quijote y Sancho Panza, escenificado en la ciudad de México; la pieza que leyó en la apertura del Instituto Mexicano, dedicada a su amigo José María Tornel, y el trabajo que se publicó después de su salida de la revista en conmemoración del aniversario de la declaración de independencia de los Estados Unidos de América.

Galli, por su parte, hace una pequeña referencia al fabulista ruso Kriloff, quien en sus obras reúne, en opinión del italiano, la filosofía de Fedro y la elegancia de La Fontaine. También tenemos una mención anónima a Goethe, en la que se subraya que ha destacado en todos los géneros de la literatura.

Otro de los objetivos de Heredia fue el de hacer una caracterización de la literatura francesa contemporánea, la que en su opinión era poco conocida por "ese prurito de acudir sólo a lo antiguo", actitud que evidentemente desaprueba: "No repitamos como loros que nada puede igualarse a los antiguos, para no tomarnos el trabajo de examinar las obras de los modernos. No hay opinión más funesta ni más propia para ahogar en los pechos de nuestra juventud el germen del genio creador".[ 16 ] Así, Heredia se propuso dedicar algunos artículos a la literatura francesa, en particular a los poetas. Sin embargo, este designio no alcanzó a cumplirse.

Galli abunda en esta caracterización de las letras francesas, afirmando que son ricas en ideas, imágenes, verosimilitud de caracteres y energía de lenguaje. Agrega que la juiciosa vivacidad de la literatura francesa contrasta admirablemente con la seria profundidad de los autores ingleses y alemanes y la fogosa elevación de los españoles y los italianos. Recomienda por último la obra de Fernando Denis.

Una buena parte de esta sección de literatura está dedicada a la crítica teatral, que fue hecha principalmente por Heredia. Sin embargo, hay algunos artículos sueltos tanto de Galli como de Linati. Es este último quien sugiere que el teatro americano crecerá a expensas del europeo, ya que los mejores autores e intérpretes del viejo continente emigran a América huyendo del absolutismo. Tal fue el caso de Andrés Prieto, a quien Fernando VII quiso llevar a la corte, pero Prieto decidió salir de España ante tal perspectiva y llegó a México en enero de 1826.

Por su parte, Galli señala que Prieto es uno de los mejores actores europeos, y apunta que su mérito es comparable al de los primeros intérpretes trágicos de Italia, Francia e Inglaterra. Por lo mismo, expresa su contrariedad al notar que todavía en marzo de 1826 no aparecía su nombre en cartelera. Incluso sugiere que el problema podrían ser las envidias del señor Castillo, que monopolizaba el escenario mexicano, o el sueldo que pedía el español, considerado "excesivo" por los desconocedores del "buen teatro".[ 17 ]

Heredia se ocupa de todo el quehacer teatral, desde las decisiones del Ayuntamiento hasta la calidad de las obras y actuaciones. En relación con lo primero tenemos que se opuso a que dicho organismo no permitiera el aumento del costo de los boletos, bajo el supuesto de que con ello el nivel de los espectáculos tendería a bajar. Tampoco estuvo de acuerdo con la suspensión de los abonos, decretada por el gobernador del Distrito Federal, porque: "Así ya no tenemos lugar fijo en el teatro, y se nos condena a vagar por todas partes, a ver si hallamos dónde sentarnos, aunque sea al lado del lépero más soez y asqueroso".[ 18 ]

En cuanto a las actuaciones, Heredia apoya al actor Garay y a la actriz García Gamborino, quienes, de acuerdo con lo que el crítico sugiere, habían sido desplazados por Prieto y la señora Santa Marta. Ahora bien, en general, considera que las actuaciones de Prieto son buenas y en ocasiones excelentes, pero lamenta la mediocridad del resto de la compañía. Asimismo, considera que sus sueldos son elevados. Desde las páginas de El Iris abogó por la reunión de Prieto y Garay en el teatro mexicano, para que éste se convirtiera en uno de los mejores del mundo.

En cuanto a sus desacuerdos con el célebre actor y director español tenemos los siguientes ejemplos. En términos generales desaprueba la dirección de Prieto porque permite que en los intermedios se presente canto y baile, con lo que, en su opinión, se interrumpe el drama que se representa. También censura con frecuencia la elección de los actores para los diversos personajes. En el caso de la representación de Pelayo, de Manuel José Quintana, afirma que fue un error no utilizar la edición de 1821 de la citada obra, que fue corregida y aumentada por Quintana; además, agrega que a la actuación de Prieto le faltó vehemencia y calor más de una vez, y que su adaptación de la obra sustituyó mal algunos versos.

Una crítica muy similar hizo Heredia a la representación de la pieza de Casimiro Bonfuor El marido cortejante, afirmando que estaba mal traducida y peor escenificada. Esto fue la gota que derramó el vaso, y las relaciones entre Prieto y Heredia se rompieron totalmente, por lo menos unos meses. El problema entre ambos se ventiló en la prensa nacional, y debe haber contribuido al malestar de Galli y Linati hacia su colaborador. Incluso el mismo día que se anuncia que Heredia ya no colaboraría en la revista, Galli expone: Convencidos de lo peligroso que es entretenerse de preferencia con los individuos que con las cosas, en cualquier ramo de literatura que fuere, hemos pensado dar un nuevo giro a los artículos de teatro, seguros que fundándolos más pronto sobre la ciencia, que sobre la personalidad, haremos más extensivo y más duradero su interés.[ 19 ]

En adelante los editores se precian de que han sabido transformar las "más rigurosas críticas" por los justos y merecidos aplausos que merece el teatro mexicano en vista de los notables adelantos que ha hecho en la última temporada.

