Estudios de Historia Moderna y Contemporánea de México

COMENTARIOS DE LA PRENSA INTERNACIONAL
SOBRE LA EXPEDICIÓN BELGA A MEXICO

Albert Duchesne


Reacciones del gobierno de Juárez

Estados Unidos debía naturalmente hacer suyo el punto de vista americano con respecto a la legión belga, no tanto por adhesión al famoso principio Monroe sino porque su existencia estaba en peligro después de la invasión de tropas francesas en 1862, a las que ahora se trataba de reemplazar con voluntarios austriacos y belgas. La República Mexicana encarnada en su presidente, el indómito Juárez, no podía aceptar sin protestas la legión del ejército belga que engrosaría (con o sin el consentimiento del gobierno de su país) el ejército europeo que la había ya invadido. Es preciso tener en cuenta que las relaciones diplomáticas entre los dos países se habían roto mucho antes de que el yerno de Leopoldo I (Maximiliano) hubiera decidido aceptar la corona mexicana.

Primer establecimiento de relaciones diplomáticas entre Bélgica y México

Esas relaciones habían sido establecidas en 1838 por iniciativa del conde de Theux, entonces ministro de Asuntos Extranjeros de Bélgica. Un viejo oficial del ejército de los Países Bajos, el barón F. de Norman, después de haber recibido el nombramiento de plenipotenciario, fue encargado de negociar con los diferentes países de la América Central y meridional, tratados de comercio y navegación.[ 1 ] De Norman permanece durante tres años en México y logra que se firme en 1839 un tratado que, habiendo sido aprobado por el congreso mexicano, no fue ratificado por Bruselas.[ 2 ]

Aunque un encargado de asuntos belgas había sido designado para México desde abril de 1845 (se trata de Blondeel van Cuelebroeck, a quien se volverá a encontrar en 1865 en la corte de Maximiliano), no es sino hasta el 20 de agosto de 1861 cuando se firmó un tratado de amistad, comercio y navegación entre los dos gobiernos.[ 3 ] Según T'Kint, Roodenbeke fue enviado en misión especial a México con el título de cónsul general, después de haber prestado ciertos servicios en Santo Tomás, Guatemala.[ 4 ]

T'Kint llegó a México en la época en que el presidente Juárez decidía suspender los pagos resultantes de convenciones celebradas por él mismo con Francia e Inglaterra. Estas potencias acababan apenas de romper sus relaciones con él.[ 5 ] Cabe decir que los residentes belgas de acuerdo con el gobierno habían demostrado interés por los bienes del clero que habían sido nacionalizados.[ 6 ] T'Kint (al no contar con instrucciones propias para ser aplicadas a las circunstancias) se solidarizó con la conducta de sus colegas occidentales. Llegó a compartir la opinión de éstos, en cuanto a que sólo una intervención armada podía preservar a México de una ruina total. Un gobierno monárquico "constitucional", sería más apropiado a sus tradiciones y costumbres, que la República.[ 7 ] Ya en agosto de 1862, las tropas francesas, durante mucho tiempo detenidas en Orizaba de acuerdo con las negociaciones entabladas, emprendían su marcha hacia el interior del país. T'Kint, temiendo que la ocupación de la capital lo llevara a una ruptura abierta con Juárez, decidió partir para Guatemala.[ 8 ] Su decisión fue severamente juzgada en Bruselas, y se le censuró por haber escrito que la presencia de agentes diplomáticos en México era incompatible con la situación del país. El Ministerio de Asuntos Extranjeros de Bruselas, al tener noticia de nuevos acontecimientos pudo percatarse de que T'Kint había roto relaciones con el gobierno mexicano. Rogier, por su parte, le dirige en diciembre de 1862 una extensa carta en la que le censura su conducta.[ 9 ] A pesar de eso, algunos días más tarde se reconoció ampliamente que más bien había existido cierta torpeza de su parte en el momento de abandonar México.[ 10 ] De regreso en Europa, él gozó en las Tullerías y ante los archiduques Maximiliano y Carlota de consideraciones que apenas podrían explicarse sin la intervención personal de Leopoldo I. Siendo T'Kint "el hombre hábil y de confianza", Carlota pide al rey Leopoldo en enero de 1863 que trate de encontrarlo en Bélgica.[ 11 ]

En todo caso, no existía ya ninguna relación diplomática entre nuestro gobierno y el de Juárez, en el momento en que la cuestión de una legión belga con destino a México fue objeto de la atención del mundo político. Para Bruselas, el presidente no hacía sino mantener, por medio de constantes desplazamientos hacia la frontera septentrional, la ficción de su poder constitucional condenado a una desaparición próxima. ¡Sólo se esperaba la llegada de Maximiliano para reconocer que el imperio ya se había instalado de facto!

Protestas de las autoridades juaristas contra "el atentado belga"

No por el hecho de que Juárez hubiese abandonado la ciudad de México y su gobierno se volviese trashumante, ante el avance de fuerzas armadas extranjeras, dejaba éste de ser a los ojos de muchos nacionales, y en particular para los Estados Unidos, el único poder constitucional de la República Mexicana.

