Estudios de Historia Moderna y Contemporánea de México

EL PARTIDO REVOLUCIONARIO ANTI-COMUNISTA
EN LAS ELECCIONES DE 1940

Martha B. Loyo


La primera vez que se puso realmente en duda el triunfo de la oposición en México fue en la elección presidencial de 1940. Sin embargo, sobre estas elecciones se ha investigado poco,[ 1 ] pero sobre todo en relación con la oposición hay una ausencia de trabajos que expliquen las características de cada una de las organizaciones y grupos que se crearon en torno de ésta. Este trabajo se ocupa de explicar sólo a una, el Partido Revolucionario Anti-Comunista (PRAC).

El contexto

A partir de la llegada de Lázaro Cárdenas a la presidencia de la república, en diciembre de 1934, se inició un proyecto reformista con una política de amplio contenido social, que se hizo manifiesta en la segunda convención del PNR en 1933, donde se estableció el programa del plan sexenal cuya tesis central era la intervención del estado en las actividades nacionales a fin de controlarlas y poderlas regular, así como contrarrestar la excesiva injerencia extranjera en la explotación de los recursos del país. Se reivindicaban los postulados de la Constitución de 1917 y la voluntad estatal de hacer efectivo el pacto social. Por otro lado se buscaba la satisfacción completa de las demandas campesinas y la liquidación de los latifundios, y, en relación con los obreros, se prometían contratos colectivos de trabajo y salarios mínimos, además de promover la unificación en un organismo de carácter nacional, y también que la educación debería ser socialista.

Este proceso se hizo evidente a partir de 1936, cuando se emprendió un cambio en el programa financiero del gasto público. Se realizaron fuertes gastos orientados hacia lo social, como obras de infraestructura, educación, pero, sobre todo, dirigidas hacia la agricultura, y se recurrió al aumento del circulante, esperando que el resto de la economía respondiera al impulso. La inflación creció y el sector privado, temeroso de las consecuencias de la política social del régimen, se retrajo y se produjo una situación de escasez de crédito frente a un mercado interno creciente.[ 2 ] La economía retrocedió hasta alcanzar el máximo en 1938, cuando se pasó de un estado sin déficit a uno deficitario. La inflación fue el resultado de la importación de alimentos en 1937, la salida de divisas, el retiro de fondos de las compañías petroleras, la disminución de la recaudación de la exportación del petróleo y la plata.

Esto afectó de manera distinta al conjunto de la sociedad. Los sectores medios urbanos, en general opuestos a la administración cardenista, fueron los sectores más lastimados ya que el abastecimiento a las ciudades se restringió y los precios de los alimentos se elevaron; los ejidatarios y los obreros sindicalizados se beneficiaron con el cambio, pero la inflación amenazó los recientes logros obreros y con ello su respaldo al régimen.

El ritmo de la reforma agraria disminuyó ya que se redujeron los créditos agrarios y los ejidatarios se quedaron sin fuentes de capital, por lo que se multiplicó la inconformidad en el campo; y en un intento de conciliar los intereses norteamericanos para obtener un préstamo al "programa de ayuda económica", éste quedó descartado con la expropiación petrolera.[ 3 ] Además del boicot de las compañías y las presiones económicas y políticas del gobierno norteamericano, con la devaluación subsiguiente en 1938, se agudizó la crisis económica.

La crisis provocó inestabilidad y el sector privado optó por la desconfianza hacia la inversión. Se redujeron los fondos disponibles de la banca privada y parte del monto del nuevo circulante se dirigió a instituciones bancarias del extranjero. Todo esto provocó un enorme descontento hacia la política oficial, y fue canalizado en distintas agrupaciones de oposición que buscaron participar en la lucha política de 1939-1940. Así la sociedad mexicana se encontró dividida; por un lado estaban aquellos que fueron incorporados al proyecto y por lo tanto fueron beneficiados por el gobierno; por el otro, los que se sintieron amenazados o quedaron excluidos de dicha política, así como aquellos a quienes las reformas los afectaron personalmente. En la oposición se encontraron fundamentalmente la clase media, los comerciantes, los burócratas y los profesionistas, aunque también los campesinos y los obreros que no se habían beneficiado durante el sexenio o se vieron afectados por el retraso de la aplicación de las reformas. También estaban los pequeños y medianos propietarios rurales y los latifundistas, que se vieron afectados por las expropiaciones, además de antiguos políticos y militares desplazados, que manifestaron su desacuerdo con el régimen.[ 4 ]

Esta oposición amenazaba con tener alcances internacionales, pues en esos momentos el mundo se había dividido en dos tendencias ideológicas claras, las democracias y los totalitarismos nazi-fascistas, lo que hacía presentir la inminencia de un conflicto armado. A principios de 1939, Alemania se había anexado Austria y Checoslovaquia; Japón se extendía a costa de la China, e Italia había invadido Etiopía. Los Estados Unidos veían con temor el imperio japonés y Francia e Inglaterra se alarmaban con la actitud alemana. En México, el franquismo y el fascismo ganaban adeptos.[ 5 ] Esta oposición se formó con características distintas: una gran parte tenía una orientación religiosa, como la Unión Nacional Sinarquista creada en 1937, organización católica con una ideología cercana al fascismo y el franquismo, que rechazaba la revolución y contaba con el apoyo de los campesinos de las antiguas zonas cristeras, y el Partido Acción Nacional creado apenas en 1939 por la clase media católica-liberal y sectores empresariales, y otra parte de orientación laica que se fusionó dentro y fuera del gobierno.

La mayoría de los grupos organizados de la clase media urbana adoptó un tono beligerante y se aglutinó en torno de dos aspectos fundamentales: un nacionalismo recalcitrante y una gran desconfianza a lo que percibían como intervencionismo estatal, el odio a Estados Unidos que permeó varios grados de antisemitismo, así como el rechazo a las ideologías extranjeras: el comunismo y la influencia soviética. Se manifestaron contra la educación socialista, las movilizaciones sindicales, el ejido colectivo, la ley de expropiación de 1936 y la política exterior del gobierno.[ 6 ]

La posibilidad de que las ideologías totalitarias tuvieran mayor influencia en la población mexicana, cosa que era factible, colocaba a la izquierda oficial en un predicamento: si continuaban con el proyecto de reformas cardenistas la división de la sociedad sería terrible y probablemente la oposición podría recurrir a la guerra civil, lo que provocaría sin duda, la intervención norteamericana por razones de seguridad; pero también existía la posibilidad real de que la oposición llegara al poder, por lo que la izquierda oficial con Lombardo Toledano a la cabeza decidió emprender el camino de la conciliación, ya que las circunstancias imponían un cambio de rumbo, si querían conservar el poder. En estas condiciones, se pensó en la selección de un candidato moderado que permitiera unificar distintos intereses y que pudiera quitarle las banderas de lucha a la oposición.

La disputa preelectoral

Hacia fines de 1938 se había logrado un objetivo fundamental del régimen: la transformación del partido oficial de PNR a PRM con una estructura corporativa mediante la integración de cuatro sectores: el militar, el campesino, el obrero y el popular, con lo que se creaba una organización de masas "tutelada" por el gobierno con un compromiso a largo plazo con el cambio radical. Sin embargo, justamente esto se lograba después de la expropiación petrolera, creando fuertes presiones externas e internas que provocaron que el régimen cardenista frenara su avance y comenzara a dar marcha atrás en las reformas, con lo que perdía fuerza en tanto que la oposición política aumentaba.

El 1 de noviembre de 1939, en la convención nacional del partido, se seleccionaría a su candidato para contender en 1940. La sucesión sería determinada por las organizaciones de masas creadas en estos años e incorporadas al partido oficial; sin embargo, el presidente Cárdenas no pudo impedir las especulaciones en torno de la sucesión, y su decisión de no influir y no elegir a su sucesor creó una división en el interior del gobierno, entre los grupos de izquierda y sus rivales de centro-derecha, que aceleró la campaña presidencial pese a sus deseos de aplazar toda agitación prematura. En noviembre de 1938, un buen grupo de legisladores y gobernadores,[ 7 ] mediante un acuerdo, se propuso evitar a toda costa que el general Francisco J. Mújica, secretario de Comunicaciones y Transportes, amigo personal y consejero de Cárdenas, revolucionario distinguido y hombre de izquierda comprometido a extender más las reformas radicales iniciadas por Cárdenas, fuera lanzado como candidato del PRM. Así el Senado y la Cámara de Diputados constituyeron bloques de apoyo al secretario de Guerra, general Manuel Ávila Camacho,[ 8 ] quien también era amigo personal de Cárdenas, tenía una trayectoria menos notable que la de Múgica, con fama de moderado y con un apoyo fuerte de los militares, que en esos momentos era fundamental. La situación en el Senado era la siguiente: de los 58 miembros, 42 apoyaban a Ávila Camacho; 10 esperaban el momento para lanzar al general Múgica, y 6 se mantenían sin definirse.[ 9 ] Al finalizar 1938 un grupo de diputados encabezado por Alfonso García decidió anunciar públicamente la formación del Comité Central Orientador Pro Ávila Camacho,[ 10 ] y de ahí en adelante se formaron muchas organizaciones preelectorales a favor de Ávila Camacho.[ 11 ]

Sin embargo, todavía en enero de 1939 la CTM y la CNC no se habían manifestado por ningún candidato, lo que dio confianza a los simpatizantes de Múgica, que el 20 de enero lanzaron su precandidatura con un manifiesto atacando a los avilacamachistas, quienes habían olvidado discutir programas y no hombres, llamaban a la formación de un frente popular, dado que en el momento histórico que vivía el país el "ideal izquierdista puro" no podía presentarse como programa de gobierno, pero contemplaban la continuidad de la política agraria, la explotación colectiva de la tierra, la subordinación del interés privado al beneficio social, el apoyo a los derechos de los trabajadores y pugnaban porque aquellos actos esporádicos que pudieran presentarse de malos líderes fueran castigados. Confiaban en recibir el apoyo de las centrales obreras y campesinas.[ 12 ]

Este manifiesto constituyó el ocaso de la izquierda oficial; de aquí en adelante los mugiquistas empezarían su caída, ya que poco después los dirigentes más destacados de la CNC Graciano Sánchez y León García habían decidido manifestar sus simpatías por Ávila Camacho, y el 22 de febrero de 1939 el Consejo Nacional de la CTM declaró como precandidato del PRM también a Ávila Camacho. En estos momentos la administración de Cárdenas buscaba una política de "unidad nacional" dada la coyuntura internacional que era sumamente delicada; Cárdenas había apoyado firmemente a la república española contra el ascenso del fascismo, manifiesto con el triunfo de Franco en España, y había protestado contra las invasiones de Austria y Checoslovaquia, y esto requería un nuevo acercamiento a Estados Unidos. Lombardo Toledano temía la posibilidad de un golpe de Estado y explicó más tarde su posición:

En México necesitábamos un hombre que tuviera la autoridad para mantener unido al ejército, y que, a la vez, tuviera vínculos con el pueblo; nuestro país necesitaba quedar perfectamente unido porque estaba cada vez más claro el estado crítico de la situación. Por esta razón, creímos que Manuel Ávila Camacho, como jefe supremo del ejército, tenía gran influencia sobre los generales, coroneles y demás oficiales militares; durante muchos años había sido amigo de Cárdenas; habían luchado uno al lado de otro desde su juventud.[ 13 ]

El Partido Comunista Mexicano también se sumó a esta postura en aras de la "unidad a toda costa" ante las amenazas fascistas tanto internas como externas. Además había otras razones de la oposición a Múgica, que era el apoyo a Trotsky y la propuesta para la creación de un frente popular fuera del partido. Los mugiquistas advirtieron que en efecto, el peligro de una contrarrevolución existía pero se encontraba en la falsa unión que proclamaba la CTM y el PCM,[ 14 ] y tenían razón, el régimen de Ávila Camacho daría en los años siguientes un giro de noventa grados en relación con el proyecto reformista del cardenismo.