Por otra parte, también encontramos en El Iris una sección dedicada a la revisión de obras. Entre ellas tenemos el comentario hecho por Heredia a los Bosquejos de varias escenas de la India, Egipto e Italia, libro de un "caballero inglés" cuyo nombre no se cita. En este artículo el cubano considera que la obra es uno de los compendios de viajes que valen la pena, ya que el autor sabe transmitir al lector las impresiones profundas que sintió al recorrer los campos de la India, los misteriosos desiertos de Egipto y las cautivadoras escenas italianas. Incluye textualmente la descripción de las ruinas de Luxor.[ 20 ]

Es también Heredia quien hace la recomendación de suscribirse a la nueva edición de la obra del sacerdote cubano Félix Varela: Lecciones de filosofía. [ 21 ] Después de su salida de la revista aparecen otras dos recomendaciones, una a los compendios de las lenguas inglesa y francesa que habían aparecido en la capital, aunque no se hace referencia al autor, y otra a la novela histórica de Salvandy: Alonso ú [o] la España, que comprende desde la abdicación de Carlos IV hasta el regreso de Fernando VII en 1814.

Esta última obra presenta cabalmente, en opinión de los comentaristas,[ 22 ] las transacciones políticas, civiles y religiosas que experimentó España en dicho intervalo. De esta manera, la novela dibuja al afrancesado, al supersticioso, al fanático, al aristócrata y al liberal exaltado. Agregan que Salvandy recogió datos tan valiosos que sin duda servirán un día para formar la historia filosófica de la guerra que los españoles llaman de independencia. Respecto del tratamiento de la obra opinan:

Muchas y justas críticas se han hecho sobre la innovación de tratar la historia mezclándola con ficciones, o la ficción dándola los vestidos de la verdad. Apartándonos de este examen, diremos que la intención del autor ha sido presentarnos un cuadro de todas las pasiones, de los caracteres y de los partidos que han mantenido la revolución en España desde la abdicación de Carlos IV hasta la vuelta de Fernando en 1814. Ha llenado su objeto, manifestando un profundo conocimiento de todas las transacciones políticas, civiles y religiosas de la nación española, y de sus causas las más remotas.[ 23 ]

Esta extensa cita evidencia la idea que tenían Galli y Linati de la historia y de la labor del historiador, a la vez que trae de nuevo ante el público lector el problema de la relación entre literatura e historia, cuestión abordada tanto por Blanco en las Variedades, como por Mora en el Correo Literario y Político de Londres. Es decir, este asunto era de la atención de todos estos autores, quienes al tratar de definir la historia y al referirse a la labor del historiador tenían que remitirse necesariamente a la parte literaria de la materia y a tratar de esclarecerla totalmente, ya fuera para unirla o para separarla del discurso histórico. Aquí los editores italianos expresan que, ya sea un discurso literario o histórico, la obra de Salvandy representa una explicación histórica satisfactoria.

Por otra parte, Heredia hizo en esta sección un comentario a las poesías de Joaquín María del Castillo, natural de Jalapa y coeditor del Mercurio. Afirmó que la temática de sus trabajos dejaba mucho que desear, pues el asunto central eran sus aventuras amorosas. Además, afirma que utiliza de manera errónea el lenguaje, inventando verbos que no existen y conjugando mal otros. Sin embargo, a manera de consolación, expone que si Castillo se aplica al estudio podría llegar a tener un lugar entre los poetas mexicanos. Después de la salida de Heredia los editores comentan un segundo cuaderno de poesías publicado por Castillo. En este comentario expresan que para conseguir la gloria literaria es necesario que la crítica no desaliente, en obvia alusión a la que hiciera el cubano. Agregan que, aunque los defectos que se notaron en el primer cuaderno no se habían subsanado completamente, el estilo había mejorado bastante.

Asimismo, los italianos presentan el "Prospecto" de La Euterpe, sección cultural del Mercurio veracruzano, al que catalogan como el "mejor" periódico de la federación, y más adelante se refieren en términos muy elogiosos a su editor, Ramón Ceruti, con quien los unía una relación de amistad e incluso lo consideraban un "conciudadano" por ser correligionario de sus ideas políticas y víctima del despotismo.

Hace tiempo que habíamos pensado dedicar algunos artículos al examen de los escritos de nuestros conciudadanos de todos los países, que echados por las bayonetas, o arrastrados con cadenas fuera del dominio de los tiranos [a] los que hacían temblar con su pluma, no dejan de patrocinar la causa de la humanidad, y se hallan como en su centro en los puntos en que los ha conducido su estrella.[ 24 ]

Tenemos también una pequeña sátira acerca de las publicaciones capitalinas firmada por Galli:

Que la Gaceta no hable mucho, no es extraño, porque está destinada a publicar los documentos oficiales del gobierno; que La Águila no vuele, no hay cosa más natural, pues es de papel, y sus columnas deben estar inmóviles, y presentar la resistencia de un monte a los ataques del servilismo: que El Sol salga de día o de noche, es siempre el mismo diario, que para que despida luz es menester quemarlo.[ 25 ]

Por otra parte, Linati comenta la introducción que hizo Santangelo a Las cuatro primeras discusiones del Congreso de Panamá, considerando que en conjunto la obra es de un interés trascendental para los buenos americanos, que llegando a conocer cuál es el enemigo que los amaga (España y la Santa Alianza) no podrán alegar ignorancia.

Cuando aparecen los ataques contra las teorías manejadas por Santangelo,[ 26 ] tanto Linati como Galli se apresuran a defenderlo, al igual que uno de los colaboradores de El Iris : Andrés Pignatelli Cerchiara. Así, este grupo de italianos considera que la mayor parte de las proposiciones de Santangelo están apoyadas en documentos históricos que presentan la autenticidad necesaria. De hecho, suponen que no hay obra más interesante en la república. Contraponen al argumento usado en la Gaceta del Gobierno contra Santangelo, en el sentido de que era demasiada osadía en un extranjero intervenir en los negocios públicos de un país que no es el suyo, el hecho de que en México se aprecia mucho la obra de Alexander von Humboldt y del abate De Pradt, a pesar de que ambos son extranjeros.

Al poco tiempo de estos sucesos, el 4 de agosto de 1826, se publica el último número de El Iris, y sus editores anuncian su próxima salida del país, seguramente previendo una expulsión, tal como había sucedido con Santangelo.[ 27 ]

En todo caso, aquí tenemos un ejemplo de la forma en que, incluso en materias que se pueden considerar literarias, como la recomendación y el comentario de obras, Galli y Linati expresaban sus puntos de vista respecto de la política nacional.

