Estudios de Historia Moderna y Contemporánea de México

 

Víctor Raúl Martínez Vásquez, Movimiento popular y política en Oaxaca:
1968-1986,
México, Consejo Nacional para la Cultura y las Artes,
1990 (Colección Regiones).

Pablo Serrano álvarez


La historia oaxaqueña, entre las décadas de los sesenta y ochenta, se caracterizó por una constante multivariada, concretada en la expresión del movimiento popular y la dinámica del poder regional. La contemporaneidad de Oaxaca y su inserción en la historia nacional estuvo determinada por la composición, la organización, la lucha, el conflicto, la expresión y el enfrentamiento entre la sociedad y la política, influida también por el peso de la tradición histórica, el sistema económico regional, los rasgos socioculturales y el contexto nacional. Todo este enramado es el que Víctor Raúl Martínez analiza y disecciona para tratar de explicar los significados y expresiones del multiheterogéneo movimiento social oaxaqueño, y la dinámica del sistema político estatal. El análisis histórico y sociológico de esta bipolaridad problemática es emprendido a través de una investigación profunda, cuyos hilos se engarzan en una descripción clara de lo que significó en la historia regional la movilización social y el juego político. Estas constantes fueron las que finalmente modularon el pasado inmediato de Oaxaca, y que aún ahora -en la actualidad- siguen latentes en la identidad regional del pueblo oaxaqueño.

El autor justifica y enmarca al estudio:

Oaxaca vive, a partir de 1968, un proceso social caracterizado por el surgimiento de numerosas organizaciones que nacen al margen del Estado y luchan por reivindicaciones diversas y que, en su conjunto, constituyen lo que hemos denominado el movimiento popular en Oaxaca. La sola existencia de un movimiento popular vivo desde hace veinte años y el peso político que en algunos momentos ha logrado, expresado en la renuncia de funcionarios y hasta la caída de un gobernador, justifican por sí mismo su estudio [p. 16].

El mosaico del conflicto social y político pluriclasista estuvo condicionado por las situaciones de marginación, atraso y desigualdad que el sur mexicano y, específicamente Oaxaca, ha experimentado históricamente. Las condiciones impuestas por el subdesarrollo al que obligó y condujo el sistema centralista y capitalista mexicano a la región fue el caldo de cultivo de la efervescencia sociopolítica de la historia reciente de Oaxaca, y a esto se aboca el análisis.

En un primer capítulo se contextualiza al estado oaxaqueño, en función de la multiheterogeneidad social, clasista, étnica, natural y económica que la entidad ha experimentado a lo largo de la historia, y que se convirtió en un factor decisivo de la inconformidad social en la etapa estudiada. Los bajos niveles de vida, la pobreza extrema endémica, la injusticia y la desigualdad parecen haber sido una constante histórica que se convirtió en el principal factor de organización y movilización social. Los datos que presenta Martínez Vásquez así lo demuestran para el caso de las ocho regiones oaxaqueñas que, en menor o mayor medida, han estado inmersas en un sistema de bajos niveles de desarrollo, y donde la preponderancia de los intereses de la así llamada "vallistocracia" y del autoritarismo del sistema político se han convertido en los principales, si no los únicos, elementos que han mantenido a la población en la miseria y la desigualdad, sin que su acción, siquiera, haya permitido el desarrollo económico y los mínimos niveles de bienestar. Así se demuestra con el análisis de la estructura productiva regional que, históricamente, ha caracterizado a la economía oaxaqueña. La situación de ésta es la que ha determinado la heterogeneidad endémica y la desigualdad social, sin que haya logrado enmarcarse en el contexto nacional de desarrollo que, principalmente en los setenta, mareó a los mexicanos. Este panorama desolador de la historia oaxaqueña reciente es el que engloba y permite que la sociedad se organice y se exprese en todas sus dimensiones, siempre obstaculizada también por un sistema político autoritario, antidemocrático y a favor de los intereses de unos cuantos. Es por esto que el movimiento popular oaxaqueño se expresó, según se trasluce en el texto, en función de la bipolaridad entre lucha social y lucha política, sin que hasta ahora logre unificarse en un frente común que le permita tener un éxito pleno y homogéneo.

Antes de entrar al análisis del movimiento popular, se emprende una descripción necesaria, como es la distinción de las fuerzas sociales, las elites y los líderes, que intervinieron, en una u otra forma, en el proceso histórico de la movilización popular, ya sea en la etapa de ascenso o en la época de reflujo y revitalización. Esta segunda parte da idea de los principales actores, organizaciones e individuos, que intervinieron desde su posición social, política, económica o cultural. Es, digámoslo así, como un recuento del Quién es Quién oaxaqueño en los veinte años abordados.