Otro factor decisivo en este proceso fue el ejército, que constituía uno de los cuatro sectores del partido, y la mitad de los gobernadores eran militares; si bien tenía resquemores respecto de la fuerza que había adquirido Lombardo y la CTM con su política de izquierda antimilitar, y su propuesta a los obreros de formar una milicia popular les era inaceptable, temían que, al armar a las milicias obreras, llegaran a destruir su poder. Sin embargo, la mayor parte del ejército prefería a Ávila Camacho más que a Múgica, ya que éste había pasado la mayor parte de su vida en el ejército, entendía muy bien los intereses de esta institución y era considerado un soldado y no un político.[ 15 ]

Dos días después de que la CTM dio a conocer a su candidato, la CNC hizo lo mismo, realizó su convención para elegir su candidato y los resultados fueron: Ávila Camacho, 1 826 615 votos; Gildardo Magaña 17 084; Múgica, 648; Rafael Sánchez Tapia, 151; Juan Andrew Almazán, 3; y Lombardo Toledano, 3.[ 16 ] Los mugiquistas estaban derrotados en el gobierno, y el 13 de julio de 1939 Múgica renunció a su campaña. Finalmente Cárdenas aceptó la candidatura de Ávila Camacho, aunque no la aprobó públicamente. Es posible que ante esta coyuntura Cárdenas, aunque hubiera preferido personalmente a Múgica, como la continuidad de su proyecto, difícilmente hubiera podido imponerlo a los gobernadores, a la CTM y al ejército, ya que los miembros más destacados de estas agrupaciones se oponían.

Los callistas

Después del debate en el interior del gobierno respecto de la sucesión presidencial en las cámaras legislativas, el 8 de diciembre se presentó un suceso que evidenció que el problema de la sucesión afectaba a otras fuerzas que estaban dispuestas a participar en la cuestión electoral. El general Manuel Pérez Treviño, quien había sido presidente del primer comité ejecutivo del PNR en 1929, gobernador de Coahuila, precandidato a la presidencia de la república con Lázaro Cárdenas y embajador de España y Chile, lanzó un "llamamiento a la masa ciudadana",[ 17 ] donde planteaba que el PRM se había convertido en instrumento de ambiciones personalistas y había olvidado la satisfacción de los derechos ciudadanos de las mayorías y no había logrado "cimentar y desenvolver una democracia orgánica"; hacía un examen de todos los males que agobiaban al país, para posteriormente corregirlos e invitaba a la ciudadanía a unificarse en un nuevo partido político para la próxima sucesión presidencial, ya que existía un verdadero desastre nacional en el orden económico, político y social. El partido en formación era el Partido Revolucionario Mexicano Anticomunista (PRMA).

De inmediato hubo reacciones en torno de las posibilidades de que el callismo y los callistas pudieran volver a tomar el poder político. En opinión del periódico La Prensa "ni los católicos, ni los viejos revolucionarios, ni los mismos capitalistas mexicanos parecen tener simpatía alguna por el retorno callista".[ 18 ] Aun cuando Pérez Treviño había declarado no tener ligas con Calles ni con el callismo, se decía que éste actuaba bajo la influencia de Plutarco Elías Calles, lo que de alguna manera era cierto.

Manuel Pérez Treviño, Melchor Ortega, Luis L. León, Joaquín Amaro y Luis N. Morones, entre otros, habían sido políticos muy ligados a Calles durante su gestión en la presidencia entre 1924 a 1928 y durante los años posteriores, incluso los tres primeros habían sido miembros del primer comité ejecutivo del PNR en 1929. Durante el Maximato, Plutarco Elías Calles había ejercido el poder tras bastidores en los gobiernos de Emilio Portes Gil, Pascual Ortiz Rubio y Abelardo L. Rodríguez (1928-1934). Calles y sus partidarios seguían apoyando el modelo de desarrollo capitalista existente, basado en la empresa privada, las exportaciones, las inversiones extranjeras, el control riguroso de los obreros, la modernización del campo para lograr el aumento de la producción y la corrección del sistema ejidal.[ 19 ]

A fines de 1934 existía un ambiente de descontento en el país cuyas causas eran diversas: por un lado, la corriente anticlerical inspirada por Calles, cuyo radicalismo resentían la Iglesia y la población católica; la reforma del artículo tercero constitucional en 1933 y la consecuente implantación de la educación socialista; los efectos de la crisis mundial de 1929, que acentuaron el deterioro del nivel de vida de los trabajadores y los conflictos intergremiales que provocaron el descenso de la CROM y la creación de la CGOCM en 1933, y finalmente una buena parte de descontento se debía a la interrupción y disminución del reparto agrario.

Al llegar Lázaro Cárdenas a la presidencia de la república, en diciembre de 1934 todo parecía evidenciar la continuidad del maximato, ya que varios callistas ocupaban puestos clave en el gabinete y era sabido que, aunque Calles se encontrara en "Las Palmas" en Cuernavaca, o en "El Tambor" en Sinaloa, senadores, diputados y gobernadores iban y venían a su casa para tratar asuntos políticos.[ 20 ] Sin embargo, Cárdenas sabía que podría haber problemas con el general Calles, pero sobre todo con sus amigos descontentos por sus aspiraciones políticas no satisfechas, y opinaba: "Viví la época del gobierno del ingeniero Pascual Ortiz Rubio y conocí lo que ellos influyeron para su renuncia como presidente de la república".[ 21 ] Sobre todo se refería a Manuel Pérez Treviño, Luis L. León y Luis N. Morones, que habían quedado fuera de los puestos de mayor relieve.

A principios de 1935, las huelgas aumentaron y la actitud de Cárdenas de favorecer a los obreros y a los campesinos alarmó a los empresarios que reaccionaron haciendo una campaña contra el gobierno, incluso con paros en las empresas, y el 12 de junio de 1935 apareció en los periódicos una entrevista en donde el jefe máximo manifestó su desacuerdo con la política laboral del gobierno de Cárdenas y acusó a sus líderes. También criticó la división de "cardenistas y callistas" dentro del Congreso, recordando lo que había ocurrido en el periodo de Ortiz Rubio.[ 22 ] Con estas declaraciones se hizo pública la división entre Cárdenas y Calles que se convirtió en un conflicto no sólo personal sino en un conflicto dentro del grupo en el poder, un enfrentamiento entre dos diferentes grupos, con distintas maneras de concebir la política y el desarrollo del país.

La crisis provocó una recomposición de las fuerzas obreras; la vieja CROM de Luis N. Morones y la CGT de Julio Ramírez se aliaron a Calles, y la CGOCM de Lombardo Toledano, los comunistas con la CSUM y los sindicatos de electricistas y ferrocarrileros lo hicieron con Cárdenas. Así, con el sindicalismo más combativo, el gobierno se orientó hacia la izquierda, dándole una base de apoyo con la que Cárdenas pudo enfrentar la lucha contra Calles. Pero el apoyo más importante estaba en el ejército y Cárdenas había sustituido de los mandos militares a los generales conocidos como callistas, por otros que por distintas razones habían sido antiobregonistas, y anticallistas, y se encontraban en cargos menores o habían sido excluidos de la política.[ 23 ]

Cárdenas pidió la renuncia a su gabinete, sacando a los callistas de puestos importantes, y en diciembre de 1935 Calles regresó a México acompañado de Luis N. Morones en una absurda defensa al régimen callista; de inmediato fueron sustituidos de sus cargos el general Manuel Madinabeytia en la primera zona militar y el general Joaquín Amaro en la Dirección General de Educación Militar, y días después fueron expulsados del PNR Plutarco Elías Calles, Fernando Torreblanca, Manuel y Agustín Riva Palacio, Melchor Ortega, José María Tapia y Luis L. León. Esta ruptura política y la subsiguiente expulsión de Calles del país, en 1936, le permitió a Cárdenas consolidar el poder presidencial como una institución fundamental del sistema político mexicano y deshacerse de una vez por todas de los callistas.

Calles, quien se encontraba en San Diego, California, mantuvo constante comunicación con varios amigos y seguía paso a paso la política cardenista, la cual consideraba que estaba llevando al país al comunismo y al borde de una crisis; esperaba que sus amigos en México estuvieran preparados para cualquier eventualidad que pudiera presentarse en el gobierno, para rectificar el rumbo del país dadas las condiciones de desastre, y aprovechar la coyuntura para buscar las posibilidades de recuperar el poder.

A principios de 1938 el general Joaquín Amaro,[ 24 ] quien había sido secretario de Guerra durante los periodos presidenciales de Calles, Emilio Portes Gil y Pascual Ortiz Rubio, le escribía a Calles sobre la decisión que había tomado un grupo de revolucionarios y él para crear un programa político que pudiera resolver los problemas sociales del país, que impusiera orden en las cosas que se habían alterado.[ 25 ] Le envió también una propuesta que habían elaborado algunos amigos para organizar un partido político; le propuso buscar fondos para iniciar un movimiento político y cooperar con su influencia en el terreno internacional.

