Estudios de Historia Moderna y Contemporánea de México

LEONARDO MÁRQUEZ. DE CADETE A CAPITÁN

Rosaura Hernández Rodríguez


Para reconstruir los primeros años de la vida militar de Leonardo Márquez, es necesario examinar los vaivenes de la política general mexicana y la historia de cada una de las entidades federativas en las que se desarrollaron los hechos de armas en que él participó.

La hoja de servicios existente en los archivos de la Secretaría de la Defensa Nacional es la base de donde hay que partir. Como siguiente paso deben analizarse los datos que se consignan en dicha hoja y verificarlos en historias locales. Posteriormente hay que reunir ese disperso material y entroncarlo con los acontecimientos nacionales. La figura del militar va delineándose así como el carácter del hombre.

Los años formativos en la carrera militar de Márquez corresponden a poco más de tres lustros (1829-1847) en la vida política mexicana. Consumada la independencia de México, no hubo para la joven nación un momento de reposo. Además de los problemas internos, España intentó la reconquista de México y los Estados Unidos extendían ya sus tentáculos hacia el río Bravo. Además, las potencias europeas comenzaban a sentir interés por la vida económica mexicana. Dos invasiones, la del español Isidro Barradas (1829) y la norteamericana (1847) abarcan la primera etapa de Márquez dentro del ejército.

La introducción de Leonardo en la vida militar va asociada a la turbulenta política de los años treinta. Su ingreso formal en el ejército, en los momentos en que Texas proclama su separación respecto de México, fue durante el año clave de 1836. Desde entonces los centralistas pusieron en práctica sus postulados ante la constante oposición de los federalistas.

En el curso de una década el paso de seis o más personajes por la presidencia de la República demuestra lo inestable del centralismo. El ejército jugó un papel importante ya sea a favor del gobierno constituido o secundando los numerosos pronunciamientos de uno y otro bando.

Los primeros años de Márquez se entroncan en las filas gobiernistas. Su impulso original había sido defender a la patria de los texanos, pero se vio envuelto en las intrigas políticas y de ellas sacó su parte. Peleando a favor del gobierno obtenía grados militares, reconocimientos, y quizá pudo disfrutar de algún dinero mal habido. Pero también aprendía a vislumbrar qué general era el más adecuado, para colocarse en sus filas. Así, a pesar de que en su hoja de servicios figura su adhesión a Bustamante durante la campaña de Tampico, procuró incorporarse, en cuanto le fue posible, a las tropas de Santa Anna.

Después de la guerra del 47 es ya un militar distinguido. A partir de la revolución de Ayutla su apego al bando reaccionario continúa hasta su muerte. Los pasajes de su vida de los que se hablará en este artículo corresponden a la etapa de formación militar, derivada, a su vez, de las condiciones sociales y familiares de Márquez.

Leonardo, hijo del capitán Cayetano Márquez, inició sus actividades bélicas en compañía de su padre. Ambos concurrieron a la defensa de Tampico en 1829, cuando Barradas trató de recobrar para España, la que fuera la colonia más rica del Imperio.[ 1 ]

Impresionaron al joven los aprestos de guerra, el viaje a Tamaulipas, y el ímpetu de Antonio López de Santa Anna. Saboreó el triunfo con los festejos realizados en la ciudad de México, en honor de las tropas que regresaron de Tampico. Desde el Palacio Nacional, el entonces presidente de la República Vicente Guerrero y el general Antonio López de Santa Anna presidieron desfiles y serenatas.[ 2 ]

Su estancia en Tampico dio oportunidad a Leonardo de familiarizarse con el elemento militar y de ampliar los horizontes en los cuales podía defender a la patria. El ejército ofrecía excelentes oportunidades a los jóvenes. Urgía la formación de tropas permanentes y de oficiales capaces de mandarlas.