Las fuerzas sociales pluriclasistas se constituyeron a partir de su expresión organizativa, su posición en el sistema político y su papel ideológico. El mosaico es multivariado, destacando en primer lugar las organizaciones empresariales donde destacó la posición oligárquica de la "vallistocracia", principal adversario del movimiento popular. Estas organizaciones han ejercido un papel preponderante, no sólo en la economía sino en la política, y sus actores (que fueron todos los ricos de Oaxaca) están unidos en un frente común que los ha defendido de los embates populares. El recuento de nombres y empresas, que realiza el autor, permite visualizar la posición oligarca que tuvo y tiene un mínimo número de familias, así como la presión que han ejercido en todas las estructuras oaxaqueñas. Le sigue, en importancia, la clase política regional, organizada en torno al PRI y sus órganos corporativos, que ha sido la detentadora del control del Estado y que, en alianza casi directa con la oligarquía económica, ejerce el poder. Se da el perfil político y social de líderes y elites, y su gran vinculación con los intereses oligárquicos, lo que permite la afirmación siguiente:

Un dato interesante de mencionar radica en que la mayoría de los políticos anotados son originarios de los valles centrales, y que le siguen en número de importancia los políticos del istmo y de Tuxtepec, lo que refleja el peso que dichas regiones tienen en la composición de la estructura de poder en el estado. Cabe decir que en estos políticos encontramos al núcleo de la "vallistocracia" política cuyas meditaciones con la "vallistocracia" económica son múltiples y de diversa naturaleza. Comparten algunos negocios comunes: compadrazgo, matrimonios, contemporaneidad escolar, servicios profesionales [...] etcétera [p. 106, 107].

La oligarquía oaxaqueña ha estado bien cimentada en el sistema político estatal, y para mantenerse legitimada cuenta con lo que el autor llama "los aparatos ideológicos", constituidos por la prensa, la radio, el clero y la universidad, cuya función en la estructura del poder ha sido fundamental para mantener el statu quo y tratar de desconscientizar al populacho, terco en combatir a las "buenas conciencias" y a la "gente de razón". Para Víctor Raúl Martínez, dichas instancias han servido muy bien a la oligarquía, identificándose entre sí en el combate contra el movimiento popular, especialmente por los hombres que las detentaron, y que conformaron a la elite del poder regional. Los partidos de oposición tuvieron también una posición en la estructura del poder, más que verdaderos partidos de masas e independientes, según el autor, aquéllos se han constituido en servidores del statu quo, de acuerdo con su composición social, liderazgo y programa, que respondió a la dinámica regional del lado de la oligarquía en el poder. PAN, PPS, PCM, PST, PSUM, PRT y PMT fueron fuerzas sociales alternativas, que no han tenido contrapeso al sistema sociopolítico oaxaqueño, donde el PRI ha sido el dominador y el canal de expresión de los adversarios populares.

Ya en la tercera parte del estudio se entra de lleno a la historicidad del movimiento popular oaxaqueño que, a fines de los sesenta y durante los setenta, entró en la fase de ascenso y desarrollo, en contraposición al sistema político imperante. Un factor decisivo del movimiento fue la identificación popular con la movilización estudiantil oaxaqueña que, estimulada por lo ocurrido en la capital nacional, en el 68, surgió como el actor fundamental de la organización pluriclasista oaxaqueña en el trienio 1969-1972. Le siguieron varias organizaciones sindicales, como las de electricistas y ferrocarrileros, que hasta 1973 lucharon por la democracia sindical. Ese mismo año surgió la movilización campesina a través de la invasión de tierras en los valles centrales, y el surgimiento de la organización pluriclasista, ya en 1974, de la COCEO, donde confluyeron también los estudiantes, los ferrocarrileros, los electricistas y los maestros, sin contar a la pléyade de organizaciones sindicales independientes que se fueron aglutinando. El autor asienta que: "Las alianzas establecidas por y con la COCEO muestran la influencia que ésta tuvo sobre los trabajadores oaxaqueños. Algo similar ocurrió simultáneamente en el istmo de Tehuantepec con la COCEI" (p. 152).

En 1974 se inició la fase de confrontación del movimiento popular oaxaqueño, que terminó en 1977 con la caída del gobernador Zárate Aquino. Este proceso es abordado en la cuarta parte del texto, y donde se analiza todo el momento en que la movilización se vio enfrentada por el gobierno, los empresarios y los aparatos ideológicos. COCEO y COCEI representaron las instancias generadoras de la movilización, y donde se plasmaron las demandas sociales pluriclasistas con más nitidez y claridad, pese a los logros de la represión y la persecución que ejercieron los adversarios. A pesar del éxito de la movilización, con la caída del gobernador, la polarización se impuso neutralizándose la fuerza unida popular.