Dicha propuesta se había aplazado, por esperar la transformación del PNR y conocer los lineamientos del nuevo partido y sobre todo se sabía de la rebelión del general Saturnino Cedillo y no querían que se les vinculara con dicho conflicto, como un grupo de despechados dispuestos a sumarse al primer movimiento de descontento. Pensaban que era posible luchar dentro de las filas del PRM, si las circunstancias les eran propicias, buscando el apoyo de sus propias asambleas, pero en caso de una imposición, que era muy probable, procederían como partido de oposición. En ambos casos, era necesario organizar contingentes en cada una de las entidades federativas para conocer con qué agrupaciones se contaba y aprovechar la influencia que algunos conservaban. Hacían una evaluación de los estados en los cuales creían que tenían ascendiente para organizar partidos locales en Sonora, Chihuahua, Coahuila, Nuevo León, Durango, Zacatecas, Tabasco, México, Puebla, Hidalgo y Campeche.[ 26 ] Señalaban las personas que podían apoyar, e incluso llegaron a pensar que no era remoto que el general Maximino Ávila Camacho pudiera simpatizar con su grupo, ya que era viejo amigo de Amaro.

Estos políticos caídos buscaban sin duda la revancha y el momento era ideal; tenían claro que para lograr atraer a candidatos había que ayudarlos "en política o se ayuda con influencia o se ayuda con dinero"; por el momento no tenían influencia a su alcance así que tenían que apoyar con efectivo, para lo cual se haría un plan para atraerse fondos. Otra sugerencia era que la CROM los apoyara para darle una base social al partido y que la opinión pública no los tildara de ser un apoyo a la reacción. Finalmente se consideraba como su posible candidato al general Joaquín Amaro, quien a su juicio no se había gastado en política, su hoja de servicios como soldado era brillante, su obra como secretario de Guerra todavía era vigente; además, gozaba de prestigio en el extranjero y su nombre era conocido en todo el país.

A Calles le parecía un acierto la formación de un partido político que se organizara pero, por supuesto, fuera del PRM, con nombres que no estuvieran gastados en la política, de altos antecedentes, capaces, prestigiados, toda vez que la situación del momento se resolvería por una buena campaña, seria, que interesara a la opinión pública, con un programa de gobierno que planteara "con toda valentía los problemas nacionales, sin palabrería hueca, sin halagos para las masas, que critique con valentía los errores cometidos por el actual gobierno".[ 27 ] En realidad los integrantes de este grupo estaban convencidos de que podían aprovechar el momento y volver por sus fueros. Sin embargo, contrariamente a lo que opinaba Calles, estaban más que gastados en la política, pero creían que era posible canalizar el descontento contra el régimen a su favor, máxime que ellos se habían opuesto a la política de Cárdenas.

En un semanario político se decía que hacía meses el general Calles estaba realizando trabajos de propaganda en México y en Estados Unidos, que se había organizado una reunión en San Diego para designar una persona que reuniera los requisitos para ser candidato de oposición. Sonaba el nombre del general Manuel Pérez Treviño pero, según las informaciones, "se cree que será el general Amaro".[ 28 ]

Los rumores no se hicieron esperar y, a mediados de enero, una nota periodística señalaba que en febrero sería lanzada la candidatura del general Amaro en Monterrey y se estaban realizando actividades de manera silenciosa en toda la república, pero principalmente en el norte, donde se encontraban los principales apoyos amaristas, señalando al general Eulogio Ortiz, como el organizador desde la ciudad de Torreón. Se creía que sería lanzada por el Partido Revolucionario Mexicano Anticomunista (PRMA) que dirigía el general Manuel Pérez Treviño, pero esto políticamente sería un error ya que se seguía pensando que éste actuaba bajo la influencia de Calles, por lo que este partido se abstendría de lanzar la candidatura, pues se quería evitar suspicacias y sólo hasta la celebración de una convención de la oposición apoyaría dicha candidatura, mientras tanto permanecería alejado de todos los candidatos.[ 29 ]

El Partido Revolucionario Anti-Comunista

Finalmente el 30 de enero de 1939 se constituyó el Partido Revolucionario Anti-Comunista (PRAC), señalando que la Constitución de 1917 había instituido como base de la organización política una forma de gobierno democrática, representativa y federal, y dichos principios se habían perdido en el actual régimen, por lo que rechazaban la aparición de doctrinas importadas que tendían a implantar una forma dictatorial, llámese "comunismo, nazismo o fascismo". Se planteaba como un partido democrático con un gobierno sin exclusión de grupos ni predominio de determinada clase social sobre otra; independencia de los partidos estatales y municipales condenando el centralismo que era el vehículo de las imposiciones. Respecto de la tierra, criticaban la tendencia "comunista", como la colectivización del ejido y las afectaciones hechas a la pequeña propiedad, y planteaban el fraccionamiento de los ejidos hasta convertir a los ejidatarios en pequeños propietarios con el apoyo económico del Estado, garantías a la pequeña propiedad y restauración del juicio de amparo para proteger a los propietarios, mantener el equilibrio entre patrones y obreros, apoyo a las conquistas sindicales y depuración de los métodos sindicales, acabar con la política oficial de agitación y demagogia, protección a la industria, garantías a los productores grandes o pequeños, combate al monopolio, revisión del sistema fiscal, sujeción del gasto público a entradas fiscales sin recurrir al ilegal sobregiro del Banco de México, mejoramiento económico y cultural para el ejército, libertad de expresión y religiosa, así como desarrollo y difusión de la instrucción pública eliminando la orientación comunista. Lo firmaban Manuel Pérez Treviño, Bernardo Gastelum, Melchor Ortega, Eduardo Vasconcelos, Pedro Cerisola, Agustín Riva Palacio, Bartolomé Vargas Lugo, Alberto Mascareñas, Luis Solórzano y treinta más.[ 30 ]

La estructura del partido estaba formada por una organización local llamada subdelegación y presidida por un subdelegado. Estas subdelegaciones se organizarían en cada pueblo, comisaría, congregación y rancherías que integraran un municipio. Todas las delegaciones de municipio se organizarían en una "delegación de distrito" y éstas a su vez en la "delegación de estado". Las organizaciones autónomas que se adhirieran al partido sólo en las elecciones federales quedarían sujetas a las decisiones del partido, conservando su autonomía en la política interior de los estados. Todas las delegaciones de estado formarían la organización del PRAC, encabezado por el Comité Ejecutivo Nacional y un Comité Consultivo Nacional que a la larga formaría un parlamento del partido. El Comité Ejecutivo Nacional estaría ubicado en la ciudad de México y estaría constituido por presidencia, vicepresidencia de Acción Política, vicepresidencia de Acción Legal, Secretaría General, Oficialía Mayor, Tesorería, Comisión de Prensa y Publicidad, Comisión de Propaganda, Comisión de Hacienda y Comisión de Relaciones Políticas.

El Comité Ejecutivo era el centro rector desde donde "deben partir todas las órdenes para la acción y el centro hacia el cual deben converger todas las fuerzas de respaldo", también podía nombrar provisionalmente a los delegados de estado y en determinadas ocasiones a los delegados de distrito y de municipio. Los procedimientos para la organización de estas delegaciones y los delegados se harían mediante una asamblea con la intervención de un miembro del Comité Ejecutivo; éstos, a su vez, nombrarían a delegados encargados de la propaganda y la organización en los distritos y municipios. Así la organización del partido era absolutamente piramidal, y muy parecida a la del partido oficial y, no era de extrañarse, varios de sus dirigentes habían participado en la creación del PNR,[ 31 ] ya que iba desde el Comité Ejecutivo a las delegaciones de estado, de éstas a las delegaciones de distrito, después a las delegaciones de municipio y finalmente a las subdelegaciones y a los grupos. Esta estructura la justificaban de momento porque tenían poco tiempo para organizarse dadas las circunstancias de la lucha política, aunque la democracia era la máxima aspiración del partido. Cuando estuvieran organizadas las delegaciones se convocaría a una Convención de Estado y se nombraría por votación secreta al delegado definitivo, y respecto del Comité Ejecutivo Nacional y el Comité Consultivo se efectuarían en la Convención Nacional siguiendo los estatutos del partido. El lema era: "Anticomunismo, democracia y reconstrucción nacional".

Paralelamente en la prensa se opinaba de otros posibles candidatos que se encontraban en un camino sin salida, ya que para ser realmente populares necesitaban romper con el PRM ; pero para poder tener posibilidades de ser electo necesitaban el apoyo del partido, como era el caso del gobernador de Michoacán, el general Gildardo Magaña, quien tenía fuerza por su pasado revolucionario y zapatista para suceder al general Cárdenas. Había encontrado la fórmula para quedar bien con el pueblo y con el PRM, ya que en su programa había señalado: "soy enemigo del agrarismo absorbente y desenfrenado, y la prueba de ello es que me he constituido en defensor de la propiedad individual", y al mismo tiempo "sigo siendo revolucionario agrarista de la extrema izquierda y la prueba es que no defiendo a los latifundistas, sino a los campesinos que han menester protección".[ 32 ] Esto era explicable en los precandidatos, porque en todas las elecciones de México habían ganado los candidatos oficiales.

El 17 de enero renunciaron a sus cargos públicos los generales Manuel Ávila Camacho, secretario de la Defensa Nacional; Francisco J. Múgica, secretario de Comunicaciones y Obras Públicas, y Rafael Sánchez Tapia, comandante de la primera zona militar,[ 33 ] para lanzarse a la actividad política con lo que se aceleraba la lucha política por la sucesión presidencial. Poco antes de 1938, se organizaron distintas agrupaciones para hacer frente común al régimen cardenista; en 1937 se había formado la confederación de la clase media. Muchos de sus integrantes, los conservadores, eran simpatizantes de la ideología fascista. También se constituyeron el Partido Antirreeleccionista Acción, la Vanguardia Nacionalista Mexicana (ex Dorados), las Juventudes Nacionalistas y el Partido Nacional Femenino y en noviembre de 1938 se había reorganizado el Partido Social Demócrata de Jorge Prieto Laurens, agrupando a varios sectores de la clase media de provincia, y también el Frente Contitucionalista Democrático Mexicano (FCDM), organizado por el diputado Bolívar Sierra y el general Ramón F. Iturbe, agrupando a pequeños propietarios del norte y algunos ex militares obregonistas.[ 34 ]

A principios de febrero se constituyó el Comité Revolucionario de Reconstrucción Nacional (CRRN) con el objeto de organizar a los partidos, agrupaciones o individuos dispuestos a luchar por una rectificación necesaria de la política cardenista. Estaba integrado por viejos revolucionarios olvidados por el gobierno ya que habían participado en rebeliones fracasadas, habían sido maderistas, zapatistas, carrancistas, delahuertistas, escobaristas, incluso la mayoría habían sido enemigos durante años, por lo que fueron denominados por Lombardo Toledano los "cartuchos quemados", el licenciado Gilberto Valenzuela, Emilio Madero, Juan C. Cabral, Marcelo Caraveo, Pablo González, Jacinto B. Treviño, Aquiles Elorduy, Carlos Roel y Atl.[ 35 ] Sin embargo, aunque no abiertamente, éstos habían decidido apoyar al general Juan Andrew Almazán, y diversos partidos pequeños independientes se unieron al PRAC, señalando que había que tomar posiciones en contra de la tendencia comunista que predicaba la sociedad sin clases y la abolición de la propiedad privada, buscando adhesión al comité organizador de la Convención Nacional Independiente. Firmaban, por el Partido Social Demócrata, Prieto Laurens; por el Partido Nacionalista, el coronel José A. Inclán, y por la Vanguardia Nacionalista Mexicana, el licenciado Rubén Moreno.[ 36 ] Y el Partido Antirreeleccionista Acción pugnaba por luchar contra el comunismo en sus diversas manifestaciones, y en general compartía los postulados del PRAC.[ 37 ] Se pensaba que estas organizaciones tenderían a unificarse para desarrollar una acción conjunta para después sostener un candidato que se decidiría en una Convención Nacional.