Entretanto quedaba formalmente organizado un colegio militar, se siguió la costumbre española de aceptar "cadetes" en los cuerpos del ejército. Los jóvenes recibían allí adiestramiento militar práctico y teórico además de conocimientos generales de matemáticas y lengua nacional, bajo la vigilancia de un "maestro de cadetes". Según la aptitud de los discípulos, eran promovidos a la clase de oficial.

De acuerdo con la tradición hispana, los cadetes deberían pertenecer a familias nobles. Pero a fines de la dominación colonial, en la Nueva España criollos y mestizos de la clase media ingresaron como cadetes desde la época del virrey José Miguel de Azanza (1798-1800), se prefería a los hijos de militares.[ 3 ]

Cubriendo ese requisito, el capitán Cayetano Márquez, miembro de la compañía presidial de Puente de Lampazos, lleva a su hijo para que ingrese como cadete en dicha compañía, en el año de 1830.[ 4 ] En esa época era comandante general de los Estados Internos de Oriente el general Manuel Mier y Terán, quien también estuvo presente en Tampico cuando la invasión de Barradas. Preparó después un plan de poblamiento y defensa para Texas, territorio que ya veía peligrar.[ 5 ] La frontera norte del país reclamaba la acción de los mexicanos en contra de las incursiones de los indios bárbaros y de la penetración anglosajona.

Don Cayetano Márquez cambia de corporación y pide licencia absoluta para su hijo. Deseaba alejarlo de las actividades militares a pesar de que el muchacho observó, durante su estancia en Lampazos, "buena disposición y amor a la carrera de las armas". Sin embargo, padre e hijo continuaron en el ejército combatiendo en la "guerra del Sur" en 1831. A la región de Cohuayutla, actual estado de Guerrero, marchó el insurrecto Juan José Codallos, comandante militar en Michoacán. Se había adherido al plan Fortaleza de Santiago o Cerro de Barrabás. Lenta y penosamente se sofocó esa rebelión[ 6 ] que permitió a Leonardo conocer parte del extenso departamento de México al que volvería años después apoyando a los gobiernos conservadores.

Después de ese combate y durante un lustro, no se encuentran noticias de Leonardo. Posiblemente en esos años ingresó como meritorio en la Tesorería General de la Nación, ya que ocupaba ese puesto en 1836. En ese año, y con motivo de la separación de Texas, pide su ingreso formal en el ejército. El empleo de meritorio le resultaba monótono después de haber saboreado la aventura y el triunfo. No pintaba mal en la carrera de las armas. Con el grado de subteniente había sido propuesto para ingresar en el batallón activo de Querétaro, pero su padre rechazó tal nombramiento, queriendo alejarlo de la guerra. Mas Leonardo no permitió que nadie tomara decisiones por él, ni siquiera su progenitor. Personalmente gestiona su alistamiento en el ejército y escribe al ministro de la Guerra, entonces José Joaquín de Herrera. Márquez solicitaba luchar en contra de los "ingratos y pérfidos colonos" anglosajones. Otro motivo expuso en su petición: libertar a López de Santa Anna, prisionero en Texas. Su admiración por el entonces presidente lo impulsa a tomar nuevamente las armas.[ 7 ]

Fue incorporado a las tropas comandadas por Nicolás Bravo, cuya misión era defender Matamoros y Brazo de Santiago en Tamaulipas, lugares asediados por colonos texanos y filibusteros norteamericanos. Permaneció en esa comisión hasta mayo de 1831, pero la lucha no se libraba únicamente contra los extranjeros, hubo que enfrentarse también a los disidentes del gobierno.

Para sofocar a los rebeldes, se emplearon tropas originalmente destinadas a combatir a los texanos. Carlos María de Bustamante juzgó innecesaria la separación de las fuerzas del general Juan Valentín Amador, a las que pertenecía Márquez. Distraer soldados, aunque fuesen pocos, retardaba la defensa de Texas "para acaso no volverse a realizar".[ 8 ]

Entre los numerosos brotes opositores al gobierno centralista de Bustamante quizá el de mayor importancia fue el del general José de Urrea. Proclamó el federalismo desde Arizpe, Sonora, atravesó el norte de la República y en Tampico logró mantener en jaque a los gobiernistas.