La posición del gobierno republicano con respecto al problema de la legión belga ante el imperio mexicano es conocida por cierto número de artículos periodísticos. Y lo es con mayor precisión por las notas diplomáticas dirigidas, unas por Sebastián Lerdo de Tejada, ministro de Relaciones Exteriores de Juárez, a Matías Romero, su representante en Washington, y las que este último envía a Seward, secretario de Estado americano. Estas notas están redactadas con el espíritu de buena amistad que los Estados Unidos mantenían con la República, y se mantenía la esperanza de que estas "observaciones" serían transmitidas a Bruselas por conducto del mismo diplomático americano, puesto que el gobierno de Juárez no estaba en condiciones de comunicarlas directamente.[ 12 ]

Tales notas se basan en un número reducido de argumentos, pero que se repiten con una frecuencia impresionante. Jamás el gabinete belga alegó el menor motivo de queja contra la autoridad mexicana. Ningún estado de guerra existe entre los dos países, pues el tratado de amistad y comercio, firmado entre ellos en agosto de 1861, mantiene su valor pleno y entero. Asombra que el rey Leopoldo trate de tomar ventaja de las desgracias de una nación que jamás lo ha injuriado y que el mismo soberano, para favorecer a su hija y a su yerno, los provea de mercenarios cuya misión será la de ayudar a la opresión de su nueva patria. La actitud del rey es contraria a los preceptos de la Constitución y a los intereses de su pueblo. Por otra parte, no se hace la menor reflexión con respecto a la oposición general que a estos proyectos opondrá el Parlamento.[ 13 ]

Los debates tumultuosos en este cuerpo legislativo, la actitud embarazosa del gobierno y la orden del día del diputado Bara que le permiten volver a defender sus argumentos a pesar de los hechos que él niega sin convencer a nadie, las reuniones que se multiplican en el país contra la legión, así como los folletos que prueban que el reclutamiento de ésta viola a la vez el derecho penal y la neutralidad belga, todo es minuciosamente descrito en los informes que, a medida que tienen lugar los acontecimientos, Juárez hace transmitir a su representante en Washington.[ 14 ]

Se pone particular énfasis en el peligro de la situación a la que los belgas se dejan arrastrar. ¿Resistiría la neutralidad de su país una tirantez de relaciones entre adversarios y protectores de la República Mexicana ? Se insiste, con una ironía mal disimulada, cómo en este caso la conducta del rey contrasta con la que él mismo había adoptado ante el largo conflicto que ha desgarrado recientemente a los Estados Unidos. Las gestiones hechas en Bruselas en junio de 1863 por Ambrose Dudley Mann, protegido del presidente Davis, para persuadir a Leopoldo I a reconocer a los confederados la calidad de beligerantes, y las del filántropo W. C. Jewet para solicitar su arbitraje habían sido rechazadas por ofensivas. El gobierno belga no conoce más poder legal cuyo asiento está en Washington.[ 15 ] ¿Hay en México otro poder constitucional que no sea el del presidente Juárez?

Manifestaciones en Bélgica a favor de Juárez

Se concede un interés especial con respecto a la República Mexicana, a las manifestaciones que, en Bélgica misma, muestran la hostilidad de una parte de la opinión con respecto al reclutamiento de una legión "imperialista". Estas declaraciones son publicadas frecuentemente en forma completa, acompañándolas de comentarios de artículos de L'Escaut, L'É mancipation, Le Précurseur, Le Journal de Bruxelles, Le Prolétaire, La Liberté y de otras gacetas que protestan en largas columnas contra el cuerpo belga-mexicano.[ 16 ] Es frecuente encontrar órdenes del día y mensajes por medio de los cuales las asociaciones democráticas ¡aplauden la resistencia del pueblo mexicano a la invasión, y censuran a Leopoldo I y a sus ministros, por asociarse a la opresión que pesa sobre él!

La asociación democrática De Nederduitsche Bond, en el transcurso de una sesión general efectuada en Amberes el 26 de mayo de 1865, felicita a Juárez por la tenacidad con que éste continúa manteniendo firmemente empuñada y muy alta la bandera de la Independencia de México. Protesta contra el reclutamiento (¡efectuado con la complicidad del rey y del gabinete!) de tropas para "el usurpador" Maximiliano. Protesta contra ese juego engañoso en el que se hacía víctimas a 1 600 compatriotas. Habiendo partido contra el deseo casi unánime de la opinión belga, ellos no debían entrar en campaña sino simplemente servir de guardia a la princesa Carlota. Sobre el rey y los ministros belgas pesaba desde entonces la responsabilidad por la muerte de aquellos que habían muerto en el combate de Tacámbaro, librado el 11 de abril de 1865 contra las tropas de la República. A esos últimos que se batían por la libertad de su pueblo, el nuestro, epígono digno de sus ancestros de 1830, enviaba el homenaje de su admiración.[ 17 ]