También en esos días se constituyó el Comité de Exploración para la candidatura del general Juan Andrew Almazán,[ 38 ] quien había sido secretario durante el periodo de Ortiz Rubio, jefe de la VII Zona Militar de Nuevo León durante varios años y en ese momento director de la compañía de construcción "Anáhuac"; era uno de los hombres más ricos de México. Dicho comité era organizado por el licenciado Eduardo Neri,[ 39 ] y buscaba explorar en toda la república las adhesiones, sobre todo en el norte donde hacía tiempo que le habían pedido a Almazán que fuera candidato. Este comité agrupaba también a clases medias y antiguos revolucionarios de distintas corrientes, así como a periodistas y artistas como Salvador Azuela y Diego Rivera.

A diferencia de la campaña de 1929, la clase media ahora contaba con un aliado económicamente poderoso que eran los empresarios de Monterrey, que se agrupaba alrededor de la Fundidora de Fierro y Acero, quienes querían participar y dar un cambio al sistema político, apoyando en una primera alianza la candidatura de Almazán,[ 40 ] quien era muy estimado por estos grupos. Todas estas organizaciones, que por diversas razones se encontraban fuera del poder político, comenzaron a cuestionar la política del régimen cardenista.

El manifiesto de Amaro

El 7 de marzo, después de haber obtenido su licencia respectiva para actuar en política y solicitar legalmente su ingreso al PRAC, Amaro publicó un manifiesto en el cual por vez primera hacía una crítica abierta y muy dura al gobierno cardenista y condenaba las tendencias comunistas y fascistas del régimen, el ataque a la pequeña propiedad rural, el colectivismo en la explotación de la tierra como una forma de esclavitud con un patrón todopoderoso, el rechazo a la política obrerista para beneficio exclusivo de los líderes, el nepotismo y el favoritismo. Asimismo exigía poner un alto a las tendencias inflacionarias y respetar los fondos del Banco de México, y concluía criticando uno de los aspectos de mayor trascendencia de la política cardenista diciendo:

condeno con toda energía el abuso que se ha hecho de la facultad gubernamental de expropiar, la cual se ha empleado en muchos casos sólo para satisfacer vanidades personales, sin beneficio para nadie y sin que esa acción responda a exigencias graves de interés público; y, es más, juzgo que es antipatriótico crearle al país compromisos de carácter internacional a sabiendas de que no estamos financieramente capacitados para cumplirlos con grave peligro de la soberanía de la patria. [ 41 ]

Para Amaro la lucha se reducía a dos tendencias: continuismo del actual régimen o rectificación de los procedimientos del gobierno.

Al día siguiente, la indignación no se hizo esperar; la burocracia oficial en conjunto se hizo manifiesta, ya que se expresó una avalancha de declaraciones contra él, como la de Múgica, quien señaló:

nunca ha sido político y efectivamente, no ha sido político, no es político y no podrá serlo nunca, como lo prueban las contradicciones flagrantes contenidas en dicho documento que es, fundamentalmente, constancia viva de que no han bastado sus buenas intenciones de autodidacta, ya que el señor general Amaro continúa padeciendo una deplorable confusión teórica, por no decir ignorancia de nuestros problemas nacionales [...] nos ha dado muestras del móvil de su acción cuando, incongruentemente, se dirige a la república declarando no tener ligas ni compromisos y envía simultáneamente su adhesión al partido donde se refugian los residuos del callismo. [ 42 ]

El centro pro Ávila Camacho lo consideró una válvula de escape del callismo que se consideraba como un cadáver,[ 43 ] la CTM opinó:

la voz del general Amaro es la voz de la reacción que quiere rectificaciones y, más todavía, la desaparición de todo movimiento progresista y revolucionario en nuestro país. Esta voz está ligada a la obra subversiva y de conspiración que desarrollan las fuerzas enemigas de la revolución [...] nos tiene sin cuidado el manifiesto rebelde del general Amaro, pues lleva una intención semejante en sus líneas a la que se embarcó en su aventura el general Cedillo. [ 44 ]

Sánchez Tapia declaró: "Amaro es el menos indicado para lanzar cargos al gobierno, pensar en Amaro es retrotraerse en la época cavernaria, pues no hay que olvidar que se trata nada menos que del individuo que asesinó a Basave y Piña, a Morán y Barrios Gómez. Además, Amaro es el verdadero responsable de los asesinatos de Huitzilac."[ 45 ] El senador Cándido Aguilar declaró que era el hombre menos indicado para combatir un gobierno como el del general Cárdenas, que no se ha manchado las manos con oro ni con sangre.[ 46 ]

La CNC comentó que Amaro no "tenía ninguna autoridad moral para discutir los problemas de carácter social y económico del pueblo de México. No tiene esa autoridad [...] porque si jamás los entendió menos pudo analizarlos Un hombre primitivo como él, que todavía en los últimos años llevaba prendida en la oreja la huella del canibalismo, no tiene derecho a criticar una obra que no entiende".[ 47 ] En ese tenor continuaron las declaraciones del PRM, el bloque de la Cámara de Senadores, el frente único del poder legislativo, el sindicato de petroleros, la Sociedad Agronómica Mexicana, la sección juvenil del PRM entre otras, y Cárdenas recibió enorme cantidad de telegramas de adhesión, de la legión de veteranos de la revolución, el Partido Unificador Juventud Mexicana, el Sindicato Industrial de Trabajadores Mineros y Metalúrgicos, los comunistas de Campeche, las comunidades agrarias de Colima, el Frente Único Pro Derechos de la Mujer en Mérida, entre muchos más, protestando contra Amaro, tildándolo de antipatriótico, traidor y reaccionario.[ 48 ] Sin embargo, la crítica no iba a las razones del manifiesto, a su contenido, sino básicamente a quien lo señalaba.

Incluso la reacción contra Amaro fue más allá de las declaraciones: el día 10 el procurador de justicia militar afirmó que éste no tenía derechos ciudadanos por estar sujeto a una investigación criminal por el caso de Huitzilac[ 49 ] y el bloque de la Cámara de Diputados pidió que fuera dado de baja por considerársele indigno de pertenecer al ejército.[ 50 ] Se formó una comisión del bloque de la Cámara de Diputados para tratar con el presidente el asunto de Amaro. Después apareció en la prensa una declaración con las siguientes palabras: "automáticamente causó baja del ejército nacional, él mismo dictó su propia sentencia al atacar intempestivamente, y sin justicia a las instituciones".[ 51 ] Amaro estaba de licencia y aunque se le podía expulsar si se lo hubieran propuesto, cosa que no ocurrió, él había causado baja a partir del 1 de abril, de agregado en el Estado Mayor y alta a disposición de la Dirección de Armas en el entendido de que gozaba de licencia para dedicarse a asuntos políticos y por tiempo indefinido.[ 52 ]

En efecto, un año antes, en las mismas fechas, Amaro había rendido su declaración ante el Ministerio Público, ya que se había abierto la investigación sobre los asesinatos de Huitzilac, de la cual saldría sin problemas como todos los que habían de alguna manera participado en estos hechos. Incluso poco después del manifiesto se rumoraba que Amaro tenía ligas con las empresas petroleras expropiadas, ya que uno de los dueños estaba dando $30 000.00 mensuales al fondo político del general Amaro.[ 53 ]

Los apoyos para el manifiesto fueron muy pocos; el PRAC por supuesto criticó el enojo del presidente de la república, porque se decía que podía dar de baja del ejército a Amaro por no estar de acuerdo con sus ideas, pero sólo los tribunales podían juzgar las opiniones de los ciudadanos.[ 54 ] El Partido Nacionalista felicitó a Amaro por sus valientes declaraciones que ningún jefe de la oposición había hecho y señalaba que las protestas públicas no tenían validez por provenir de los sectores burocráticos,[ 55 ] y el Partido Social Demócrata de Prieto Laurens declaró que el manifiesto era viril, sereno y patriótico.[ 56 ] En un periódico de crítica política, El Hombre Libre, se advertía a los candidatos que contenderían fuera de las filas del gobierno: "Trataremos como rebelde a cualquiera que se oponga a la candidatura de Ávila Camacho".[ 57 ]

Calles comentaba que la acometida contra Amaro sólo iba a conseguir que su personalidad adquiriera mayor relieve y más simpatías, pero en el fondo de los ataques había una advertencia de que iban a usar la represión y la violencia para impedir el ejercicio de los derechos ciudadanos para la oposición.[ 58 ]

Sin embargo, en contra de lo que opinaba Calles, el manifiesto le había restado enorme fuerza en vez de sumársela; había dañado gravemente sus posibilidades de lograr la unificación de la oposición en torno de su candidatura, no sólo por la fuerza de la respuesta sino por la verdad que contenían las acusaciones sobre su despotismo y sus vínculos con lo que quedaba del callismo. Amaro sin proponérselo le hacía un gran favor a Almazán por haber sido el primero en declarar abiertamente la necesidad de las rectificaciones del cardenismo, punto clave en el programa de la oposición, pero fundamentalmente porque le permitía a Almazán ubicarse en una posición menos radical y extrema, más conciliadora, permitiendo así una adhesión cada vez mayor a su candidatura, "ni a la derecha ni a la izquierda".