Tampico no sólo era un lugar peligrosamente acechado por los texanos, sino que también lo amenazaban el bloqueo de las fuerzas navales francesas al mando del comandante Charles Baudin. Francia reclamaba a México indemnizaciones por daños causados a sus súbditos. Los franceses, aunque manifestaban no inmiscuirse en la política interna de México, establecieron contacto con dos jefes militares mexicanos: Antonio López de Santa Anna y José de Urrea. El primero rechazó todo parlamento y es bien conocida su actuación en defensa del puerto de Veracruz.

José de Urrea, insurreccionado en Tampico, sin comprometerse, entabló pláticas con los franceses y aun les envió alimentos frescos. Tal actitud no podía tolerarla el entonces presidente de la República Anastasio Bustamante, quien organizó tropas y marchó lentamente hacia Tampico. Entre los cuerpos de ejército movilizados para tal campaña, estuvo el regimiento de Márquez, quien acompañó a Bustamante "hasta la rendición de aquel puerto". Desalojado Urrea de Tampico, se le persiguió hasta San Luis Potosí. Márquez participó en estas actividades contra Urrea, formando parte del batallón de Mextitlán que, bajo las órdenes del general Amador, persiguieron a Urrea desde Tampico hasta Río Verde, San Luis Potosí.[ 9 ]

Uno de los combates -si pueden llamarse así a las escaramuzas entre uno y otro bando-, de cierta importancia, fue el de Ciudad del Maíz, en donde Leonardo combatió "valerosa y decididamente" a Urrea, el 12 de febrero de 1839. Así lo certifican Anastasio Parrodi y Nicolás Villalobos.[ 10 ]

Envalentonado con el éxito, Márquez pide el ascenso al grado inmediato superior, logrando pasar de subteniente miliciano a subteniente de cazadores.

La victoria había consistido en derrotar a trescientos hombres con sólo treinta y dos de que se componía su guerrilla. Pero más que derrotados los insurrectos habían sido desalojados de los territorios de Tamaulipas y Puebla. Más tarde, los rebeldes ayudados por las logias masónicas, continuaron conspirando.

Por esos años Márquez empezaba a desempeñar comisiones de cierta responsabilidad. Como se hacía necesario aumentar las tropas gobiernistas para contener a los rebeldes, así como transportar implementos de guerra, Márquez y otros oficiales fueron comisionados para enganchar nuevos soldados. En la ciudad de México reunieron poco más de cuatrocientos hombres, a los cuales dieron instrucción militar y los condujeron a Zacatecas en 1839.[ 11 ]

Sin embargo, la responsabilidad de Márquez no consistía exclusivamente en adiestrar a los reclutas. Debía entregar cuentas de los gastos que originaban esos hombres, así como del traslado del material bélico. El dinero era ya, para Leonardo, una tentación difícil de resistir. En dos ocasiones su carrera militar se ve manchada por manejos turbios en cuestiones monetarias: la primera vez extravió una remesa de armas en Saltillo, cuyos fletes ascendían a ochenta pesos. La segunda "olvidó" rendir cuentas de los gastos de doscientos hombres que estuvieron bajo su cuidado en la ciudad de México. El asunto de los fletes le originó ocho días de arresto, y sus olvidos al rendir cuentas no pasaron desapercibidos en el Departamento de Contabilidad de la Secretaría de Guerra, y su presencia fue reclamada en México para aclarar esa anomalía.[ 12 ] El importe de los fletes tuvo que pagarlo Márquez en Zacatecas cuando se recibió la orden de arresto contra él. La omisión de los gastos de los reclutas se explicó por la precipitación con que salió de la ciudad.