Educación y variedades

Todos los artículos de esta sección fueron hechos por Galli y por Linati, con excepción de una "Carta sobre los Estados Unidos" que es de Heredia.

La educación fue una de las preocupaciones de los autores italianos, en el entendido de que sería el único elemento que podría contribuir a la formación de una nueva sociedad, alejada completamente de los postulados del Antiguo Régimen europeo. De ahí que insistieran tanto en la necesidad de dar una educación liberal a los niños y muchachos del país.

En su opinión, se debía empezar por enseñar a los educandos la práctica de una disciplina física a través de ejercicios corporales para los cuales había que tomar como ejemplo a los espartanos. Todo ello bajo el concepto de que el ejercicio puede dominar las pasiones negativas del ser humano. Pero tampoco era recomendable descuidar la educación moral, por lo que los niños tenían que ser enseñados a buscar el bien desde su nacimiento. Galli abunda en esta idea expresando que el mérito de la educación moral consistía en enlazarse a la naturaleza, de manera que, al paso que ésta despierta los conocimientos, la voluntad del hombre promueve las acciones que aquélla le demanda. En todo caso, afirma que una buena educación física conlleva una buena educación moral.

A ellas sigue la educación científica, que es la capacidad de reflexionar y actuar en consecuencia. También existe la educación civil, a la que define como un convenio tácito de la sociedad, de acuerdo con el cual, dependiendo del lugar social en el que cada uno se halla, conoce el respeto que debe y el que le es debido. Así, es necesario acostumbrar a los niños al respeto sin bajeza para con sus superiores, a la franqueza unida a la prudencia, a la firmeza sin obstinación, a la modestia sin vanidad y, por último, a la urbanidad para con el mundo.

Asimismo, los editores plantean una regeneración de la educación de las clases pobres, quienes, por estar muy ajenas a las "dulzuras" de la vida, son las más a propósito para la defensa. De esta manera, la propuesta es reunir a los niños desvalidos en las plazas a ciertas horas del día y enseñarles el manejo de las armas, para que así sean ellos los encargados de la defensa nacional. Esto responde a la idea que Galli y Linati compartían con Santangelo de que era inminente una próxima invasión a México por las fuerzas unidas de la Santa Alianza y España.

Siguiendo con este planteamiento de la "regeneración" de la sociedad mexicana, tenemos que Linati se refiere a los juegos de suerte, a los que define como aquellos abismos en donde se pierden los patrimonios de los particulares. Los legisladores mexicanos debían, en su opinión, ocuparse en desarraigar esa funesta inclinación entre los ciudadanos, aboliendo o al menos restringiendo los juegos a algunos establecimientos públicos y conocidos, controlados por las autoridades.

Por otra parte, este mismo autor italiano brinda una imagen muy positiva de la civilización que le fue contemporánea, y presenta la historia del desarrollo de la humanidad, comenzando por los pueblos de la antigüedad que, de acuerdo con su definición, se parecían a los salvajes, pues estaban expuestos a la ley del más fuerte; eran juguetes y víctimas de la más estúpida superstición, estaban mal alojados, groseramente nutridos, cubiertos con paños burdos, prácticamente aislados, sin comercio y sin literatura. Contrapone este cuadro al que presentaba el siglo XIX, en el que se habían multiplicado los descubrimientos útiles, agradables y eruditos, resultado del adelanto de las luces. Este avance, en opinión de Linati, no tendría límites y las generaciones futuras serían testigos de un continuo progreso de la humanidad.

En la sección de "Variedades" encontramos temáticas que sugieren una gran cercanía con publicaciones como el Museo Universal de Ciencias y Artes. Así, aparecen artículos relativos al origen y progresos de la astronomía, en donde se hace un desarrollo histórico de esta ciencia, observaciones sobre la cristalización de las sales, basadas en el "Tratado de cristalización" escrito por el físico y minerólogo Haüy, en el que este autor descubre el "orden admirable" que sigue la naturaleza; nuevos descubrimientos sobre la electricidad; el conocimiento que los antiguos tenían del vidrio, cuya mención más remota se encuentra en la comedia Las nubes de Aristófanes, o temas de botánica como la irritabilidad del polen.

A su vez, Linati hace un pequeño ensayo relativo a los restos arqueológicos que el arquitecto italiano Francisco Vecelli había descubierto en la isla de Sacrificios. Basándose en las características de los objetos reflexiona en torno a la posibilidad de que pueblos asiáticos o pueblos latinos hubieran tenido relaciones con las culturas prehispánicas. Además, incluye una litografía con la representación de los mismos, en su mayor parte cerámica: vasos, copas y cabecitas de barro cocido, además de algunas puntas de flecha de obsidiana.

Es en esta sección en la que encontramos las referencias al contenido del primer número del Correo Literario y Político de Londres. La primera es una alusión a los descubrimientos que habían arrojado las últimas excavaciones hechas en Pompeya, y la segunda, la cita textual de una parte de la relación hecha por el conde Giuseppe Pecchio titulada "Grecia en la primavera de 1825". Esta parte se refiere al grado en que los griegos comulgaban con las costumbres turcas, lo que dificultaba su proceso de independencia.

Por último tenemos una "Carta sobre los Estados Unidos", hecha por Heredia, en la cual no hace más que evidenciar la influencia que sobre él ejercieron las Variedades de Blanco, publicación en la que el español dio a conocer sus "Cartas sobre Inglaterra". En ésta, que aparece dirigida a una amiga, Heredia describe su viaje de Cuba a Estados Unidos. Así, pues, no sólo el título sino también el contenido recuerda al material de Blanco, quien también refiriera, en una de sus cartas, las características de su viaje desde España a Inglaterra.