Se hizo la proposición del general Plétincky de consagrar un monumento a los "héroes de Tacámbaro" con el dinero que se recolectaría entre las guardias cívicas. La unión liberal de la guardia cívica de Lieja respondió el 10 de agosto de 1865, con una negativa categórica. Esta asociación invitó a los agrupamientos similares del reino a imitar su ejemplo. Protectora de las instituciones constitucionales, la guardia cívica no debía de ninguna manera asociarse a la exaltación de una causa antiliberal.[ 18 ]

No olvidemos que esta documentación, francamente adversa al soberano y al gobierno belgas, que la legación juarista de Washington tenía cuidado de enviar a la Secretaría de Estado americana, no daban jamás lugar por parte de ésta sino a acuses de recibo cordiales, pero que no constituían en modo alguno una actitud comprometedora con una fórmula acostumbrada, siempre la misma, Seward se limitaba a agradecer a Matías Romero la cortesía de que daba pruebas, al comunicarle estos "interesantes documentos".[ 19 ]

Ciertamente se comprende con qué impaciencia y hasta con qué alegría, la prensa democrática belga reproduce las noticias a partir del momento en que los mensajes anuales del presidente de los Estados Unidos comienzan a asegurarles cierta difusión en las cancillerías europeas.[ 20 ] ¡Qué maravillosa arma, aunque menos efectiva, contra la "tiranía de Maximiliano" y las atrocidades de sus "esbirros" belgas, que contra el gabinete Rogier-Frère-Orban y la mayoría parlamentaria!

Porque -es preciso repetirlo una vez más- se trataba ante todo de un problema de política interna. Ningún Estado, con excepción, y quizá, del México de Juárez, podía haber sido engañado con ciertas apariencias. La neutralidad belga, a los ojos de alguno, no estaba empeñada o simplemente comprometida. ¡En verdad había una ausencia total de verdaderas intervenciones diplomáticas al respecto!

No podríamos dejar de consultar la prensa internacional acerca de las reacciones extranjeras ante el problema de los enrolamientos belgas para el imperio mexicano. Se comprenderá que hemos limitado esta ardua encuesta y, en resumidas cuentas, poco fructuosa, a algunos periódicos franceses, austriacos, ingleses, americanos y mexicanos. Ciertos sondeos practicados regularmente nos habían convencido previamente de que era difícil y aun imposible sacar conclusiones perentorias.

**Siempre, o casi siempre, la actitud de esta prensa respecto al reclutamiento de tal cuerpo de voluntarios en Bélgica, se inspira en aquella que le dictan el advenimiento de Maximiliano como emperador de México y sobre todo su política, particularmente en materia religiosa. Se sabe hasta que punto la nacionalización de los bienes del clero y la ruptura con el nuncio, que fue la primera consecuencia, le atrajeron al nuevo soberano la desafección de países católicos que le habían concedido en un principio su voto favorable. Por otra parte, la firma que estampa Maximiliano el 3 de octubre de 1865, al pie del decreto que condena a muerte a los "rebeldes" y después la aparición de indicios cada vez más claros de su caída próxima, multiplican por todas partes los adversarios liberales de la causa imperial.

A veces, son invocadas algunas consideraciones propiamente belgas, por ejemplo: el peligro en que pueden poner la neutralidad, esos enrolamientos, son en definitiva argumentos a fortiori. De las publicaciones de la prensa belga -sólo las de L'Indépendance Belge y, en orden secundario, L'Écho du Parlement contenían entonces artículos de exportación-, son explotadas generalmente de manera fantasiosa. Es preciso citar como otras fuentes de información las "correspondencias particulares" de Bruselas, París, Viena, Washington y México, así como los grandes periódicos del viejo y nuevo mundo.[ 21 ]

Se adivina a la luz de indicaciones tan generales, lo difícil que habría sido trazar, en el espíritu público extranjero, un esbozo geográfico y evolutivo que encontrara lugar en el marco de este estudio. Trataremos también de proyectar una especie de film, reduciendo sus elementos a lo esencial.

La prensa liberal francesa

La prensa francesa está dividida, en lo que atañe a la legión belga, como lo está con respecto a otras dos cuestiones conexas: la creación de un imperio en México y el reconocimiento de los Estados Confederados para acelerar el fin de la Guerra de Secesión. Son estos aspectos de la "política mexicana" de las Tullerías, "el más grande pensamiento del reino" de Napoleón III, según palabras de Rouher.[ 22 ] Es decir, con qué vigor el duque de Broglie, Guizot, Laboulaye, Auguste Cochin, Henri Martin, Guillaume Monod, Monatalembert y otros liberales, mostraron en sus publicaciones la actitud combativa contra esta "política de aventura".

