Estudios de Historia Moderna y Contemporánea de México

 

Charles C. Cumberland, La Revolución Mexicana. Los años constitucionalistas, introducción y material añadido por David C. Bailey, traducción de Héctor Aguilar Camín, México, Fondo de Cultura Económica, 1975, 388 p.

Cecilia Brown Villalba


La obra de Cumberland constituye uno de los estudios más completos sobre la revolución constitucionalista. Es una continuación de su Mexican Revolution. Genesis under Madero y fue publicada en forma póstuma a su muerte, acaecida en 1970, gracias a la ayuda de David Bailey, quien redactó la última parte del capítulo 10, la introducción, el prólogo, el epílogo y añadió información sobre Zapata.

El autor señala que, básicamente desde la Colonia hasta el Porfiriato, la situación de México no cambió al haber perdurado durante todo ese tiempo, y a pesar de la lucha de independencia, una actitud "paternal y absolutista" que se agravó cuando el neocolonialismo y los abusos de don Porfirio se agudizaron, provocando una creciente insatisfacción, que aunque no era coherente y eficaz, existía. Éste fue el México que heredó Madero: un país en crisis, el único en el que una persona "tan insignificante" como la de Madero, podía tener éxito. Cumberland trata brevemente la época maderista y empieza a hacer un análisis más profundo desde el momento de la caída de Madero y del golpe de Estado de Huerta.

Para el autor, el periodo de Huerta constituye un "periodo de rectificación" en donde los cuatro grupos de interés: los hacendados, la oficialidad del ejército federal, la clase empresarial y los extranjeros -todos opositores de Madero- encontraron la forma de preservar el régimen de don Porfirio, porque para ellos era lo que necesitaba el país. Sin embargo había algunos que no pensaban lo mismo y que se opusieron enérgicamente. Para Cumberland es en este momento cuando se inicia la revolución constitucionalista.

Después dedica un capítulo a los ejércitos, tanto a la formación del ejército revolucionario, desde sus primeras manifestaciones rebeldes en Sonora, Chihuahua y Durango hasta sus casi constantes victorias sobre el ejército federal, al cual ve como "víctima de sus propios errores", incapaz de operar, indispuesto hacia la lucha y con un grave problema de deserción en sus filas.

Del aspecto político durante este periodo de lucha armada, el autor señala que el golpe de Estado se planeó con el propósito de liberar a México de la "personalidad maligna" de Madero y que el problema principal de Huerta era la pacificación del país, por lo que tuvo necesidad de ejercer un control total a todos los niveles; el cual logró por medio de la fuerza militar. Contrariamente a la "ineptitud" del gobierno huertista, Carranza a la cabeza del gobierno revolucionario, planteó su lucha como una tarea constitucionalista y proclamó el Plan de Guadalupe, con el objeto de que existiera un plan unificado que diera interés nacional al constitucionalismo. En poco tiempo -dice Cumberland- Carranza tenía en las regiones dominadas por los constitucionalistas un gobierno que funcionaba con "relativa eficiencia", mientras que el de Huerta iba en decadencia, a pesar de que ambos gobernaban por decreto y se apoyaban en los militares.

Las relaciones entre México y Estados Unidos durante el gobierno de Huerta tienen un interés especial para Cumberland. Piensa que el "no reconocimiento" al gobierno usurpador se debió, más que al argumento de moralidad dudosa, a que la mayoría de los intereses norteamericanos estaban en el norte de México, región controlada por los revolucionarios. Se declara a favor de la actitud realista del gobierno inglés al conceder el reconocimiento, pues así los intereses británicos en México no corrieron ningún riesgo, y señala la importancia de la compra de armamento y el embargo de armas que declaró el presidente Wilson a México, para ambos grupos.