Política

Uno de los primeros asuntos relativos a la política nacional que se trataron en la revista que nos ocupa fue la cuestión relativa a la decisión del Senado mexicano en el sentido de suprimir el Estado Mayor del ejército para, en su lugar, restablecer las inspecciones de milicias en las diversas armas. Los editores de El Iris, quienes como hemos visto pensaban que un ataque europeo al país era inminente, no estuvieron de acuerdo con esta medida, y fue Galli el encargado de exponer los argumentos para convencer al gobierno de que se abstuviera de tomarla.

Expone, pues, que la proposición se presentaba fuera de tiempo, porque en momentos en que México afianzaba su independencia y estaba en guerra con los españoles era poco oportuno hacer cambios que requerían tiempo y debilitaban a las fuerzas armadas. Galli sostenía que el Estado Mayor era el cuerpo más importante de éstas, ya que dirigía las operaciones del conjunto del ejército. Asimismo, argumentó que el poder del jefe del Estado Mayor no podría exceder al del presidente, que era una de las cosas que temían los senadores mexicanos, dado que era el presidente el que nombraba al individuo que desempeñaría el cargo, y podría destituirlo cuando quisiera.

Pocos días después de la publicación de este artículo de Galli aparece en La Águila Mexicana un "Comunicado" firmado por "Tole" que responde a los puntos de vista expresados por el italiano. Así, este articulista considera que los servicios que ha prestado el Estado Mayor han sido muy pocos, es decir, no se espera ningún beneficio de él. Agrega: "Dicen estos recién venidos que la proposición de los senadores es fuera de tiempo, porque debilita y desconcierta al ejército, etcétera. A esto respondemos nosotros los republicanos que la inspección de milicias en el momento de su creación ha producido los más favorables resultados".[ 28 ] A Galli le pareció que esta nota era insignificante, y en una actitud de franco desafío apunta que todos los números del trimestre incluirían algún artículo en el que se tocaría el tema del Estado Mayor.

Y efectivamente así ocurrió. Abundando pues en el tema, no sin antes advertir que no tiene la intención de "formar partidos", Galli expone que el arte militar no podría prosperar sin una corporación depositaria de sus estatutos y dedicada enteramente a sus adelantos, que es el Estado Mayor, con el que cuentan todas las naciones civilizadas del mundo. Este organismo está subordinado al poder civil, por lo que no es un "Estado sobre el Estado"; por el contrario, es un vínculo que enlazando las fuerzas aisladas del ejército reconcentra y multiplica su unidad.

Más adelante, este editor insiste en comentar una moción hecha en la Cámara de Diputados para incorporar a los ingenieros al Estado Mayor, que fue un plan presentado para la reunión de estos dos cuerpos con el fin de economizar. Pero Galli vuelve a oponerse, ya que en su concepto la medida no lograba el fin que se proponía, porque se apoyaba en demostraciones "puramente económicas". Agrega que el Estado Mayor está integrado por oficiales facultativos y con la incorporación de los ingenieros decaería, por la imposibilidad de reemplazarlos a medida que murieran. En resumidas cuentas, Galli considera que la incorporación de ingenieros al Estado Mayor implicaría la supresión del mismo.

Por su parte, Linati dedica un artículo a las "sociedades secretas". Apunta que el origen de casi todas es su oposición al despotismo organizado, y su eficacia está comprobada por las regeneraciones experimentadas en Inglaterra, Holanda, Suiza y Sicilia. Asimismo, considera que Hispanoamérica les debe su proceso de emancipación, ya que el levantamiento de Riego, quien encabezó el pronunciamiento que en su concepto fue definitivo para la libertad americana, fue obra de los masones. También considera que las sociedades masónicas que se han establecido para librarse de la tiranía deben mantenerse una vez conseguido su objetivo, pues el despotismo siempre tiene satélites.

Una de las cuestiones que perturbaron a la sociedad mexicana en el mes de mayo de 1826 fue el asesinato del padre José María Marchena, perpetrado por dos individuos, uno de apellido Sánchez y otro Cardoso.[ 29 ] Aprovechando este incidente, Galli y Linati, quienes asumieron la defensa de dichos individuos, hicieron una crítica al sistema judicial vigente en el país, reprobando que el juicio se efectuara a puerta cerrada, porque, en su opinión, con ello se mantenía en México el sistema inquisitorial que no permitía conocer lo que sucedía durante el proceso hasta que los inculpados eran conducidos al cadalso. Por otra parte, hicieron un listado de las atenuantes que pesaban sobre el caso.[ 30 ] Éstos eran, en su concepto: la buena conducta anterior de los muchachos, el motivo que los había impelido al crimen (el que no es comentado), la edad en que lo habían cometido, la persona contra la que lo habían hecho, la sinceridad de su confesión y, por último, su resignación a la sentencia. Agregan que Marchena se ocultaba, por lo que estaba fuera de la ley y sus asesinos debían ser considerados "beneméritos de la patria".

Estos criterios no podían dejar de causar una polémica, misma que se ventiló, como era usual, en la prensa. En El Sol aparecen varias críticas a la actitud asumida por los editores italianos, todas en el sentido de que éstos no sólo ofendían al sistema judicial mexicano sino que sin ningún escrúpulo defendían a un par de asesinos.

Galli y Linati responden argumentando que su defensa había sido filosófica y no judicial. Subrayan pues que su intención fue la de apelar a la humanidad de los jueces.

Otra de las ideas que causó controversia fue la del apoyo de Linati a una dictadura "temporal" para el caso de que el país fuera atacado por España y la Santa Alianza, en el entendido de que un dictador reuniría todo el poder y la capacidad de defensa de la nación, y dejaría tal poder una vez que las cosas hubieran vuelto a la normalidad. Además, en opinión de Linati, los elementos de que podría valerse un dictador para eternizarse en el poder, como son la Iglesia y el ejército, no le apoyarían, por el carácter eminentemente republicano que habían adquirido ambas instituciones en México.