De aquí en adelante hubo un reacomodo de las fuerzas de la oposición para organizarse, varios intentos en la unificación; sin embargo, el CRRN, que no tenía el propósito de fusionarse con ninguna organización política ya que las fuerzas que lo agrupaban eran diversas, se organizaba como un grupo coordinador de los postulados del comité, no como un partido político, y cada una de las organizaciones que se adhirieran mantendrían su autonomía.[ 59 ] El 15 de abril, causando revuelo, por fin el general Juan Andrew Almazán declaró que oportunamente solicitaría su licencia del ejército para entrar en actividades políticas. Esto generó enorme interés en las agrupaciones independientes pensando en lograr la unificación con un programa revolucionario alejado de extremismos.[ 60 ] Pero lo que no se sabía era si Almazán iba a jugar dentro del PRM o fuera de él, ya que Almazán esperaba ser nominado candidato oficial. Sin embargo, esto no sucedió ya que Cárdenas sin decirlo había tomado su decisión. Finalmente el 16 de junio Almazán, después de varias muestras de adhesión de los ferrocarrileros, los obreros y campesinos del estado de Puebla, la Confederación de la Clase Media dirigida por Enrique Sáenz de Sicilia y muchas otras, solicitó su licencia para separarse del servicio activo en el ejército.

La campaña

A pesar del duro golpe al PRAC, sus dirigentes creían que al haber definido claramente su posición atraerían a sus filas mayores adhesiones, máxime que poco a poco crecía una actitud de reproche a la administración pública, que podían canalizar con los brazos abiertos a su partido. A principios de junio, Amaro fue designado secretario general del partido para desarrollar su organización y su cohesión y convertirlo en una gran fuerza que lograra ganar en la lucha electoral. Se inició la organización a nivel regional y local estableciendo varios puntos:

Designar una persona de prestigio y arraigo en el estado y con tiempo disponible para dedicarse a la organización.

Aprobar un plan para la organización del partido y desarrollar la campaña, haciendo las sugerencias que juzguen pertinentes.

Establecer un plan de financiamiento para prever las cantidades y cubrir esos gastos.

En relación con el dinero se les informaba que el partido había emitido una serie de "bonos cívicos" que se estaban colocando entre amigos y correligionarios, con "discreción e integridad". Los bonos eran de $10.00, $25.00, $50.00 y $100.00 mensuales. Los dirigentes del partido pensaban que los grandes capitalistas apoyaban su programa, ya que les garantizaban sus inversiones, pero Amaro decía, con enorme ingenuidad: "en su fuero interno, desean nuestro triunfo, pero son miedosos y no se deciden a proporcionarnos cooperación económica, por temor a comprometer sus intereses ante el impulsivismo de las fuerzas oficiales y sus arbitrariedades",[ 61 ] por lo que había que buscar otras formas para financiarse en los sectores populares, la clase media, los pequeños comerciantes y los industriales, pues no se contaba con recursos abundantes. Así, se planeaba sostener el partido en los estados de la república mediante un autofinanciamiento; aunque sabían que no se podía hacer política sin dinero, confiaban en poder conseguir el respaldo popular y de la opinión pública.

Amaro comentaba que, si fuera cierto que sólo se podía hacer política disponiendo de grandes sumas de dinero, llegaríamos a la conclusión de que sólo habría dos candidatos: "el del gobierno, sostenido por los dineros del pueblo y el conservador, y quizá reaccionario, sostenido con los dineros de los ricos y desde luego supeditado a esos grandes intereses".[ 62 ]

En el fondo sabían perfectamente que sin dinero estaban perdidos y estaban haciendo todo lo posible por conseguirlo; incluso Calles buscaba afanosamente conseguir apoyo económico para el PRAC entre sus amigos en Estados Unidos sin mucho éxito, diciéndole a Amaro: "Créame usted que las cantidades que le fueron remitidas [...] fueron el resultado de un esfuerzo máximo, pues las condiciones existentes aquí son por demás difíciles".[ 63 ] Sin embargo, él enviaba $150.00 mensuales como aportación personal.[ 64 ]

El partido continuó su campaña insistiendo en sus postulados y en su programa sin designar legalmente a su candidato, lo que indudablemente generaba desorientación en los centros políticos regionales, como en el caso de las agrupaciones independientes del estado de Jalisco que hicieron pública su decisión de apoyar a Amaro como su candidato. Sin embargo, éste, después de felicitarlos contestó que no podía aceptar esa candidatura mientras no se lograra la unificación en una Asamblea Nacional de Partidos Independientes y fuera designado.[ 65 ] Por el momento quería conservarse como un elemento de unificación. En el partido había muchas dudas e indecisión al respecto. Melchor Ortega opinaba que estos grupos consideraban que debería aceptar ya la candidatura para darle mayor fuerza a la campaña, y a lo mejor tenían razón; sin embargo, si esto se hacía, dificultaría enormemente la unificación y les restaría posibilidades de triunfo.[ 66 ]

A mediados de junio el CRRN estableció su plan de gobierno, el cual llevaría su candidato en el siguiente sexenio, señalando lucha contra la impunidad; responsabilidad de los servidores públicos; armonía entre la libertad y el orden; reformas del sistema electoral para sustituir el de mayorías numéricas por representación proporcional de funciones, gremios o fuerzas sociales y económicas; implantación de verdadera justicia; libertad de culto y de expresión; libertad de enseñanza, trabajo y comercio, y respeto a los derechos cívicos y consideraciones recíprocas en las relaciones internacionales.[ 67 ]

Ya desde abril, Manuel Pérez Treviño y Amaro se habían trasladado a Monterrey para hablar con Almazán, e independientemente de sus diferencias personales, que las habían tenido desde que Amaro había sido secretario de Guerra, y sus posiciones políticas distintas, que se habían definido en el enfrentamiento de Cárdenas y Calles, vieron la posibilidad de aliarse en un programa conjunto que pudiera aglutinar a la oposición contra la candidatura oficial, para lo cual, en junio, Amaro preparó un proyecto con 13 puntos donde se hacía hincapié en las coincidencias de objetivos, sin tomar en cuenta las preferencias personales de los grupos con los que estaban ligados, para crear una Confederación de Partidos Independientes que convocara a una convención nacional.[ 68 ] Sin embargo, aunque el documento retomaba en gran medida el manifiesto de Amaro y Almazán buscaría una posición más cautelosa y menos beligerante, no llegaron a ninguna alianza y, aun cuando los dos estaban en el terreno de la oposición, representaban intereses políticos distintos.

El 28 de julio Almazán lanzó su manifiesto dirigido al pueblo de México, señalando respecto del campo que los mismos ejidatarios debían depurar los censos agrarios para que los verdaderos campesinos obtuvieran la ampliación de sus parcelas, dar títulos para asegurar el patrimonio parcelario y las cooperativas agrícolas deberían ser ajenas a toda centralización burocrática; buscaría el estricto respeto de la ley para gobernados y gobernantes y se pronunciaba contra dos grupos: "el de los enemigos sistemáticos de la Revolución Mexicana que quisieran utilizarme para crear una situación de retroceso, que les devolviera privilegios definitivamente abolidos; las de los sostenedores de la imposición más grosera que se pretende realizar en México".[ 69 ]

El PRAC de inmediato comentó las declaraciones señalando las omisiones y los puntos no suficientemente claros, refiriéndose, en orden de importancia, al deseo de Almazán de no tomar en cuenta en su campaña los intereses de dos grupos mencionados; "nos hace temer que en el apasionamiento de la lucha, llegue a verse influenciado por el prejuicio sectario o de facción por lo que tanto ha sufrido nuestra patria". Y opinaban que "la exclusión de grupos o clases de la cosa pública es opuesta a la tendencia democrática integral, postulado indiscutible de la Revolución Mexicana. Por estas mismas razones es por lo que nosotros hemos condenado [...] la tendencia comunista".[ 70 ] Respecto del problema de la tierra, les parecía moderada su postura ya que no condenaba la colectivización del ejido, y respecto del trabajo no se profundizaba el problema de los conflictos obrero-patronales. En general la crítica iba en el sentido de que Almazán no condenaba abiertamente los procedimientos de la administración cardenista.

Al definir su posición política respecto del manifiesto de Almazán, el PRAC se había puesto "el saco" y había interpretado con mucha claridad que Almazán se refería a ellos como el grupo que buscaba recuperar sus privilegios "definitivamente abolidos". Si bien tenían un objetivo común, luchar contra el candidato oficial, desde este momento se mostraba cuáles eran las diferencias que había entre los grupos que apoyaban a Almazán y al PRAC : los primeros querían llegar al poder y los segundos quería recuperarlo.

El comité directivo del PRAC buscó su fortalecimiento, con la idea de crear un nuevo frente que incorporara a las fuerzas de la oposición, que incluyera a los grupos que habían quedado fuera del CRRN. La verdad es que buscaban atraer la hegemonía que tenía el CRRN sobre las clases medias que cada vez más se inclinaban hacia la candidatura de Almazán. Aun cuando los partidos políticos independientes esperaban celebrar una convención para escoger a su candidato y señalaron reiteradamente que les interesaban los principios, los programas y no las personas, en realidad empezaban a tomar sus posiciones y las posibilidades de unificarse eran cada vez más remotas; independientemente de que en general compartían ideas y tendencias, se veía difícil la unificación entre ellos, prueba de esto fue el intento frustrado de crear en agosto, una Confederación Nacional de Partidos Independientes, con 12 agrupaciones políticas.[ 71 ] Los primeros días de agosto se llevó a cabo la primera reunión para la creación de la Confederación y no sólo no hubo acuerdo en su formación, sino que mostró las enormes diferencias que existían entre ellos, pero sobre todo la falta de un candidato que pudiera realmente cohesionarlos.

El Frente Constitucional Democrático Mexicano pretendió manejar la sesión, favoreciendo la candidatura de Sánchez Tapia, y los almazanistas pensaron que estaba todo "cocinado", así que abandonaron la sesión, perdiéndose así la posibilidad real de unificación.

El PRAC continuó con los grupos independientes que constituyeron la Confederación de Partidos Independientes sin los almazanistas, y en septiembre se propuso organizar una convención donde se escogería al candidato, mencionándose a Amaro, Sánchez Tapia e incluso a Almazán. Sin embargo, a medida que pasaba el tiempo los problemas entre el FCDM y el PRAC se hacían cada vez más agudos, ya que cada uno buscaba inclinar a su candidato para la futura convención.