Con los ejércitos rebeldes bien organizados, se pasa al objetivo central: la toma de la ciudad de México y con esto al derrumbe total del poder de Huerta en México. Cumberland analiza las campañas militares de los generales revolucionarios hacia la ciudad de México. Le da a la campaña de occidente y a la personalidad de Obregón una importancia singular; dice del general que es "el cerebro más grande de toda la historia de México". Señala la importancia de la ocupación del puerto de Veracruz y dice que la intención de Wilson y de Bryan era ayudar a la causa constitucionalista, pero que la acción resultó contraproducente pues provocó una hostilidad mayor hacia los Estados Unidos y sobre todo obligó a Carranza a tratar de que respetaran la soberanía mexicana y reconocieran un gobierno provisional. Sin embargo, pese a que el problema de Veracruz era muy serio, para el autor, la escisión entre Villa y Carranza lo fue más, porque después de la victoria sobre el gobierno usurpador, la situación cambió al convertir a Villa en el enemigo al que debían vencer. Considera que a Villa no le importaba el constitucionalismo. Critica el rompimiento del acuerdo militar de la Convención, su falta de soberanía, la desorganización en su gobierno y la califica como "nulidad política". Señala las campañas militares de Villa y sus errores y que la Convención no pudo ejercer ninguna influencia posteriormente.

Para Cumberland, Carranza tuvo que enfrentarse durante el periodo preconstitucional a varios cambios esenciales. El problema religioso, ligado a la xenofobia y al nacionalismo; el de la tenencia de la tierra, que "no recibió atención por parte de los constitucionalistas" y que sin embargo era una necesidad; el control nacional de la industria; el movimiento obrero; la movilidad física, y una actitud nueva hacia la educación, que desbarató el concepto elitista, fueron las causas que hicieron posible que hacia 1917 los valores establecidos hubieran cambiado. Por eso, según el autor, la Constitución de 1917 fue "la sedimentación de muchas acciones y decisiones pragmáticas de un periodo de cuatro años", a pesar de las decisiones dictatoriales de Carranza y de que los constitucionalistas "no traían consigo nuevas ideas relativas al sistema político".

También toma en cuenta la problemática internacional, especialmente la cuestión de la protección hacia los intereses extranjeros, las reclamaciones por daños sufridos, los ataques a las ciudades fronterizas, etcétera. Sin embargo, a pesar de que Cumberland trata bien estas cuestiones, se le escapa una muy importante: la expedición punitiva, de la que sólo se hace mención como consecuencia del ataque de Villa a Columbus, pero que tuvo serias implicaciones y mucha importancia durante el año de 1916.

Dice el autor que sólo faltaba restaurar el régimen constitucional, pero que Carranza, en su afán de hacerlo debidamente y porque consideraba que la situación del país no era "propicia para el regreso de un sistema político ordenado y representativo", convoca a un congreso nacional, que se convirtió en una asamblea constituyente formada, según Cumberland, por "hombres independientes". De la nueva Constitución dice que fue simplemente otra redacción y una reorganización de la de 1857 y que reflejaba poco de los cuatro años de lucha revolucionaria. La información de los artículos 27 y 123 es amplia y sobre todo revela la influencia que tienen en ellos los cambios del periodo preconstitucional. También es importante su tesis de que la Constitución es producto de una mayoría y que dados los antecedentes y la formación de los delegados fue un documento excepcional y un instrumento que muchos miraron con recelo.

El último capítulo es desfavorable al régimen de Carranza. Fue un dictador, dice Cumberland varias veces en su libro, y en este momento en que tiene todo el poder legal, se muestra poco dispuesto a realizar las reformas propuestas, sobre todo en lo que se refiere al problema agrario y obrero, y señala que "todo empezó a maniobrar en forma que recordaba los tiempos de Díaz". El país no resolvió sus problemas y la democracia no llegó a existir. Apunta la germanofilia del presidente. Termina el libro hablando muy brevemente de la revuelta de Agua Prieta y de la muerte de Carranza en Tlaxcalantongo.

La obra de Cumberland constituye un análisis serio y científico de la revolución mexicana, pues la historia para él es la exposición de los hechos y sus conexiones. Sin embargo, su obra es también interpretación y no evade los juicios de valor que son evidentes en su admiración por Carranza y en sus críticas hacia la política mexicana del gobierno norteamericano. Analiza fundamentalmente fuentes primarias y maneja cuidadosamente los datos, pero hace hincapié en las fuentes norteamericanas y generalmente trata más a fondo lo que se refiere a la zona norte del país. Una deficiencia notoria es considerar al zapatismo marginal al movimiento revolucionario central.

Estudios de Historia Moderna y Contemporánea de México, Álvaro Matute (editor), México, Universidad Nacional Autónoma de México, Instituto de Investigaciones Históricas, v. 6, 1977, p. 214-217 .

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