Los editores de El Sol refutaron estas afirmaciones apuntando que en la nación no existían indicios de conspiración alguna, a lo que en El Iris se antepusieron los sucesos de Yucatán.[ 31 ] La Águila Mexicana aprovechó la desventaja de su rival El Sol en esta polémica para defender a Linati, argumentando que éste solamente había reflexionado en torno al hecho de que en caso de una agresión externa la dictadura en México no sería peligrosa, porque los representantes de la nación escogerían al dictador y serían ellos mismos quienes lo destituirían. Agregan que el problema de periódicos como El Sol es que creen y divulgan que en México se gozará de una paz eterna.

Así, pues, un sector de la sociedad mexicana, alentado por publicaciones como El Iris y los trabajos que alcanzó a terminar Santangelo, consideraba que existían síntomas inequívocos de que se preparaba una invasión a México. Los hechos que sugerían este evento eran los siguientes: rearme en España e incremento de sus fuerzas en las Antillas; detención en Bruselas de Vázquez, enviado del gobierno mexicano a negociar con la curia romana; la baja en los fondos mexicanos, e incluso el rompimiento de hostilidades entre Brasil y Buenos Aires.

También dentro de esta sección tenemos un artículo muy interesante de Linati en el que hace una serie de reflexiones respecto de las ex colonias. Así, apunta que una colonia emancipada debe levantar cuantas barreras pueda entre ella y el país de quien reconoce su fundación. Agrega que lo único positivo que recibieron los americanos de España fue la religión, pero aun en este aspecto es imperativo que las nuevas naciones se mantengan alejadas de todas aquellas circunstancias que pudieran enlazarlas con España, por lo cual propone: "Un patriarca es cada día más indispensable en este nuevo mundo. ¿No hay uno en Portugal, no había otro en Constantinopla?"[ 32 ] En este comentario tenemos la posición de El Iris frente al complejo problema religioso y lo que éste entrañaba, es decir, las relaciones de los nuevos países con el Vaticano. Como vemos, la revista apoya una separación de la Iglesia americana de la romana.

En otro de sus artículos, Linati considera que no habrá seguridad nacional mientras existan los enemigos del Estado, a los que identifica como aquellos que no son republicanos ni federalistas y que, en consecuencia, han perdido con el nuevo orden de cosas. Por lo tanto, sostiene que las autoridades deben estar prevenidas contra quienes afirman que todo está en orden y que no hay peligro alguno, referencia bastante clara a los editores de El Sol. De esta manera, Linati apoya la restricción de la libertad de prensa, pues, de acuerdo con sus ideas, al gobierno le corresponden facultades extraordinarias para desbaratar las maquinaciones del enemigo que se fraguan en los periódicos. Insistiendo en la viabilidad de su propuesta en relación con el dictador, apunta:

Ya ha habido un César, ha habido un Napoleón; pero si se examina la historia puede que sea mayor el número de aquellos héroes de la antigua Roma que pasaban del arado al mando dictatorial, y desde éste volvían a la frugalidad de su vida doméstica, y para nuestro consuelo, la época actual ostenta los nombres de Washington y Bolívar.[ 33 ]

Santangelo, por su parte, expresa que espera lo peor después de los ataques que ha recibido Linati por sus ideas respecto de la dictadura, dado que él había demostrado en su obra la inevitabilidad de una agresión de España y la Santa Alianza contra toda la América independiente: "Sin embargo, no haré la injusticia de comprender entre mis antagonistas de mala fe a nuestros negociadores con los plenipotenciarios de Londres y Washington. Si no hice el elogio de su conducta diplomática, estoy muy lejos de tratarlos por eso como enemigos de la patria".[ 34 ] Es muy probable que Santangelo no se equivocara respecto de quiénes podían ser sus enemigos, pues sabía muy bien a quiénes se oponía; en todo caso sus temores se vieron confirmados el primero de julio, cuando recibió la orden de expulsión.

Otro de los asuntos que fueron tratados en las páginas de El Iris fue el de la invasión a Cuba, problema candente durante los meses en los que circuló la revista, tal como lo indican los artículos de La Águila Mexicana. Había grupos, como los editores del citado periódico, que apoyaban abiertamente una incursión mexicana en la isla aduciendo que era fundamental por cuestiones de seguridad nacional. A este argumento se unieron los editores de El Iris. Así, tenemos que Linati apunta que mientras exista una posesión española en América la libertad peligraría.

Heredia, quien era el más interesado en el tema, desaprueba la política estadounidense hacia la isla, expuesta en el Congreso de Panamá. De acuerdo con la información que presenta, durante la celebración de este evento uno de los puntos que se trataron fue el de la invasión a Cuba y Puerto Rico por las fuerzas unidas de México y Colombia, proyecto que el gobierno de los Estados Unidos no aceptó, ya que consideró que las convulsiones a que serían expuestos ambos países como resultado de esta invasión los pondría en riesgo de caer ellos mismos en manos de otra potencia europea. Heredia se lamenta además de lo siguiente: "vemos repetida la opinión funesta de que Cuba no puede ser libre porque tiene esclavos, sin recordar que en los Estados Unidos hay más de un millón de ellos, y que en Venezuela, a proporción, existían muchos más".[ 35 ]

Agrega que la causa de América estaría comprometida mientras Cuba no fuera libre. Además de esto, aparece en las páginas de la revista un par de alusiones en el sentido de que el gobierno mexicano debe actuar cuanto antes ayudando a sus hermanos cubanos a liberarse del yugo español.

Ahora bien, en cuanto al resto de Hispanoamérica, Heredia hizo en El Iris una referencia a la situación de guerra que se había desatado entre Buenos Aires y Brasil por la posesión de la banda oriental del Río de la Plata. Apoya al Río de la Plata en la medida en que considera que Brasil era el punto de apoyo de la Santa Alianza en el continente americano. Así, el emperador don Pedro había comenzado su carrera de agresiones con su vecina del sur, usurpando escandalosamente su banda oriental.