Cierto es que el emperador Napoleón desea la victoria de los confederados, que le permitiría a la vez consolidar la monarquía mexicana, y alejar de ella el peligro de una república federal demasiado poderosa. Pero no sólo está interesado en ese triunfo. ¿Cómo podrá el suegro de Maximiliano permanecer indiferente al problema americano, a pesar de su ostensible reserva?[ 23 ] Los contemporáneos han ignorado completamente la gestión que Leopoldo I -a solicitud de Napoleón-, autorizó a Van Praet cerca de Palmerston con miras de asociar la Gran Bretaña a una intervención franco-rusa para poner fin a la Guerra de Secesión. En caso de buen éxito, los dos beligerantes hubieran estado colocados sobre un pie de igualdad.[ 24 ] Los órganos periodísticos que inspiraban a las personalidades liberales, de las cuales se ha venido hablando, tomando en cuenta que la princesa Carlota reinaba en México, consideraban al rey de los belgas y a su gobierno interesados en el triunfo de los sudistas. Desde entonces la organización con su asentimiento y la "complicidad" del gabinete Rogier, de una legión belga-mexicana les parecía sospechosa, en particular, desde el punto de vista de la neutralidad del reino!

Se encuentra el eco de sus preocupaciones en varios artículos de Le Siècle y L'Opinion Nationale que dan un resumen de los debates que tuvieron lugar en septiembre de 1864, febrero y abril de 1865 en el Parlamento belga.[ 25 ] Le Charivari reúne los comentarios inspirados por los medios de la oposición.[ 26 ] Mientras tanto, la Revue des Deux Mondes espera el comienzo de 1866 para romper la actitud reservada que durante tanto tiempo ha guardado.[ 27 ] En cuanto a Le Temps, al lado de Cartas de Estados Unidos en donde George Clémenceau afirma vigorosamente su aversión a la empresa mexicana, resume en algunos artículos bastante objetivos, la posición del gobierno belga y la de Coomans y consortes, tal como son afrontados en la cámara y en las asambleas.[ 28 ] Algunas "correspondencias particulares" de Bruselas lo mismo que de Audenarde proveen material para breves comentarios, malévolos a veces, sobre el reclutamiento y la disciplina del regimiento Emperatriz Carlota.

La prensa americana: federales y confederados

La lectura de la prensa de los Estados Unidos es muy sugestiva. La actitud de los diarios, particularmente de aquellos que defienden la causa federal, está dominada por la llamada doctrina de Monroe. La resolución del Congreso de Washington del 4 de abril de 1864 no es más que una nueva aplicación de ella: ¡precisa no reconocer un gobierno monárquico que, a favor de la ayuda que le presta una nación europea, trata de sustituir a la república en un país del continente americano![ 29 ] Por otra parte, la situación de los federales -comprometidos en una lucha sin cuartel contra la rebelión del Sur-, se asemeja a la resistencia que Juárez continúa oponiendo a los que han abierto la brecha de México a la invasión francesa. Esa semejanza sugiere a los federales una política de simpatía y de apoyo en lo concerniente a la "causa constitucional" que peligra en México.[ 30 ]

Es fácil adivinar en qué estado de ánimo acogieron esos diarios las noticias procedentes de Europa, respecto al alistamiento de una legión destinada a servir de guardia a la "llamada" (so called) Emperatriz Carlota. The New York Herald brinda las columnas de sus artículos a la prensa belga, que condena la complicidad del gobierno de Bruselas en la invasión de México. Algunos de esos periódicos son de tiro limitado y poca circulación, como los católicos Le Journal du Hainaut (Mons), La Verité (Tournai), el liberal Le Précurseur (Amberes),así como la joven Liberté, en la cual Edmond Picard, Paul Janson y Lucien Jottrand, aportarían su colaboración.[ 31 ]

Se puede preguntar si ciertos demócratas belgas, tales como Ch. L. Spilthoorn, detenido en Estados Unidos después de la aprehensión que le había valido su pretendida participación en el Risquons-Tout en 1848,[ 32 ] y J. C. Houzeau, quien dirigía en Filadelfia el órgano abolicionista La Tribune,[ 33 ] en relaciones epistolares, el primero con Lucien Jottrand, y el segundo con Eugène Van Bemmel, no han tenido alguna intervención en esta publicidad.

El juego de las hipótesis es siempre seductor, pero peligroso en materia histórica. Permítasenos detenernos un momento a propósito de Víctor Considerant. No hay que hacer mención aquí ni de las estancias entre nosotros del principal discípulo de Fourier,[ 34 ] ni sus infortunadas tentativas para crear, con cierto número de belgas, colonias falansterianas en Texas en 1852-53 y 1863-69. Allí, se interesa vivamente en la campaña de Juárez por la independencia de México. Él toma partido contra la intervención "políticamente absurda desde el punto de vista geométrico", en las cartas dirigidas bajo la cubierta del anonimato, al mariscal Bazaine.[ 35 ] Considerant hace allí mención del contingente belga del ejército imperial, en tal forma, que la supresión, por parte del editor, de un largo pasaje de su frase, permanece enigmática.[ 36 ]

