Estudios de Historia Moderna y Contemporánea de México

 

Jean Meyer, Estado y sociedad con Calles,
colaboración de Enrique Krauze y Cayetano Reyes García,
México, El Colegio de México, 1977, IX-371 p.
(Historia de la Revolución Mexicana, 11).

Patricia Escandón


Un periodo presidencial singularmente turbulento fue el de Calles. De 1924 a 1928 el país se vio convulsionado por un sinnúmero de problemas que hicieron crisis a un tiempo; y es esto, esta polarización y estallamiento de fuerzas y tendencias, lo que da su mejor caracterización a la época.

Con su calidad habitual, Jean Meyer se ocupa de conducirnos a través de los laberintos del conflicto con los Estados Unidos; su estilo fácil y directo va perfilando los lineamientos de la diplomacia del momento, haciendo con la dualidad Sheffield-Morrow una buena ejemplificación de la política exterior del vecino país del norte.

La presencia de Calles es fuerte en todo momento; es el gobernante hábil y calculador en torno a quien giran los acontecimientos; sin embargo, el autor consigue darle una dimensión humana muy distante del hieratismo con que otros historiadores lo presentan. A su lado, Obregón, siempre al tanto de las situaciones, trabajando y manipulando en espera de la gloria de una reelección. Se trata de un poder a veces compartido, a veces alterno, que nunca pierde de vista la necesidad de una alianza.

No puede llegarse a una comprensión cabal de este lapso de la vida del país si no se tiene en cuenta a la figura de Luis N. Morones, secretario de Industria, Comercio y Trabajo, padre de la Confederación Regional Obrera Mexicana (CROM), y hombre fuerte en la organización estatal. A él se debe en gran parte la línea política "dura" del periodo callista, especialmente en lo que a la cuestión extranjera se refiere. Por lo que toca a la política interna, Morones manejó el aspecto sindical con gran visión y puede decirse que sentó las bases de la organización obrera nacional.

Es interesante apuntar el precario equilibrio de fuerzas. La CROM, el ejército, los intereses del capital norteamericano, la Iglesia, Obregón y Calles plantean situaciones en las que la contradicción es la nota característica; es entonces cuando el juego político alcanza su expresión más crítica, llegando al límite de tensión.

Por lo que respecta al conflicto con la Iglesia, es bien poco lo que puede comentarse dada la reconocida autoridad de Meyer en el tema. Tocando solamente los puntos esenciales, analizando causas y descubriendo los hilos conductores del problema, nos presenta un cuadro completo. La Cristiada es -en su concepto- un relámpago de conciencia en la adormecida voluntad popular y una respuesta a los experimentos políticos de un régimen.

Finalmente, en una recopilación de puntos específicos, logra el autor una magnífica síntesis de los renglones social y económico, aspectos aislados que al unirse ofrecen un panorama de conjunto muy eficaz para el entendimiento de un proceso histórico.

Es importante señalar que en el trabajo de Jean Meyer se consideran en pleno los aspectos más sobresalientes del régimen callista y la importancia que en un momento dado éstos pudieron tener para los grupos de poder, que el autor identifica como la "elite". Y es que, en la historia de este periodo no puede hablarse de las "decisiones", "aspiraciones" o "voluntad" del pueblo mexicano, si no se tiene presente que fue esa clase la que asumió tal identidad y se erigió en rectora de los destinos nacionales.

Otro concepto interesante vertido por el autor es aquel sobre los gobernantes posrevolucionarios, en el sentido de hacer de su ideología personal la medida para conocer las necesidades y sentimientos de un país. No parten de una realidad dada para tratar de amoldar su política a ella; por el contrario, sus ideas han de prevalecer hasta el punto de transformar los hechos y hacerlos entrar a un recipiente conceptual que lleve el marbete de "bienestar nacional", porque, después de todo, nos estamos refiriendo a la época de consolidación del poder, en la que el Estado y la nación lo son todo.

¿Hasta qué punto el hacer historia es presentarse frente al espejo de los tiempos y encontrar los rasgos de antaño en las realidades de hoy? Esta digresión tiene lugar a partir de la identificación de aspectos tan actuales como la clase media, la elite económica, la corrupción, los intelectuales y la ortodoxia política, que, con matices ligeramente distintos ya tenían una enorme importancia en la década de los veinte. Es entonces cuando se puede caer en la cuenta de que el paso de los años no siempre es sinónimo de evolución.

En el campo metodológico encontramos que el principal problema que enfrentó Meyer, en la preparación de la obra, fue el del manejo de diversos acontecimientos simultáneos, de igual o similar trascendencia. El método para salvar tal obstáculo fue una estructuración diacrónica. Estudiando las características e interrelaciones más importantes de cada aspecto, su investigación logra un nivel notable de claridad y orden.

Por lo que concierne a la heurística, el autor hizo uso de una considerable cantidad de obras, tanto de material impreso como de documentos. La bibliografía que apunta al final de su trabajo está organizada con un gran sentido profesional, dado que especifica su carácter, origen y materia, constituyendo así un instrumento de enorme utilidad para los estudiosos de este periodo.

Estudios de Historia Moderna y Contemporánea de México, Álvaro Matute (editor), Ricardo Sánchez Flores (colaboración), México, Universidad Nacional Autónoma de México, Instituto de Investigaciones Históricas, v. 8, 1980, p. 247-248.

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