En relación con Europa, los editores de El Iris expresan su aprobación por la política internacional inglesa porque, de acuerdo con lo que ellos exponen, había asistido con sus caudales a las repúblicas nacientes y enviado al ministro Wellington a San Petersburgo para contribuir a la creación de una Grecia independiente y a terminar con el tráfico de esclavos. Sin embargo, consideran que el viejo continente forma un bloque que en conjunto apoya al Antiguo Régimen, y en este sentido no hacen ninguna referencia explícita a la posición de Inglaterra, esto frente a un continente americano que representa la alternativa. Asimismo, presentan toda una caracterización de las llamadas "potencias de segundo orden" en Europa, entre las que ubican a Suecia, Países Bajos, Dinamarca, Sajonia, Baviera, Suiza, Portugal, Nápoles y los Estados Pontificios.

Biografías

Por último encontramos en El Iris las referencias biográficas. Hay una nota muy interesante hecha por Linati acerca del abate De Pradt, quien era sin duda opositor ideológico de este grupo de italianos entre los que podemos contar al propio Linati, a Galli y a Santangelo. En lo concerniente a la política, caracteriza al abate como un hombre extraordinariamente versátil, que siempre resultaba estar ubicado en la mejor posición política. Por lo que a sus obras se refiere, apunta que "se ha metido a profeta". De esta manera, fue él quien pronosticó que España no sería invadida por los franceses, con lo que, en opinión de Linati, sólo consiguió que los franceses tomaran desprevenidos a los españoles, y parece que lo mismo quiere hacer en el caso de América, ya que en su obra titulada El Congreso de Panamá tranquiliza a los americanos argumentando que la Santa Alianza no se atreverá a una invasión.

Tenemos también las dos biografías hechas por Heredia. La primera que aparece es la de Roberto Fulton, constructor de máquinas para hilar el lino, hacer cuerdas, aserrar el mármol, etcétera. Interesado por mejorar la navegación interior, concibió la idea de impeler la navegación con una bomba de vapor: "Al mismo tiempo le ocurrió la idea de establecer una paz duradera entre las naciones, haciendo inexpugnables las radas y las costas; y para conseguirlo inventó una máquina llamada torpedo, llena de pólvora, que puesta en combustión debajo de los buques por medio de un resorte mecánico, los hace saltar infaliblemente".[ 36 ] Se distinguió en la construcción de buques movidos por el vapor y de fragatas de guerra.

La segunda biografía está dedicada al venezolano Francisco Miranda, quien después de vivir en Estados Unidos y en distintas cortes europeas, se incorporó en 1792 al ejército francés, pero fue apresado y liberado después de la caída de Robespierre. Posteriormente se refugió en Inglaterra. De allí se embarcó a Nueva York, donde concibió el proyecto de revolucionar su patria. Con ese designio salió en 1806 de las costas de Venezuela con varios aventureros de distintas naciones. Sin embargo, fue atacado con éxito por las fuerzas españolas y volvió a Inglaterra.

En 1810 salió nuevamente para Venezuela después de tener conocimiento del estallido de la revolución. Esta vez fue recibido con entusiasmo y elegido diputado al Congreso en marzo de 1811 por lo que participó en la elaboración del acta de independencia. Pero en 1812 se vio obligado a entrar en negociaciones con las autoridades realistas, y fue apresado y conducido a Cádiz, donde murió en el castillo de las cuatro torres: "ejemplo memorable de la fe púnica del gobierno español, y de lo que tienen que esperar de él los americanos que hayan sacudido una vez su yugo execrable. La Inglaterra, a quien tanto sirvió Miranda, no dio el menor paso en su favor".[ 37 ] Así, pues, este caudillo fue, en opinión de Heredia, el promotor más ardiente de la independencia de Colombia.

Conclusiones

La primera revista literaria mexicana refleja la gran influencia que en el ámbito cultural ejercía Europa sobre América. En este caso tenemos como antecedente el material editado por Rudolph Ackermann desde Londres. Las características literarias de sus revistas, como se ha tratado de demostrar en el presente trabajo, fueron retomadas por los autores de El Iris, especialmente por José María Heredia, quien se hizo cargo de la parte propiamente literaria.

Ahora bien, como hemos visto, El Iris tuvo una inclinación muy fuerte hacia los comentarios políticos. La justificación de estos editores para su constante intromisión en asuntos de política interior y exterior mexicana, en concreto la que presentaron Galli y Linati en un artículo del 8 de julio, fue justamente la de que eran extranjeros:

¿Quién mejor que el extranjero que viene a América, hablo de los que tienen luces, puede en resumidas cuentas hablar sobre asuntos políticos? Su superioridad en iguales circunstancias de genio es palpable. Conoce uno, o varios gobiernos del viejo continente, está enterado de las frecuentes transacciones políticas a que la multiplicidad de gobiernos y de opuestos sistemas da lugar, conoce las intenciones, los proyectos de aquellos relativamente a la América y los conocimientos que tiene los ha buscado en su origen mismo.[ 38 ]

Sin duda un sector importante de la sociedad mexicana comulgaba con esta idea de que los extranjeros estaban más capacitados para la edición de cierto tipo de publicaciones, y en esta medida no es casual ni paradójico, como lo expresara Luis Mario Schneider,[ 39 ] que tres extranjeros se hicieran cargo de la primera revista literaria del México independiente. De hecho, es esta misma idea la que nos explica el buen recibimiento que tuvieron en el país las revistas de Ackermann.

La sociedad mexicana recién independizada no podía dejar de ver hacia Europa como lo que era, la cuna de la civilización occidental que todos los países hispanoamericanos compartían. De esta manera, Hispanoamérica casi no tenía otras referencias culturales, a pesar del énfasis que se empezó a hacer en los legados prehispánicos, justamente en un afán por identificar algo propio y que los diferenciara sobre todo de España. Es en este ámbito en el que surge esta producción literaria elaborada en su totalidad por extranjeros, ya fuera desde Inglaterra o en la misma capital de la república, en el caso de México; pero los extranjeros, italianos, ingleses o españoles liberales, eran identificados como el juicio de autoridad en materia de conocimiento, aun a pesar de que algunas de sus opiniones causaron malestar en los círculos gubernamentales no sólo mexicanos sino también del resto de Hispanoamérica.