Al lado de artículos de periódicos belgas y de correspondencias particulares de Bruselas, no siempre firmadas, los principales diarios demócratas de Washington y de Nueva York, para limitarnos al New York Express, a Le Courrier des États Unis[ 37 ]y al Evening Express, difunden el contenido de ciertos documentos diplomáticos. Se trata ante todo de comunicaciones intercambiadas entre los departamentos de Estado americano y mexicano, a medida que son publicadas las colecciones impresas anualmente a nombre del congreso."[ 38 ] El conjunto de artículos está enriquecido con los comentarios que, sobre todo a partir del invierno de 1864, condenan la actuación de Leopoldo I en la creación de la monarquía mexicana y la puesta en pie de una legión belga destinada a sostenerla. ¡Se pone de relieve el peligro en que coloca a la neutralidad del reino, la actitud equivocada de su gobierno!

A título de ejemplo, citamos una síntesis característica de un amplio artículo publicado en mayo de 1865 por The New York Herald. Después de mencionar la existencia de un tratado belga-mexicano de 1861, el importante órgano informativo proseguía:

...Hoy, nosotros atestiguamos que un ejército, reclutado sin disimulo y sacado sin obstáculos de Bélgica, compuesto de oficiales que tienen aún su rango y posición en el ejército belga, y de soldados que conservan su nacionalidad, está comprometido en México en una guerra contra el gobierno legítimo y regular de ese país... y derrama la sangre de un pueblo cuyo único agravio ha sido defender las instituciones libres y la independencia de su suelo nativo... Si Bélgica no tiene motivo de queja contra México, ¿qué derecho le asiste para hacer la guerra contra ese país? Y en todo caso, ¿qué derecho tiene para intervenir en la guerra civil que se desarrolla actualmente? El parentesco de Maximiliano con el rey de los belgas, no implica ese derecho, al menos en la época en que vivimos. Es por consiguiente, un motivo de gran sorpresa, que un pueblo tan prudente como el de los belgas, se deje comprometer, simplemente por causas privadas de familia, a tomar una posición que puede tornarse no sólo muy molesta, sino también peligrosa.[ 39 ]

Los periódicos sudistas, particularmente The Liberty y The Star parecen ocuparse muy poco del problema de los enrolamientos belgas con destino a México. Apenas, les bastan sus columnas para comentar las operaciones de sus fuerzas armadas, con un optimismo al que sólo la rendición del general Lee pone término. Por otra parte, la prensa confederada no disimula su contrariedad porque el emperador de México, que esperaba únicamente del Norte su reconocimiento por los americanos, se haya negado en junio de 1864 a recibir a Slidell, un agente del presidente Davis. A partir de ese momento, Maximiliano se convierte a su vez en un "usurpador". Él no encuentra más simpatía ante el gobierno sudista. Éste incluye en la misma reprobación al rey de los belgas y a su cuñado el príncipe de Joinville, quien había servido a la causa federal con sus sobrinos los condes de París y de Chartres, en el Estado mayor de Mac Clellan. Por lo demás, Leopoldo I no ha continuado las gestiones intentadas en Bruselas por Dudley Mann.[ 40 ] Definitivamente, de este lado los voluntarios belgas no pueden contar con muchas simpatías. En breve, ellos son incorporados a los numerosos mercenarios extranjeros, de los cuales muchos son belgas reclutados por los federales, y al igual que aquéllos, reciben el nombre de "filibusteros".[ 41 ]

La prensa al servicio de Juárez

Para completar este esquema de las repercusiones de la prensa internacional, frente a la formación en Bélgica del regimiento Emperatriz Carlota, es necesario interrogar a los diarios mexicanos. Aquí, se impone también una distinción. Por una parte están algunos periódicos republicanos, tales como La Libertad y La Independencia, para los cuales, la representación del poder se traslada con el presidente Juárez, de México a San Luis Potosí, y después a Chihuahua. Por la otra, y en mucho mayor número, están las gacetas escritas tanto en lengua francesa como en castellano, que se publican bajo la égida, y a menudo con los subsidios, del poder imperial o de las fuerzas intervencionistas del mariscal Bazaine.

Los diarios republicanos están documentados por la legación de México en Washington, que dirige el hábil Matías Romero. Éste es, lo hemos hecho notar, el gran centro diplomático del cual dispone Juárez. Gracias a él, se puede asegurar una gran difusión más allá de la esfera de acción, a la cual el poder del presidente era progresivamente reducida, a la oposición que se hacía entonces entre nosotros contra los enrolamientos de Audenarde. La "complicidad" del rey, de Rogier, de Chazal, de Chapelié y del ejército belga en la invasión de México, es allí denunciada con dureza. [ 42 ] Todo esto se comprenderá mejor si se piensa que Nicolás Romero, el propio primo de Matías Romero, un jefe de guerrillas aprehendido por soldados de infantería francesa en el momento de su entrada a Toluca, fue traído a México por un destacamento belga, y fusilado en marzo de 1865.[ 43 ] Se encontrará en este hecho una explicación, parcial seguramente, de la reputación de crueldad (justificada o no, de la cual ya se ha hablado) con que fueron juzgados algunas veces nuestros compatriotas por la prensa republicana.[ 44 ]