En octubre, el PRAC buscaba desesperadamente apoyo económico sin encontrarlo; en un memorándum confidencial probablemente dirigido a algunos de los dueños de las compañías petroleras expropiadas o algunos empresarios, les señalaba la necesidad de presupuesto para la campaña donde había que mandar camionetas con propaganda a los pueblos, discursos grabados en discos de fonógrafos, propaganda cinematográfica, y se habían hecho algunos trabajos en doce estados de la república pero faltaban los restantes y necesitaban su apoyo, pues estaban convencidos de que mientras el gobierno los considerase débiles no eran peligrosos, pero si lograban realizar una gran campaña, vendrían los atropellos, los encarcelamientos y asesinatos, lo que obligaría a la opinión pública a defender sus libertades con las armas en la mano. Por lo tanto su movimiento debía legitimarse con el respaldo de la mayoría de la población, "que sólo se podrá construir llevando adelante todos los trabajos cívicos [...] aunque parezca paradójico sólo una preparación cívica puede justificar una acción armada".[ 72 ] Si esto no se lograba, el gobierno no los atacaría y lograría imponerse en las elecciones y no tendrían motivos para protestar, y opinaban: "esto es lo que nos enseña la historia de las imposiciones gobiernistas". Nadie mejor que ellos conocía esta historia, sólo que ahora no tenían el poder para hacerlo. También sabían que en caso de un movimiento armado tendrían que contar con la benevolencia del gobierno norteamericano, por lo que había que realizar una propaganda intensa en Estados Unidos.

Además, el presupuesto que pedían era en dólares, para cubrir los siguientes nueve meses de trabajos en toda la república, los gastos de oficinas, propaganda, impresos, pagos a periódicos, gastos secretos, envío de camiones, etcétera; el total era de $450 000.00, distribuidos en $50 000.00 por mes,[ 73 ] y suplicaban una respuesta rápida. Es evidente que dicho grupo decidió no darles el apoyo que necesitaban y el PRAC inició su declive.

A principios de 1940, mientras la campaña de Almazán aglutinaba cada día mayores adhesiones en el recién creado Partido Revolucionario de Unificación Nacional (PRUN), como el Partido Acción Nacional, el Partido Antirreeleccionista, el Partido Laborista, viejos revolucionarios de diferentes facciones, además de jóvenes universitarios, reclutados por Antonio Díaz Soto y Gama de la Facultad de Derecho, del Centro de Estudios Jurídicos Lex, la Asociación Católica de la Juventud Mexicana (ACJM) y la Confederación Nacional de Estudiantes entre otros,[ 74 ] la situación económica del PRAC se tornaba más difícil; en el interior del partido en varias asambleas se pedía a los miembros su cooperación para reunir fondos suficientes para sostener la campaña de Amaro, se exhortaba a reunir a cien personas que estuvieran en posibilidades de dar $1 000.00 pesos cada una y se insistía en la necesidad de reunir fondos en toda la república. Incluso el general Espiridión Rodríguez, amigo personal de Amaro de veinticinco años atrás, buscó la cooperación económica del general Nicolás Rodríguez, que se encontraba en Estados Unidos exiliado y quien había fundado la Acción Revolucionaria Mexicanista "Los Dorados".[ 75 ] Dicha cooperación nunca llegó, o por lo menos no se hizo manifiesta; poco después se supo de su apoyo a Almazán.

Amaro recibió el apoyo de diversos grupos de provincia que deseaban su postulación, como el Partido Nacionalista, el Frente Queretano Anti-comunista, la Confederación de Partidos Revolucionarios de Jalisco, los pueblos del cuarto distrito de Puebla, el partido socialista de las izquierdas del estado de México, el Bloque de Orientación Revolucionaria Chiapaneca, la Organización Amarista en Tamaulipas, grupos independientes de Torreón, algunos presidentes municipales de Durango y algunos grupos campesinos de Michoacán. A todos contestaba de manera similar, que había que esperar que otros estados de la república se manifestaran a su favor para representar una corriente nacional, y que ésta fuera decidida en una convención nacional, entonces podría aceptar esa responsabilidad. En el fondo Amaro y su grupo no aceptarían si no tenían el éxito asegurado, cuestión que cada vez era menos probable. Sin embargo, la ansiada unificación de los grupos independientes empezó a hacer crisis y la esperada convención se fue retrasando y nunca se llevó a cabo por las pugnas internas de estos grupos que representaban a dos candidatos: el FCDM apoyaba a Sánchez Tapia y el PRAC a Amaro. Ninguno de los dos grupos fue lo suficientemente capaz de imponer al otro su postura.

A fines de enero, el partido tenía serios problemas internos y mucha indefinición sobre lo que debía hacerse, si Amaro aceptaba, o no, la candidatura. Melchor Ortega, vicepresidente del PRAC, fundador del mismo y representante del Partido Renovador Guanajuatense, renunció al PRAC y de inmediato se adhirió a la candidatura de Almazán.[ 76 ] Poco después las agrupaciones independientes de Jalisco retiraron su apoyo e hicieron lo mismo. En abril, el Partido Social Demócrata, dirigido por Jorge Prieto Laurens, se había dividido en dos grupos: uno a favor de Amaro y otro a favor de Almazán, disputándose cada uno la representación mayoritaria del partido. Según Prieto Laurens, después de realizar asambleas municipales y regionales, había resultado una absoluta mayoría a favor de Almazán, "como se lo hice saber al propio general Amaro desde que acordamos la coalición con el PRAC, con el único deseo de unificar a la oposición".[ 77 ] En Torreón, Coahuila, los grupos independientes que reconocían haber realizado una propaganda deficiente señalaban que "se habían cambiado a la campaña de Almazán". La CROM lidereada por Luis N. Morones, que en un principio se pensó que podía apoyar al PRAC, desde enero militaba en favor de Almazán y su fuerza no era despreciable; según la embajada norteamericana, contaba con 125 000 agremiados.[ 78 ]

Pero éste no era el único problema para el PRAC, sino que las organizaciones amaristas demandaban recursos económicos para llevar a cabo la campaña. Por ejemplo, en el estado de San Luis Potosí se solicitaban dos automóviles de segunda mano $2 000.00, pistolas y su dotación $1 000.00 pesos y $3 000 000.00 mensuales para gastos diversos, durante cuatro meses.[ 79 ] La Confederación de Partidos Revolucionarios de Jalisco solicitaba de $2 500.00 a $3 000.00 mensuales para registros, manifiestos y transporte, ya que carecían de toda clase de propaganda.[ 80 ]

Realmente sólo en dos lugares tuvo fuerte apoyo la campaña del PRAC : en el Distrito Federal y el estado de Durango. En el Distrito Federal, el licenciado Rodolfo Castillo Tieleman[ 81 ] informaba, a fines de abril, en la asamblea celebrada en el Teatro Abreu acerca de los partidos y agrupaciones que colaboraban con el partido: Club Revolucionario Anti-Comunista; Agrupación Revolucionaria Nacionalista; Partido Revolucionario de la Clase Media; Partido Nacionalista; Unión Nacional de Cesantes; Empleados y Obreros Libres; Bloque de Orientación Revolucionaria Chiapaneca; Partido Constitucionalista Mexicano; Juventudes Revolucionarias Anti-Comunistas; Agrupación Nacional Amarista; Acción Revolucionaria Mexicanista; Partido Nacional de Trabajadores del Volante, y el grupo mayoritario del Consejo Nacional del Partido Social Demócrata.[ 82 ] En Durango, con el apoyo de los presidentes municipales, se había registrado la candidatura de Amaro para la presidencia, y las de Salvador Mercado y Filiberto Ramírez para senador y suplente, respectivamente.[ 83 ]

Amaro en su campaña hizo siempre referencia a su postura y a los puntos expresados en su manifiesto, reconocía los logros de la revolución para el obrero y el campesino y se oponía al comunismo que "esclavizaba a los hombres al servicio de un solo amo: el Estado"; pugnaba en materia de educación por la libertad de conciencia, dando a los padres el derecho para inculcar a sus hijos sus ideas y su moral. Respecto de la intervención del ejército en la política, mediante un sector del partido oficial, Amaro se dirigió a sus compañeros señalando que querían hacerlos cómplices de una farsa, de obligarlos a respaldar a una minoría que hacía suya la representación de la voluntad popular y que pretendían continuar un régimen fracasado, y señalaba: "el candidato del gobierno será impuesto por cualquier procedimiento, inclusive el de la fuerza que nosotros, como ejército, representamos".[ 84 ]

Ya en estos meses se rumoraba que se preparaba una rebelión armada, encabezada por Almazán y Amaro, si no se respetaban los resultados de las elecciones, aunque muy poca gente creía que en realidad el gobierno permitiría elecciones libres y justas. Si había conflicto, dependía de la actitud que podía tomar el ejército, y eso lo conocía muy bien Amaro, ya que durante varios años había sido secretario de Guerra (1924-1931), y el gobierno había podido abortar fácilmente los conatos de rebelión de los generales Francisco R. Serrano y Arnulfo R. Gómez en 1927 y preparar la derrota de la rebelión escobarista en 1929; sabía lo factible que era para el gobierno acabar cualquier sedición de carácter militar, como lo había hecho con la rebelión del general Cedillo en 1938. Justamente su trabajo en el ejército había sido fundamental para modernizarlo, profesionalizarlo y disciplinarlo en la defensa y fidelidad a las instituciones, él había logrado someterlo al control del gobierno. Difícilmente podía pensarse que si no se había logrado la unificación con Almazán, mucho menos se podría organizar una rebelión dirigida por ambos. En opinión de Amaro, "los militares debemos dejar nuestras armas en los umbrales de los partidos políticos, pues esas armas nos fueron dadas únicamente para la defensa de la patria y no para convertir al ejército en una facción".[ 85 ] Pero, sobre todo, Amaro no iba a arriesgarse a destruir su obra en el ejército, que era reconocida por todos, apoyando una rebelión que probablemente iba al fracaso, máxime que percibía que la lucha política amenazaba en convertirse en un choque violento de facciones personalistas.