Mientras Márquez aclaraba los cargos en su contra, la política nacional oscilaba entre Bustamante y Santa Anna. Varios planes políticos reclamaban un cambio en la dirección del gobierno. No sólo se impugnaban las leyes centralistas. Los movimientos, si bien tendían a desembocar en el federalismo, dejaban ver entre bambalinas la figura de Santa Anna pronta a aparecer en el momento oportuno y cosechar aplausos.

En un mes salen a la luz pública tres planes políticos respaldados por tres importantes generales: el Plan de Guadalajara auspiciado por Mariano Paredes y Arrillaga; el de la Ciudadela en la ciudad de México (agosto) encabezado por Gabriel Valencia y el de Perote (9 de septiembre) por Santa Anna.

Tantos conatos de rebelión terminaron firmándose las Bases de Tacubaya entre Bustamante y los disidentes.

Estos acontecimientos están anotados escuetamente en la hoja de servicios de Márquez: "participó en la campaña de la regeneración defendiendo los puntos de San Juan de la Penitencia [...] San Cosme, calle del Sapo y Catedral". Todos esos lugares de combate pertenecían a los insurrectos, quienes son vencidos por las fuerzas gobiernistas. Terminados los conflictos y firmadas las Bases de Tacubaya y convenios de la Estanzuela (6 octubre de 1841), Leonardo Márquez es ascendido a teniente veterano (16 de noviembre 1841).

Después del ascenso, marcha a la "campaña del sur" que puede ser la supuesta conspiración de los generales Nicolás Bravo y Juan Álvarez durante el mes de noviembre de 1841.[ 13 ] En este acontecimiento parece existir alguna confusión debido a lo poco explicativo de la hoja de servicios. La fecha mencionada coincide con el movimiento de Álvarez y Bravo, pero la mención de que Márquez fue a esa campaña bajo las órdenes del general Vicente Miñón, ubicaría el acontecimiento un año después y en Yucatán.[ 14 ]

Por algún acontecimiento misterioso, la hoja de servicios no especifica ninguna participación de Márquez durante el año 42. Sencillamente se anota que fue ascendido en abril de ese año a capitán. De todas formas, lo encontramos en Jalapa en septiembre de 1843 encargado de la Academia de Oficiales. Es posible que esa academia sea el Colegio Militar de que habla Manuel Rivera Cambas,[ 15 ] instalado en el "amplio y aseado local del Rastro". Se admitía en esta academia a jóvenes desde los trece años exigiéndoles excelentes condiciones físicas y conocimientos de aritmética. A los alumnos se les proporcionaba alimentación y alojamiento, pero deberían colaborar con objetos de uso personal como ropa interior, calzado y cama. La escuela se sostenía mediante contribuciones especiales decretadas por Santa Anna, debido a que Jalapa se había convertido en un centro de reclutamiento de tropas que generalmente eran enviadas a Yucatán, afectado entonces por la guerra de castas.

Los militares, con sus abusos y conducta desordenada, provocaron innumerables trastornos a la sociedad jalapeña. A pesar de ello, el año de 43, después de los exámenes de ese centro militar, las tropas causaron muy buena impresión con sus elegantes uniformes y desfiles vistosos. Además, las fuerzas militares servían para divertir a Santa Anna en su hacienda El Encero, lugar en donde se hacía gala de los ejercicios físicos y destreza en el combate que tanto halagaban al caudillo. La prensa local cooperaba en formar un ambiente de simpatía hacia el militarismo, elogiando las aptitudes de oficiales y soldados.

De septiembre de 1843 a julio de 1844, cuando Márquez fue enviado a Jalapa, Santa Anna alternó la presidencia con Valentín Canalizo. El hombre de Manga de Clavo sabía que sus principales apoyos eran el populacho y los jefes militares. Éstos deberían ser fieles subordinados y, por lo tanto, el menor brote de rebeldía era reprimido enérgicamente.