Se puede adivinar con qué espíritu de simpatía se aceptan y comentan los homenajes rendidos a la "causa constitucional" y a Juárez, por las asociaciones democráticas de Líeja (Union Libérale de la Garde Civique), de Bruselas ( Ligue de la Liberté et du Libre-Examen) y de Amberes ( De Nederduitsche Bond ), así como por la asociación de la democracia militante de Bruselas Le Peuple. Éstas eran, afirmaba la prensa con apasionamiento, otras tantas pruebas de que el pueblo belga condenaba la política aventurera de sus jefes. Su simpatía iba de repente hacia los mexicanos en su lucha por una independencia que él mismo había tenido la dicha de conquistar treinta y cinco años más tarde.[ 45 ] Podemos suponer que un papel importante fue desempeñado en esta campaña periodística por un proscrito del golpe de Estado de Luis Napoleón. Miembro del comité socialista de París, Eugenio Lefêvre había creado hacia 1859 en México, el diario La Tribune. La invasión de tropas francesas lo obligó a refugiarse en Londres, donde continuó defendiendo la causa de la independencia mexicana. Había residido mucho tiempo en Bruselas, y contaba con numerosos amigos entre los colaboradores de La Tribune du Peuple: C. de Paepe, H. Denis, R. P. Janson.[ 46 ] Es dudoso que Lefêvre, adepto de Juárez en cuerpo y alma, como él lo prueba después de la caída de Maximiliano,[ 47 ] no haya proporcionado a sus amigos de México la ocasión de aprovechar tal fuente de información por lo que atañe a la opinión pública belga.[ 48 ]

[ 1 ] De Theux a Lehon 1837, Archivo del Ministerio de Asuntos Extranjeros de Bélgica, Correspondencia Particular, Legation de Paris, v. 7. doc. 183.

[ 2 ] Veldekens, Le livre d'or de l'Ordre de Léopold et de la Croix de Fer, Bruxelles, 1858, I, p. 400.

[ 3 ] Almanach Royal, 1863, p. 35. Archivo del Ministerio de Asuntos Extranjeros de Bélgica, Correspondencia Particular, Legación de México, vol. I, agosto 20 de 1861.

[ 4 ] Archivo del Ministerio de Asuntos Extranjeros de Bélgica, Correspondencia Particular, Legación de México, v. I, doc. 39 (nota de Lambermont del 16 de diciembre de 1861) y 51 (T'Kint al ministro de Asuntos Extranjeros de Bélgica el 23 de mayo de 1863), así como el expediente personal de T'Kint (Archivo del Ministerio de Asuntos Extranjeros de Bélgica, Correspondencia Particular, Legación de México, Na. Pers, n. 316). Cfr. también dos estudios del padre J. Fabri, Les belges au Guatemala 1840-1845, Bruxelles, 1955, y Auguste T'Kint. Commissaire espécial de la Compagnie belge de colonisation, dans L'expansion belge sous Léopold Ier (1831-1865). Recueil d'études publicado por la Academia Real de Ciencias d'Outre-Mer, Bruselas, 1965, p. 216-250.

[ 5 ] T'Kint al barón de Vriére, ministro de Asuntos Extranjeros de Bélgica. Julio 25 de 1861, Archivo del Ministerio de Asuntos Extranjeros de Bélgica, Correspondencia Particular, Legación de México, v. I, doc. 8.

[ 6 ] T'Kint al barón de Vriére, 15 de junio de 1861, Archivo del Ministerio de Asuntos Extranjeros de Bélgica, Correspondencia Particular, Legación de México, v. I, doc. 3.

[ 7 ] T'Kint al ministro de Asuntos Extranjeros de Bélgica, 28 de agosto, 28 de septiembre, 28 de octubre y 28 de noviembre de 1861, 28 de enero, 27 de mayo, 27 de junio y 28 de septiembre de 1862, Archivo del Ministerio de Asuntos Extranjeros de Bélgica, Correspondencia Particular, Legación de México, v. I, docs. 11, 13, 14, 15, 20, 27, 29 y 34.

[ 8 ] T'Kint al ministro de Asuntos Extranjeros de Bélgica. Octubre 5 de 1862, Archivo del Ministerio de Asuntos Extranjeros de Bélgica, Correspondencia Particular, Legación de México, v. I, doc. 36.