La disminución de la actividad del movimiento se manifestó, aunque los universitarios siguieron en lucha como palestra de la movilización popular, fase en la que el autor distingue un periodo de reflujo que, ya a fines de los setenta, se convirtió en una revitalización donde se volvieron a unir las fuerzas populares. El conflicto universitario de 1978 jugó un papel importante en ese proceso.

La mediación del centro solucionó el conflicto pero el movimiento universitario coincidió con el surgimiento y expresión de otras luchas populares, como las étnicas que, desde 1980, se expresaron con fuerza, como la Organización para la Defensa de los Recursos Naturales de la Sierra de Juárez, la Asamblea de Autoridades Zapotecas de la Sierra y el Movimiento de Unificación y Lucha Trique, que hasta 1984 actuaron. Al mismo tiempo, esto influyó en la revitalización de la cocei que, entre 1980 y 1983, logró el poder en el istmo por la confluencia de las fuerzas populares. El movimiento magisterial se unió como otro ente de expresión popular en ese mismo periodo, enmarcado en el enfrentamiento entre el SNTE y la CNTE, que influyó en ámbitos nacional y regional y siempre representados por las acciones y fuerzas de los maestros oaxaqueños. La identificación pluriclasista y pluriorganizativa de esas movilizaciones permitió que en la primera mitad de la década de los ochenta, el movimiento popular oaxaqueño evidenciara una revitalización sin precedentes, y que su fortaleza alcanzara niveles peligrosos de desestabilización nacional y regional.

Aunado a lo anterior, la lucha por los poderes municipales adquirió importancia como ente de unión del movimiento popular oaxaqueño. Afirma el autor que: "La década de los ochenta en Oaxaca se ha caracterizado por una mayor participación ciudadana en contra de prácticas viciadas y antidemocráticas en los procesos de selección de candidatos, realización de elecciones y calificación de las mismas" (p. 246).

De 1983 a 1986, el movimiento popular adquirió una revitalización importante, no sólo en el nivel de identificación y unión de demandas y acciones, sino en el nivel de la lucha por el poder local, bastión inmediato de la transformación sociopolítica frente al establishment oligarca y priista. El autor hace un recuento de los conflictos locales oaxaqueños en el periodo, durante el cual efectivamente se dio la confluencia de las fuerzas populares y se concretó la fortaleza revitalizadora y homogénea de la lucha popular oaxaqueña.

El texto se termina justamente en el momento en que el actual gobernador, Heladio Ramírez, llegó al poder teniendo como frente una fuerza apabullante de la sociedad popular opuesta al sistema. En las conclusiones se divaga en cuestiones ya resueltas y analizadas en el texto; aunque es aquí donde se caracteriza analíticamente al movimiento popular y al conflicto político como factores que expresaron la inconformidad social por el sistema antidemocrático, centralista, autoritario y desigual que ha perdurado en la historia contemporánea mexicana, principalmente expresado por la dictadura de un partido y la tiranía político-económica de los hombres en el poder. Las comparaciones con otras realidades regionales, que en esta parte realiza el autor, no son del todo acertadas, pero establecen las características de la dinámica sociopolítica, socioeconómica y sociocultural que Oaxaca ha adquirido a lo largo de veinte años, donde el movimiento popular se ha convertido en el actor par excellence de la identidad regional en tiempos de crisis. La vasta información presentada permite entender la heterogeneidad del conflicto en la sociedad oaxaqueña, así como la forma en que la crisis económica y la marginación del desarrollo fueron las causales inmediatas del conflicto social, la expresión del movimiento popular y la lucha por el poder. Éste es un acierto fundamental del análisis emprendido y muestra fehaciente de la evolución histórica conflictiva de la entidad oaxaqueña.

El libro es una aportación importante para el conocimiento del pasado inmediato de Oaxaca, y da pie al desarrollo de otros estudios específicos sobre la multitud de fenómenos político-sociales regionales que se manifestaron en la expresión del movimiento popular y el sistema político, que el mismo Víctor Raúl Martínez pudiera explotar en el futuro. Fue un acierto, entonces, la publicación de esta investigación que, espero, se convertirá en una obra clásica de la historiografía oaxaqueña del periodo contemporáneo.

Estudios de Historia Moderna y Contemporánea de México, Álvaro Matute (editor), Ricardo Sánchez Flores (editor asociado), México, Universidad Nacional Autónoma de México, Instituto de Investigaciones Históricas, v. 14, 1991, p. 284-289.

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