Sin embargo, varios oficiales deseaban actuar por cuenta propia sin importarles mayor cosa las ideologías políticas. Casos como éste abundaron y Leonardo no fue una excepción. Andaba en malas compañías. Su amistad con el capitán Pedro Pablo Figueroa, lo llevó a unirse a la partida que mandaba ese oficial.[ 16 ] Ambos fueron procesados. Figueroa por abuso de autoridad y Márquez por insubordinación, y confinado a Perote. La orden partió del mismo Santa Anna.

Márquez osó protestar contra la rígida disciplina militar. Desaprobó los castigos corporales impuestos a la tropa y decidió abolir por sí mismo, algunos artículos de la Ordenanza Militar. Para el efecto, mandó formar a la tropa bajo su mando, con uniforme de gala. Ordenó que todos los cabos quemaran las varas con que golpeaban a los soldados, en una hoguera hecha ex profeso. En su arenga, usó palabras subversivas en contra del "orden establecido".

Ante tantas muestras de rebeldía, se ordenó su incomunicación para evitar que el relajamiento e indisciplina cundieran entre la tropa.

El incidente, al parecer, no tuvo más trascendencia que el traslado de Márquez a la capital de la República en donde permaneció tres meses. Su estancia ahí no fue muy tranquila. Formó parte, junto con Luis G. Osollo, de un consejo de guerra en el que se juzgó al soldado Francisco Rivas, por el "crimen" de abandono de guardia. Osollo y Márquez votaron por la pena de cuatro años de trabajos en obras públicas para el reo. El voto de Márquez, escrito de su puño y letra, denota una caligrafía firme y enérgica.[ 17 ] Le agradaba ejercer autoridad sobre todo, después de haber sufrido él mismo, un castigo por indisciplina. Estas actividades no duraron mucho tiempo y nuevamente marcha Leonardo a combatir las rebeliones del sur. Sus acciones tuvieron lugar en Santa María Aleaca, Chilapa -bajo las órdenes del general Guadalupe Bello- y las Jollas [sic]. Gracias a que lograron reprimirse esos movimientos, Santa Anna logró mantenerse en la presidencia tres meses más.

Terminados los combates, Leonardo regresó a México, después se dirigió a Puebla y finalmente a Veracruz en donde volvió a trabajar a favor de Santa Anna (1846).

En varios puntos de la República se hacía notar el disgusto por la administración de José Joaquín de Herrera, y en Veracruz se apoyó la vuelta de Santa Anna que estaba en el destierro. Su presencia se juzgó indispensable para combatir al invasor norteamericano.

Declarada la guerra, los estadounidenses se internaron al territorio mexicano. Para detener ese avance, se desplazaron tropas hacía la frontera norte. Leonardo pertenecía ya al primer batallón ligero, con él marchó a San Luis Potosí en donde "a pesar de no ser el oficial más antiguo", se le encargó del detall de su regimiento.

En septiembre de 1847, luchaba ya contra el invasor. Participó en varios combates: uno cerca de Aguanueva, en que consiguió arrebatar al enemigo armas, monturas y caballos, mismos que entregó a su jefe el general de brigada Pedro Ampudia.

En la misma región disputó al enemigo dos colinas, esenciales para el dominio del campo de batalla, y el día 23 de septiembre participó en uno de los combates más importantes en la Angostura, peleando a bayoneta calada (1847). El general Ampudia mandaba la brigada ligera y Márquez era capitán de una compañía de tiradores. Otra vez tuvo por compañero a Luis G. Osollo. Ambos se enfrentaron a las tropas del general norteamericano Marshall y lograron desalojar al enemigo de la colina.[ 18 ] Con esa hazaña conquistó el puesto de comandante de batallón.

Después de la guerra con los Estados Unidos, Márquez tomaría nuevos rumbos. Participó en rebeliones de Sierra Gorda, en contra de sus antiguos benefactores como Anastasio Bustamante. Reafirma cada vez más su admiración a Santa Anna. Más tarde definiría su posición conservadora.