La embajada norteamericana no veía a Amaro con simpatía ni lo consideraba una figura popular, incluso el embajador Daniels, señalaba que

muchos elementos del país lo detestaban por sus conexiones con la administración del general Calles y su ruda agresión a la Iglesia católica. El ejército lo respetaba, pero al mismo tiempo lo temía y lo odiaba, como resultado de sus métodos para inculcar la disciplina como ministro de Guerra. [ 86 ]

Hacia mayo, el PRAC estaba perdido, no tenía ninguna posibilidad real de jugar en las elecciones, se había quedado sin apoyos y podía perder más en la contienda; era un hecho que Amaro no participaría en las elecciones,[ 87 ] esto se hizo oficial a mediados de junio cuando el PRAC decidió abstenerse de lanzar una candidatura, explicando que desde el principio las tendencias personalistas habían estado presentes en las agrupaciones independientes, lo que había creado muchas dificultades para realizar la Convención de Unificación Nacional, y decidir democráticamente al candidato; en esas condiciones, opinaban, el partido estaba colocado en una disyuntiva, "o adoptar fuera del procedimiento democrático una candidatura determinada, lo que equivaldría a contradecirnos o mantener el PRAC en su posición de partido genuinamente independiente".[ 88 ] Amaro declaró que sus esfuerzos habían sido inútiles y que declinaba su postulación de grupos muy respetables, pero que sólo eran una parte de la oposición.[ 89 ]

Lo cierto es que no tenían ninguna posibilidad de seguir adelante, habían perdido la revancha y lo único que quedaba era recomendar a sus organizaciones y grupos que votaran con toda libertad por quien quisieran. Pero no era difícil imaginar hacia dónde irían sus votos, ya que sólo había dos fuerzas reales en la contienda y Ávila Camacho tenía el apoyo, como señalamos, de los gobernadores, los caciques locales y regionales, los líderes que controlaban a los campesinos, las centrales oficiales de los trabajadores, la alta jerarquía del ejército y la burguesía industrial que había pactado con el gobierno. Los Estados Unidos, debido al conflicto de la guerra mundial, estaban dispuestos a cooperar en la defensa del continente americano contra cualquier intervención externa, por lo que era factible que apoyaran la continuidad del gobierno en caso de una revuelta armada. Era claro, entonces, que se inclinarían por él, y así ocurrió, pues días después se confirmó que el 90% de sus miembros votaría por el candidato oficial, en los estados de Hidalgo, Jalisco, Zacatecas y el Distrito Federal.[ 90 ] Poco antes de las elecciones, el candidato de Unidad Nacional señaló que llamaría a colaborar en su gobierno a todos los hombres de "capacidad y moralidad reconocida, aunque hayan militado en partidos contrarios".[ 91 ] Con estas declaraciones se abrían sus posibilidades de "acomodo" para el futuro. Finalmente lo que quedaba de este grupo se fue a la "cargada", y no era de extrañarse pues conocía perfectamente los métodos y las características del sistema político: ellos habían participado en su creación y eran parte del mismo.

Las elecciones

A pesar de las promesas reiteradas de Cárdenas de unas elecciones limpias y democráticas, se había regresado a la práctica tradicional; el 7 de julio, la votación fue absolutamente fraudulenta, manipulada e interrumpida por graves disturbios. El enfrentamiento violento entre almazanistas y avilacamachistas fue constante, el ejército y la policía mataron e hirieron a docenas de manifestantes, muchas de las casillas se habían cerrado temprano para evitar problemas de violencia, y muchos votantes no aparecían en las listas y no pudieron votar. Los diversos bandos se habían preparado para apoderarse de las urnas, ya que de acuerdo con la ley electoral los primeros en llegar se convertían en representantes de casilla, lo que ocasionó un sinnúmero de conflictos. Los diarios más importantes del país y del extranjero dieron el triunfo a Almazán.[ 92 ]

La embajada norteamericana se mantuvo con cautela, ya que días antes había recibido información de varios consulados que señalaban que "Almazán podía recibir la mayoría de los votos, pero Ávila Camacho sería declarado vencedor".[ 93 ] Los reportes enviados al Departamento de Estado afirmaban que Almazán había ganado la elección; el corresponsal extranjero de los Servicios de Noticias Internacionales envió un telegrama donde aseguraba que Almazán había arrasado en el Distrito Federal y en veinte estados, y el cónsul del distrito de Durango confirmaba que varios hombres de negocios estimaban que entre 75% y 90% de los votos había sido para Almazán.[ 94 ] Sin embargo, los resultados oficiales para la oposición fueron ridículos, y difícilmente se sabrá si Almazán ganó las elecciones; pero quedó claro que de aquí en adelante el partido oficial no tomaría jamás el riesgo de unas elecciones libres.

La responsabilidad del fraude electoral no fue sólo de Cárdenas, sino en realidad era la consolidación de un sistema iniciado durante los años veinte con el que se habían establecido las reglas del sistema político mexicano, que no tenía nada que ver con la democracia. Al contrario, significaba la presencia de un partido hegemónico de estructuras verticales convertido ya en un instrumento de trasmisión y de control, con un poder absoluto sobre la votación, ya que los candidatos del partido oficial gozaron de un éxito increíble, pues ganaron todas las curules del Congreso, y un presidencialismo sin límites que permitieron una "estabilidad política" notable en los años siguientes. El PRAC, como era de esperarse, se desintegró pocos meses después y varios de sus miembros se "acomodaron" a la política de Unidad Nacional durante el sexenio de Ávila Camacho, ya que el nuevo gobierno rectificaba los "errores cardenistas", por lo que el objetivo de su lucha había desaparecido.

[ 1 ] Juan Andrew Almazán, Memorias del general Juan Andrew Almazán. Informes y documentos sobre la campaña política de 1940, México, E. Quintana impresor, 1941; Albert L. Michaels, "Las elecciones de 1940", Historia Mexicana, México, El Colegio de México, v. XXI, n. 1, julio-septiembre, 1971; Ariel José Contreras, México 1940: industrialización y crisis política, 7 a. ed., México, Siglo Veintiuno Editores, 1992; Luis Medina, "Origen y circunstancia de la unidad nacional", en Lecturas de política mexicana, México, El Colegio de México, Centro de Estudios Internacionales, 1977; Luis Medina, "Del cardenismo al avilacamachismo", en Historia de la Revolución Mexicana, México, El Colegio de México, 1978, t. 18; Luis Ángel Domínguez Brito, El almazanismo, tesis de licenciatura en Sociología, México, Universidad Autónoma Metropolitana, 1979; Leticia E. González del Rivero, Disidencia, Estados Unidos y las elecciones de 1940, tesis de maestría en Historia, México, Universidad Iberoamericana, 1994.

[ 2 ] Luis Medina, "Origen y circunstancia de la unidad nacional", en Lecturas de política mexicana, México, El Colegio de México, Centro de Estudios Internacionales, 1977, p. 324.

[ 3 ] Alan Knight, "La última fase de la revolución: Cárdenas", en Historia de México, Barcelona (España), Crítica, 2001, p. 294.

[ 4 ] Leticia E. González del Rivero, Disidencia, Estados Unidos y las elecciones de 1940, tesis de maestría en Historia, México, Universidad Iberoamericana, 1994, p. 8.

[ 5 ] Luis Medina, "Del cardenismo al avilacamachismo", en Historia de la Revolución Mexicana, México, El Colegio de México, 1978, n. 18, p. 42.

[ 6 ] Leticia E. González del Rivero, Disidencia, Estados Unidos y las elecciones de 1940, tesis de maestría en Historia, México, Universidad Iberoamericana, 1994, p. 30-31.

[ 7 ] Entre éstos se encontraba Miguel Alemán, gobernador de Veracruz, quien dirigía la campaña;

Wenceslao Labra de México, y Marte R. Gómez de Tamaulipas, a iniciativa de Emilio Portes Gil.

[ 8 ] Para conocer la trayectoria militar y política de Múgica y de Ávila Camacho, véase el trabajo de Albert L. Michaels, "Las elecciones de 1940", Historia Mexicana, México, El Colegio de México, v. XXI, n. 1, julio-septiembre, 1971.

[ 9 ] Ariel José Contreras, México 1940: industrialización y crisis política, 7 a. ed., México, Siglo Veintiuno Editores, 1992, p. 29.

[ 10 ] El Universal, 30 de diciembre de 1938.

[ 11 ] Diferentes agrupaciones avilacamachistas impulsaron la formación de comités y asociaciones, lanzaron proclamas, enviaron adhesiones y llenaron los periódicos de inserciones pagadas para mostrar que tenían la fuerza para dirigir la campaña de su candidato.

[ 12 ]El Universal, 20 de enero de 1939. Los senadores que apoyaron el manifiesto fueron Ernesto Soto Reyes, Alberto Salinas Carranza, Campos Viveros, Alejandro Góngora Gala, Carlos Soto Guevara, Ignacio I. Figueroa y seis legisladores más.

[ 13 ] Albert L. Michaels, "Las elecciones de 1940", Historia Mexicana, México, El Colegio de México, v. XXI, n. 1, julio-septiembre, 1971, p. 96-97.

[ 14 ] Ariel José Contreras, México 1940: industrialización y crisis política, 7 a. ed., México, Siglo Veintiuno Editores, 1992, p. 53.

[ 15 ] Albert L. Michaels, "Las elecciones de 1940", Historia Mexicana, México, El Colegio de México, v. XXI, n. 1, julio-septiembre, 1971, p. 97-98.

[ 16 ] Excélsior, 25 de febrero de 1939.

[ 17 ] Hemeroteca, Archivos Plutarco Elías Calles y Fernando Torreblanca-Archivo Joaquín Amaro, 7 de diciembre de 1938.

[ 18 ] Diario Popular Independiente, San Antonio, Texas, 26 de diciembre de 1938.

[ 19 ] Alan Knight, "La última fase de la revolución: Cárdenas", en Historia de México, Barcelona (España), Crítica, 2001, p. 255.

[ 20 ] Lázaro Cárdenas, Obras I. Apuntes 1913-1940, México, Universidad Nacional Autónoma de México, 1972, p. 317.

[ 21 ] Lázaro Cárdenas, Obras I. Apuntes 1913-1940, México, Universidad Nacional Autónoma de México, 1972, p. 307.

[ 22 ]Excélsior, 12 de junio de 1935.

[ 23 ] Sobre la política de alianzas y facciones militares, véase el trabajo de Alicia Hernández, "La mécanica cardenista", en Historia de la Revolución Mexicana, México, El Colegio de México, v. 16, 1979.

[ 24 ] Sobre la trayectoria de Joaquín Amaro, véase el trabajo de Martha B. Loyo, Joaquín Amaro y el proceso de institucionalización del ejército, 1917-1931, México, Fondo de Cultura Económica-Universidad Nacional Autónoma de México, Instituto de Investigaciones Históricas, 2003, 194 p.

[ 25 ] Archivo Plutarco Elías Calles, Exilio, exp. 6, Joaquín Amaro, 18 de enero de 1938.

[ 26 ] Archivo Plutarco Elías Calles, Exilio, exp. 6, Joaquín Amaro, 23 de junio de 1938.

[ 27 ] Archivo Plutarco Elías Calles, Exilio, exp. 6, Joaquín Amaro, "Carta de Calles a Amaro", San Diego, California, 2 de julio de 1938.