De todas formas, Galli y Linati, dada su actitud hasta desafiante en lo que a política mexicana se refería, tuvieron que terminar con la publicación y salir del país, anticipándose muy probablemente a una expulsión, como ya le había sucedido a su correligionario Santangelo. No se sabe si Galli regresó a México, pero Linati sí lo hizo hacia 1832. Decepcionado de Europa volvió a reemprender su labor "regeneradora" en América, aunque no pudo llevarla a cabo porque murió pocos días después de desembarcar en el puerto de Tampico, en el mes de diciembre de dicho año.

 

Fuentes consultadas

Bibliografía

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Hemerografía
Revistas y artículos de revista

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Solá, Angels, "Escoceses, yorkinos y carbonarios. La obra de O. de Attellis, marqués de Santangelo, Claudio Linati y Florencio Galli en México en 1826", Historias, n. 13, abril-junio de 1986, p. 69-93.

Periódicos

La Águila Mexicana, México, Imprenta de Mariano Ontiveros, Lorrain y del Águila Mexicana. Colección de La Águila Mexicana entre abril de 1824 y diciembre de 1827.

Correo de la Federación Mexicana, México. Colección del Correo entre noviembre de 1826 y julio de 1827.

Mercurio, Veracruz, Imprenta del Papaloapan a cargo de Parladorio. Colección del Mercurio entre enero y junio de 1827.

El Sol, México, imprentas de D. J. M. Benavente y socios, imprenta liberal de Juan Cabrera, imprenta de Alejandro Valdés, imprenta de Martín Rivera. Colección de El Sol entre enero de 1824 y diciembre de 1827.

[ 1 ] Angels Solá, "Escoceses, yorkinos y carbonarios. La obra de O. de Attellis, marqués de Santangelo, Claudio Linati y Florencio Galli en México en 1826", Historias, n. 13 (abril-junio 1986), p. 69-93. Cita p. 77.

[ 2 ] Toda esta información se encuentra en el artículo de Angels Solá, "Escoceses, yorkinos y carbonarios. La obra de O. de Attellis, marqués de Santangelo, Claudio Linati y Florencio Galli en México en 1826", Historias, n. 13 (abril-junio 1986), p. 77, quien expone también en dicho trabajo interesantes datos biográficos acerca de Linati. Nacido en Parma en 1790, dividió sus actividades entre el arte y la política. Perfeccionó sus conocimientos pictóricos en el taller de David y se ganó la vida pintando, grabando y haciendo litografías. Fue el introductor de la litografía en México y el maestro de los dos primeros litógrafos mexicanos: Grácida y Serrano. En 1828 publicó en Bruselas una colección de litografías sobre personalidades, tipos y costumbres de México. Sirvió en las tropas napoleónicas y participó en la campaña de Rusia. Durante la Restauración y el periodo revolucionario de 1820-1823 fue un activo carbonario.

[ 3 ] Michael P. Costeloe, La primera república federal de México (1824-1835), 2a. reimp., trad. de Manuel Fernández Gasalla, México, Fondo de Cultura Económica, 1996, 492 p. (referencia en p. 69).

[ 4 ] Rudolph Ackermann, librero de origen alemán establecido en Inglaterra, elaboró, con la colaboración de los españoles liberales exiliados en Londres (1823-1830), cuatro colecciones de revistas para Hispanoamérica: las Variedades o el Mensagero de Londres (Londres, Ackermann, 1823-1825), hecha por José María Blanco White y Pablo de Mendíbil; el Museo Universal de Ciencias y Artes (Londres, Ackermann, 1824-1826), hecha por José Joaquín de Mora; el Correo Literario y Político de Londres (Londres, Ackermann, enero-octubre de 1826), hecha por José Joaquín de Mora, y los No Me Olvides (Londres, Ackermann, 1824-1829), hechos por Mora y Mendíbil.

[ 5 ] La llegada del Correo Literario y Político de Londres a la capital es anunciada en El Sol el 20 de junio de 1826.

[ 6 ] José María Heredia, "Introducción", El Iris, n. 1, 4 de febrero de 1826, p. 1.

[ 7 ] Claudio Linati, Florencio Galli y José María Heredia, El Iris. Periódico Crítico y Literario, 2 t., ed. facsimilar, introducción de María del Carmen Ruiz Castañeda, estudio (" El Iris : primera revista literaria del México independiente") e índice de Luis Mario Schneider, México, Universidad Nacional Autónoma de México, Instituto de Investigaciones Bibliográficas, 1988 (Facsímiles de la Hemeroteca Nacional de México).

[ 8 ] Para conocer los detalles de este problema entre Heredia y Prieto, véase Luis Mario Schneider, " El Iris: primera revista literaria del México independiente", El Iris. Periódico Crítico y Literario, 2 v., 1a. reimp., edición facsimilar, introducción de María del Carmen Ruiz Castañeda, México, Universidad Nacional Autónoma de México, Instituto de Investigaciones Bibliográficas, 1988 (Facsímiles de la Hemeroteca Nacional de México).

[ 9 ] Angels Solá, "Escoceses, yorkinos y carbonarios. La obra de O. de Attellis, marqués de Santangelo, Claudio Linati y Florencio Galli en México en 1826", Historias, n. 13 (abril-junio 1986), p. 69-93. Cita p. 78.

[ 10 ] En esta obra, que fue traducida al español por Lorenzo de Zavala, Santangelo se refería al inminente ataque de la Santa Alianza y España contra la libertad de México, y aconsejaba la adopción de medidas preventivas y defensivas, pues una guerra se avecinaba. En su opinión, a la coalición europea se debía oponer una americana. Este sistema americano debía basarse en relaciones de comercio y amistad recíprocas. Es el mismo Santangelo quien explica en un artículo de El Iris que la idea de escribir esta obra surgió después de la lectura del trabajo del abate De Pradt, El Congreso de Panamá, pues allí el autor tranquiliza a los americanos argumentando que la Santa Alianza no se atrevería a una invasión contra el continente, razón por la cual Santangelo consideró que debía alertar a los americanos.