[ 1 ] Archivo de la Secretaría de la Defensa Nacional, Cancelados, exp. XI/III/I-119, t. I, f. 121.

[ 2 ] Carlos María de Bustamante, Continuación del cuadro histórico, México, Instituto Nacional de Antropología e Historia, 1963, t. III, p. 286-297.

[ 3 ] Historia del Heroico Colegio Militar de México, México, Secretaría de la Defensa Nacional, 1973, t. I, p. 20.

[ 4 ] Archivo de la Secretaría de la Defensa Nacional, Cancelados, exp. XI/III/I-119, t. II, f. 144.

[ 5 ] Vito Alessio Robles, Coahuila y Texas desde la consumación de la independencia hasta el tratado de paz de Guadalupe Hidalgo, México, Talleres Gráficos de la Nación, 1945-46, t. I, p. 43.

[ 6 ] José Bravo Ugarte, Historia de México, México, Jus, 1953, t. III, p. 172.

[ 7 ] Archivo de la Secretaría de la Defensa Nacional, Cancelados, exp. XI/III/I-119, t. I, f. 126 y 126v.

[ 8 ] Carlos María de Bustamante, Continuación del cuadro histórico, México, Instituto Nacional de Antropología e Historia, 1963, t. IV, p. 479.

[ 9 ] Primo Feliciano Velázquez, Historia de San Luis Potosí, San Luis Potosí, Imprenta del editor, 1897-1899, t. III, p. 168-174. Archivo de la Secretaría de la Defensa Nacional, Cancelados, exp. XI/III/I-119, t. I, f. 148v y 174.

[ 10 ] Archivo de la Secretaría de la Defensa Nacional, Cancelados, exp. XI/III/I-119, t. I, f. 53-58.

[ 11 ] Elías Amador, Bosquejo histórico de Zacatecas, Zacatecas (reimpreso en 1906). Hosp. Niños Guadalupe, 1907-1915, t. I, p. 442. Archivo de la Secretaría de la Defensa Nacional, Cancelados, exp. XI/III/I-119, t. I, f. 146v, 154-155.

[ 12 ] Archivo de la Secretaría de la Defensa Nacional, Cancelados, exp. XI/III/I-119, t. I, f. 154-155.

[ 13 ] Fernando Díaz y Díaz, Caudillos y caciques, México, El Colegio de México, 1972, p. 164.

[ 14 ] Enrique Olavarría y Ferrari, México a través de los siglos, México, Publicaciones Herrerías, [s. f.], t. IV, p. 506.

[ 15 ] Manuel Rivera Cambas, Historia antigua y moderna de Jalapa y de las revoluciones del estado de Veracruz, México, I. Cumplido, 1869-1871, t. III, p. 538-562, 613, 617 y 654-657.

[ 16 ] Archivo de la Secretaría de la Defensa Nacional, Cancelados, exp. XI/III/I-119, t. I, f. 154-155.

[ 17 ] Archivo General de la Nación, Guerra, t. 309, exp. 3028, f . 208.

[ 18 ] Vito Alessio Robles, Coahuila y Texas desde la consumación de la independencia hasta el tratado de paz de Guadalupe Hidalgo, México, Talleres Gráficos de la Nación, 1945-46, t. II, p. 351-370. Alfonso Trueba, Legítima gloria, México, Jus, 1959, 63 p., ils. (Figuras y Episodios de la Historia de México), p. 40.

Estudios de Historia Moderna y Contemporánea de México, Ernesto de la Torre Villar, Arturo Langle, Álvaro Matute y Martín Quirarte (editores), México, Universidad Nacional Autónoma de México, Instituto de Investigaciones Históricas, v. 5, 1976, p. 53-62.

DR © 2006. Universidad Nacional Autónoma de México, Instituto de Investigaciones Históricas