[ 28 ] Los Secos. Semanario de crítica política, México D. F. Colaboraban en este semanario Luis Cabrera, Eduardo Pallares, Antonio I. Villarreal, Eduardo Vasconcelos, Atl, Ramón F. Iturbe y Jorge Prieto Laurens.

[ 29 ] La Prensa. Diario Independiente, San Antonio, Texas, 14 de enero de 1939.

[ 30 ] Hemeroteca, Archivos Plutarco Elías Calles y Fernando Torreblanca-Archivo Joaquín Amaro, 30 de enero de 1939. El Universal, 31 de enero de 1939. El programa consta de tres capítulos y 26 puntos.

[ 31 ] A fines de 1928, el comité organizador del PNR lo integraban Plutarco Elías Calles, Aarón Sáenz, Manuel Pérez Treviño, Basilio Vadillo, Bartolomé García Correa, Manlio Fabio Altamirano y David Orozco, y el primer Comité Ejecutivo, en marzo de 1929, lo integraron Manuel Pérez Treviño, Luis L. León, Filiberto Gómez, Melchor Ortega y Gonzalo N. Santos.

[ 32 ] Hoy, 14 de enero de 1939.

[ 33 ] El Universal, 18 de enero de 1939.

[ 34 ] Ariel José Contreras, México 1940: industrialización y crisis política, 7 a. ed., México, Siglo Veintiuno Editores, 1992, p. 18-19.

[ 35 ] El Universal, 1 de febrero de 1930.

[ 36 ] Hemeroteca, Archivos Plutarco Elías Calles y Fernando Torreblanca-Archivo Joaquín Amaro, 12 de febrero de 1939.

[ 37 ] El Universal, 16 de febrero de 1939.

[ 38 ] Los datos biográfico de Almazán se pueden consultar en Enrique Lumen, Almazán: vida de un caudillo y metabolismo de una revolución, México, Claridad, 1940.

[ 39 ]Excélsior, 28 de febrero de 1939.

[ 40 ] Ariel José Contreras, México 1940: industrialización y crisis política, 7 a. ed., México, Siglo Veintiuno Editores, 1992, p. 104.

[ 41 ] Archivo Plutarco Elías Calles, Exilio, exp. 6, Joaquín Amaro, 7 de marzo de 1939. Excélsior y El Universal, 8 de marzo de 1939.

[ 42 ] El Universal, 9 de marzo de 1939.

[ 43 ] El Universal, 9 de marzo de 1939.

[ 44 ] El Universal, 9 de marzo de 1939.

[ 45 ] Excélsior, 9 de marzo de 1939.

[ 46 ] El Universal, 10 de marzo de 1939.

[ 47 ] Excélsior, 9 de marzo de 1939.

[ 48 ] Se encuentra una gran cantidad de telegramas en contra de Amaro y de la adhesión a Cárdenas en el Archivo General de la Nación, Fondo Lázaro Cárdenas, exp. 133.2/53; y en el Archivo Histórico de la Secretaría de Defensa Nacional, Joaquín Amaro, exp. XI/III / I-593, t. 6.

[ 49 ] Excélsior, 11 de marzo de 1939.

[ 50 ] El Universal, 11 de marzo de 1939.

[ 51 ] El Universal, 11 de marzo de 1939.

[ 52 ] Archivo Histórico de la Secretaría de Defensa Nacional, Joaquín Amaro, exp. t. IV, f. 972, 30 de marzo de 1939.

[ 53 ] Archivo Histórico de la Secretaría de Defensa Nacional, Joaquín Amaro, exp. XI/III/593, t. VI, f. 1285.

[ 54 ] Hemeroteca, Archivos Plutarco Elías Calles y Fernando Torreblanca-Archivo Joaquín Amaro, 29 de marzo de 1939.

[ 55 ] El Universal, 11 de marzo de 1939.

[ 56 ] Excélsior, 10 de marzo de 1939.

[ 57 ] El Hombre Libre, 13 de marzo de 1939.

[ 58 ] Archivo Plutarco Elías Calles, Exilio, exp. 62, Rodolfo Elías Calles Chacón, 18 de marzo de 1939.

[ 59 ] Excélsior, 28 de marzo de 1939.

[ 60 ] Excélsior, 15 de abril de 1939.

[ 61 ] Archivo Plutarco Elías Calles, Exilio, exp. 5, Fernando Torreblanca, 12 de junio de 1939.

[ 62 ] Archivo Plutarco Elías Calles, Exilio, exp. 5, Fernando Torreblanca, 12 de junio de 1939.

[ 63 ] Archivo Plutarco Elías Calles, Exilio, exp. 5, Fernando Torreblanca, 19 de junio de 1939.

[ 64 ] Archivo Plutarco Elías Calles, Exilio, exp. 5, Fernando Torreblanca, 10 de octubre de 1939.

[ 65 ] Archivo Plutarco Elías Calles, Exilio, exp. 155, PRAC, 8 de noviembre de 1939; Archivos Plutarco Elías Calles y Fernando Torreblanca-Archivo Joaquín Amaro, exp. PRAC de Jalisco, noviembre de 1939, y exp. Joaquín Amaro Domínguez, Discursos, 15 de noviembre de 1939.

[ 66 ] Archivo Plutarco Elías Calles, Exilio, exp. 146, Melchor Ortega, 23 de noviembre de 1939.

[ 67 ] Excélsior, 14 de junio de 1938.

[ 68 ] Hemeroteca, Archivos Plutarco Elías Calles y Fernando Torreblanca-Archivo Joaquín Amaro, exp. Proyecto de Amaro para unificación con Almazán, junio de 1939.

[ 69 ] Hoy, 5 de agosto de 1939.

[ 70 ] Hemeroteca, Archivos Plutarco Elías Calles y Fernando Torreblanca-Archivo Joaquín Amaro, 3 de agosto de 1939.

[ 71 ] Excélsior, 23 de junio de 1939. Hay un error en esta información que señala que el licenciado Gilberto Valenzuela del CRRN es presidente del PRAC.

[ 72 ] Archivos Plutarco Elías Calles y Fernando Torreblanca-Archivo Joaquín Amaro, exp. Joaquín Amaro Domínguez, Discursos, 13 de octubre de 1939.

[ 73 ] Archivos Plutarco Elías Calles y Fernando Torreblanca-Archivo Joaquín Amaro, exp. Joaquín Amaro Domínguez, Discursos, 13 de octubre de 1939.

[ 74 ] Josefina Moguel Flores, La candidatura presidencial del general de División Juan Andrew Almazán. Contradictoria oposición, inédito.

[ 75 ] Archivos Plutarco Elías Calles y Fernando Torreblanca-Archivo Joaquín Amaro, exp. Acción Revolucionaria Mexicanista. "Los Dorados", 19 de abril de 1940. Sobre este grupo, consúltese el trabajo de Alicia Gojman de Backal, Camisas, escudos y desfiles militares. Los Dorados y el antisemitismo en México (1934-1940), México, Fondo de Cultura Económica-Universidad Nacional Autónoma de México, 2000.

[ 76 ] Archivos Plutarco Elías Calles y Fernando Torreblanca-Archivo Joaquín Amaro, Melchor Ortega, 21 de enero de 1940.

[ 77 ] Archivos Plutarco Elías Calles y Fernando Torreblanca-Archivo Joaquín Amaro, Partido Social Demócrata, 29 de abril de 1940.

[ 78 ] Leticia E. González del Rivero, Disidencia, Estados Unidos y las elecciones de 1940, tesis de maestría en Historia, México, Universidad Iberoamericana, 1994, p. 156.

[ 79 ] Archivos Plutarco Elías Calles y Fernando Torreblanca-Archivo Joaquín Amaro, Partido Social Demócrata, Campaña pro-Amaro en el Estado de San Luis Potosí, 19 de febrero de 1940.

[ 80 ] Archivos Plutarco Elías Calles y Fernando Torreblanca-Archivo Joaquín Amaro, Confederación de Partidos Revolucionarios de Jalisco, Guadalajara, Jalisco, 27 de abril de 1940.

[ 81 ] Era jefe de la secretaría del PRAC en el Distrito Federal y miembro del Partido Social Demócrata.

[ 82 ] Archivos Plutarco Elías Calles y Fernando Torreblanca-Archivo Joaquín Amaro, Rodolfo Castillo Tieleman, 29 de abril de 1940.

[ 83 ] No obstante que Amaro finalmente no contendió en la elección a la presidencia, los votos a su favor en Durango, según la Federación de Agrupaciones Revolucionarias de Oposición, fueron de 471 913, datos difíciles de comprobar.

[ 84 ] Hemeroteca, Archivos Plutarco Elías Calles y Fernando Torreblanca-Archivo Joaquín Amaro, Joaquín Amaro Domínguez, Discursos, s. f.

[ 85 ] Hemeroteca, Archivos Plutarco Elías Calles y Fernando Torreblanca-Archivo Joaquín Amaro, Joaquín Amaro Domínguez, Discursos, 9 de marzo de 1940.

[ 86 ] Leticia E. González del Rivero, Disidencia, Estados Unidos y las elecciones de 1940, tesis de maestría en Historia, México, Universidad Iberoamericana, 1994, p. 162.

[ 87 ] Archivos Plutarco Elías Calles y Fernando Torreblanca-Archivo Joaquín Amaro, Joaquín Amaro Domínguez, Discursos, mayo de 1940. Amaro explicó los motivos para no postularse a la presidencia.

[ 88 ] Excélsior, 16 de junio de 1940.

[ 89 ] Archivos Plutarco Elías Calles y Fernando Torreblanca-Archivo Joaquín Amaro, Joaquín Amaro, Discursos, mayo de 1940.

[ 90 ] El Universal, 22 de junio de 1940.

[ 91 ] Excélsior, 29 de junio de 1940.

[ 92 ] Ariel José Contreras, México 1940: industrialización y crisis política, 7a. ed., México, Siglo Veintiuno Editores, 1992, p. 195.

[ 93 ] Leticia E. González del Rivero, Disidencia, Estados Unidos y las elecciones de 1940, tesis de maestría en Historia, México, Universidad Iberoamericana, 1994, p. 161.

[ 94 ] Leticia E. González del Rivero, Disidencia, Estados Unidos y las elecciones de 1940, tesis de maestría en Historia, México, Universidad Iberoamericana, 1994, p. 189-190.

Estudios de Historia Moderna y Contemporánea de México, Martha Beatriz Loyo (editora), México, Universidad Nacional Autónoma de México, Instituto de Investigaciones Históricas, v. 23, 2002, p. 145-178.

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