[ 11 ] José María Alpuche, "Comunicados", El Sol, 13 de julio de 1826, p. 1 577.

[ 12 ] Florencio Galli, "Quejas", en El Iris, n. 17, 13 de mayo de 1826, p. 32.

[ 13 ] Andrés Bello, El Repertorio Americano, 4 v., Londres, Librería de Bossange, octubre 1826-agosto 1827.

[ 14 ] José María Heredia, "Literatura. Poetas ingleses contemporáneos. Lord Byron", El Iris, n. 4, 25 de febrero de 1826, p. 28.

[ 15 ] Esta publicación era una de las que llegaban al Instituto de Literatura y Comercio que se estableció en la capital de la república en junio de 1825. A este establecimiento llegaba también la revista de Blanco, Variedades o Mensagero de Londres, por lo que es de suponer que Heredia, si conocía una de las publicaciones, las conocería todas, entre ellas la del español.

[ 16 ] José María Heredia, "Literatura francesa moderna", El Iris, n. 10, 8 de abril de 1826, p. 98. En este tipo de comentarios podemos encontrar una reacción de Heredia ante los postulados que Blanco hizo en las Variedades respecto de la literatura antigua, en donde la presenta como un género imprescindible y al que se debía recurrir en primer lugar para cualquier estudio literario. Así, pues, ya fuera aceptando sus postulados o reaccionando frente a ellos, Heredia parece tener muy presente el contenido de dicha publicación, aunque no se refiere a ella ni a su autor de manera explícita.

[ 17 ] Estos comentarios en relación con Prieto llevan a considerar que las críticas que hizo Heredia acerca del desempeño artístico del español no sólo no eran compartidas por sus compañeros editorialistas, sino que incluso llegaron a molestarles.

[ 18 ] José María Heredia, "Teatro", El Iris, n. 14, 3 de mayo de 1826, p. 5. En todo caso vale la pena apuntar que al poco tiempo, y quizá gracias a los mordaces argumentos del cubano, los abonos fueron restablecidos.

[ 19 ] Florencio Galli, "Teatro. Baile antiguo y moderno", El Iris, n. 28, 1 de junio de 1826, p. 115.

[ 20 ] No está de más insistir en la cercanía que el tratamiento de estos temas tiene con las Variedades de Blanco.

[ 21 ] Varela residía en Nueva York, desde donde luchaba por la libertad de Cuba: José María Heredia, "Anuncio literario", El Iris, n. 17, 13 de mayo de 1826, p. 28.

[ 22 ] Debemos recordar que después de la salida de Heredia los artículos ya no aparecen firmados, así que este comentario puede ser de Galli o de Linati o, por su convergencia de criterios, de ambos.

[ 23 ] "Literatura. Salvandy. Alonso u la España ", El Iris, n. 38, 26 de julio de 1826, p. 203-204.

[ 24 ] "Literatura", El Iris, n. 30, 28 de junio de 1826, p. 131.

[ 25 ] Florencio Galli, "Anuncios literarios", El Iris, n. 28, 21 de junio de 1826, p. 113.

[ 26 ] Santangelo fue atacado en el número 28 de la Gaceta del Gobierno, correspondiente al 1 de julio de 1826, fecha que coincide con su expulsión del país.

[ 27 ] A finales de septiembre de 1826 Linati se embarcó rumbo a Bruselas, mientras que Galli lo hizo con destino a Inglaterra.

[ 28 ] "Comunicados", La Águila Mexicana, 12 de marzo de 1826, p. 4.

[ 29 ] El día 20 de mayo se dan a conocer en El Sol las circunstancias del asesinato de este religioso que se había fugado del cuerpo en el que servía como capellán, por lo que había perdido el fuero y su cadáver había tenido que ser consignado en la jurisdicción ordinaria. Los móviles reales del crimen nunca fueron aclarados.

[ 30 ] Angels Solá, "Escoceses, yorkinos y carbonarios. La obra de O. de Attellis, marqués de Santangelo, Claudio Linati y Florencio Galli en México en 1826", Historias, n. 13 (abril-junio 1986), p. 69-93. Cita p.85.

[ 31 ] Un día después de que El Sol afirmara que en la república no había ningún tipo de trastorno se supo en la capital del "levantamiento" en Yucatán, por lo que sus argumentos en ese sentido quedaron invalidados, cuestión que aprovecharon tanto El Iris como La Águila Mexicana.

[ 32 ] Claudio Linati, "Regeneración mexicana", El Iris, n. 9, 1 de abril de 1826, p. 83.

[ 33 ] Claudio Linati, "Política. ¿Estando el peligro próximo, se necesitan medidas vigorosas que estén fuera del alcance de las autoridades ordinarias?", El Iris, n. 25, 10 de junio de 1826, p. 90.

[ 34 ] O. de Attellis, marqués de Santangelo, "México", El Iris, n. 30, 28 de junio de 1826, p. 130.

[ 35 ] José María Heredia, "Política. Mensaje del presidente Adams a la Cámara de Representantes de los Estados Unidos sobre el Congreso de Panamá", El Iris, n. 13, 29 de abril de 1826, p.130.

[ 36 ] José María Heredia, "Biografía contemporánea americana. Roberto Fulton", El Iris, n. 3, 18 de febrero de 1826, p. 18.

[ 37 ] José María Heredia, "Biografía de Francisco Miranda", El Iris, n. 7, 18 de marzo de 1826, p. 63.

[ 38 ] "Extranjeros", El Iris, n. 33, 8 de julio de 1826, p. 155-156.

[ 39 ] Luis Mario Schneider, "La primera revista literaria del México independiente", El Iris, 2 v., 1a. reimp., edición facsimilar, México, Universidad Nacional Autónoma de México, Instituto de Investigaciones Bibliográficas, 1988 (Facsímiles de la Hemeroteca Nacional de México), p. XXV.

Estudios de Historia Moderna y Contemporánea de México, Martha Beatriz Loyo (editora), México, Universidad Nacional Autónoma de México, Instituto de Investigaciones Históricas, v. 21, 2001, p. 5-29.

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