[ 9 ] Notas de la dirección política de Asuntos Extranjeros de Bélgica (A. De Brouckere, 5 y 16 de noviembre de 1862: L. Orban, 19 de diciembre de 1862, y carta del ministro Rogier a A. T'Kint el 9 de diciembre de 1862, Archivo del Ministerio de Asuntos Extranjeros de Bélgica, Correspondencia Particular, Legación de México, v. I, docs. 38, 40, 41 y 42)

[ 10 ] Notas de L. Orban a A. Lambermont. Diciembre 16 de 1862 (Archivo del Ministerio de Asuntos Extranjeros de Bélgica, Correspondencia Particular, Legación de México, vol. I, doc. 39). Falta en este expediente el despacho rectificativo que el ministro Rogier dirige a T'Kint el 12 de diciembre, tres días después de la reprimenda. Conocemos el contenido por la respuesta de T'Kint fechada el 23 de mayo de 1863 (Archivo del Ministerio de Asuntos Extranjeros de Bélgica, Correspondencia Particular, Legación de México, vol. I, doc. 52).

[ 11 ] Diario manuscrito de Maximiliano, 1863 (L. Gasparini, Massimiliamo del Messico, en Nuova Antologia, Roma, septiembre 1o. de 1938, p. 9). En abril de 1863, en París, T'Kint tiene dos entrevistas con el ministro de Asuntos Extranjeros Drouyn de Lhuys, después con Napoleón III que no ha tenido, declara él, que volver a copiar sus notas para redactar algunas instrucciones al general Forey. En mayo, antes de su regreso a Bruselas, es recibido de nuevo por Napoleón III, por Drouyn, y después por la emperatriz y Drouyn. El 23 de mayo es llamado por el archiduque Maximiliano a Miramar. Se puede adivinar el motivo por el cual las cartas de crédito, firmadas por el rey y el citado ministro plenipotenciario en la corte mexicana no fueron expedidas el 14 de abril de 1864 (Archivo del Ministerio de Asuntos Extranjeros de Bélgica, Legación de México, docs. 44, 45, 47, 48, 51, 58 y 59).

[ 12 ] La legación de México en Washington, dirigida por Matías Romero, debía su importancia al hecho que era el centro de resistencia y propaganda juarista que se apoyaba en las simpatías de algunos estados americanos. Servía también como intermediaria entre los grupos dispersos a los cuales se reducía el Estado republicano de México, de 1863 a l867.

[ 13 ] Sebastián Lerdo de Tejada a M. Romero, el 27 de enero de 1866. Reproducido en L'Hebdomadaire Bruxellois La Liberté del 11 de junio de 1865, p. 3. Nos remitimos aquí todavía a numerosos documentos que han encontrado lugar en los Papers relating to Foreign Affairs... (Correspondencia diplomática), 1865 y 1866, bajo las rúbricas "México" y "Bélgica", así como en la Correspondencia de la legación mexicana en Washington durante la intervención extranjera, 1865, 1866 y 1867, México, 1868-1869. El general Juan Manuel Torrea, jefe del Archivo de la Secretaría de Relaciones Exteriores ha tenido a bien confirmarnos que su archivo no contiene -respecto a Bélgica o a los enrolamientos para México- ninguna nota o correspondencia que no haya sido objeto de publicación en una u otra de las colecciones ya citadas.

[ 14 ] Matías Romero a Sebastián Lerdo de Tejada, 14 de noviembre de 1864, Papers Relating to Foreign Affairs (Diplomatic correspondence), III, p. 558.

[ 15 ] Respecto a estas actividades, cfr. L'Indépendence Belge de 8 y 11 de agosto de 1863, y una mise au point de Rogier a Delfosse, ministro de Bélgica en Washington el 17 de agosto del mismo año (Archivo del Ministerio de Asuntos Extranjeros de Bélgica, Legación de Washington, v. 8). Cfr. también la memoria ya citada de F. Balace.

[ 16 ] Papers Relating to Foreign Affairs, Diplomatic Correspondence, 1865, III, México, passim. Es de notar que Le Précurseur y L'Escaut tenían corresponsables en Estados Unidos. El licenciado Victor Faider enviaba cartas muy instructivas al primero de esos periódicos. Su colega L. Jottrang, amigo personal de Sanford, y con frecuencia su vocero en la prensa belga, reservaba particularmente su prosa a L'Écho de Liège.

[ 17 ] Redactada el 14 de julio de 1865, la proposición fue dirigida el 22 por el presidente y secretarios de la Liga, E. Coremans, W. M. Hagenaer y J. Lederc, a Matías Romero en Washington, rogando a éste transmitirla a Juárez, ya que el lugar de su residencia variaba con frecuencia. Romero remite el 21 de agosto, una copia para informar a Seward, y el 29 del mismo mes da las gracias al presidente de la Liga, subrayando en qué forma la proposición contribuiría -a despecho del rey Leopoldo-, a mantener las simpatías del gobierno y del pueblo mexicanos frente a Bélgica (National Archives of Washington, Papers relating to Foreign Affairs, Correspondencia Diplomática, 1865, III, p. 553-555). A su vez el ministro de Asuntos Extranjeros de Juárez, Sebastián Lerdo de Tejada, agradece a E. Coremans, el 23 de septiembre de 1865, en una extensa carta donde él afirmaba que la sangre vertida por los belgas, lo habrá sido por extranjeros en México (Habsbourg, Orléans y Bonaparte), y que en todo caso, los ministros belgas habían violado la neutralidad de su país. ( Correspondencia diplomática, 1865, III, p. 556-557.) Cfr. también E. Vuylsteker, "Vlamingen en México", en De Vlaamsche Gids (Anvers), junio y julio de 1930, p. 393-410 y 454-457, y A. Duchesne, "Deux belges, J. H. Kats y E. Devaux, officiers supérieurs dans l'armée de Juárez", Revue Belge d'Histoire militaire, septiembre de 1967, XVII/3, p. 218.

[ 18 ] La carta dirigida a Matías Romero el día siguiente, lleva la firma del presidente de la Unión, J. J. Lefévre, y del secretario G. Clermont. Una copia fue transmitida el 20 de octubre de 1865 por Romero, a la Secretaría de Estado americano como prueba de los verdaderos sentimientos del pueblo belga en lo concerniente al imperio de Maximiliano. (Correspondencia diplomática,1865, III, p. 559-560.)

[ 19 ] En realidad como lo hace notar todavía el 2 de febrero de 1886 el encargado de asuntos de Bélgica en Washington, "M. Seward sabe a qué atenerse sobre nuestra verdadera posición frente a México" (Archivo del Ministerio de Asuntos Extranjeros de Bélgica, Legación de Washington).

[ 20 ] Se trata de Papers Relating to Foreign Affairs Accompanying the Annual Message of the President (Correspondencia diplomática), de la cual hemos invocado el testimonio en innumerables ocasiones.

[ 21 ] Por la redacción de la segunda parte de ese capítulo, nosotros hemos recurrido a las colecciones de diarios ya mencionados (nota 1 del capítulo VII). a las que conviene agregar Copias de extractos de periódicos mexicanos y americanos que nos han sido prestados respectivamente por. M. E. de la Torre Villar y M. A. H. Briddon. Algunos diarios han sido consultados también en la Biblioteca Nacional de Paris, lo mismo que el tomo VII de la obra de Felipe Buenrostro. Historia del primer y segundo Congresos Constitucionales de la República Mexicana, México, 1882. En fin, nos han sido proporcionadas algunas indicaciones por J. Guzmán y Raz Guzmán. Bibliografía de la reforma, la Intervención y el Imperio, México, 1990, y periódicos, así como diversos amables corresponsales personales como M. L. Van de Putt en México.

[ 22 ] E. Beyens, Le Second Empire vu par un diplomate belge, I, p. 271 y s., sobre todo C. Shefer, op. cit., p. 28-36.

[ 23 ] T. Juste, Les fondateurs de la monarchie belge. Notes historiques et biographiques d'aprés des documents inédits, Bruxelles, 1871, p. 106.

[ 24 ] Beyens, Le Second Empire vu par un diplomate belge. I, p. 306, y Egon Caesar Conte Corti, op. cit., I, p. 149-150.

[ 25 ] Cfr. los números de septiembre 5 de 1864 y marzo 24 de 1865 de Le Siècle, y los de septiembre 13 y 17 de 1864, febrero 28 y junio 4-5 de 1865 de L'Opinion.

[ 26 ] Septiembre 15 y 16 de 1864, y a propósito del desafío Chazal-Delaet de abril 22 y 25 de 1865.

[ 27 ] Cfr. bajo la firma de E. Forcade, la "Chronique (politique) de la Quinzaine ", en Revue de Deux Mondes, 1866, p. 240, 534, 804 y 1051.

[ 28 ] El doctor Clémenceau, quien desembarcó en Nueva York en septiembre de 1865 (tenía 24 años), envió sus cartas a Le Temps durante el invierno de 1865-1866, y aun en 1868. Se leerá de él (septiembre 6 de 1867) un juicio falto de toda piedad sobre la muerte de Maximiliano y la locura de su esposa, en G. Delaware, L'Empire oublié. 1861-1867, Paris, 1935, p. 151, n. 1.

[ 29 ] F. Bancroft, "The French in Mexico and the Monroe Doctrine", en Political Science Quarterly, Nueva York, marzo de 1896, p. 36-37.

[ 30 ] Mc Pherson, History of the rebellion, Washington, [s. a.], p. 348-349.

[ 31 ] L. Bertrand. Histoire de la démocratie et du socialismo en Belgique. Bruxelles-Paris, 1906, II, p. 76 y siguientes. Véanse también los cuadernos del Centro Interuniversiítario de Historia Contemporánea, dedicados a la prensa belga (Louvain-Paris, ab 1958).

[ 32 ] Cfr. una curiosa carta sin fecha, enviada por Spilthoorn,, entonces en América, a Jottrand, lamentando que sus compatriotas "estén mezclados en mala empresa" y que hayan, por consiguiente, desmerecido a los ojos de la opinión americana... L. Jottrand, Ch. L. Spilthoorn. Evénements de 1848 en Belgique. Bruxelles, 1872, p. 125. Cfr. también la memoria inédita ya citada de Fr. Balace.

[ 33 ] Cfr. sus Correspondances d'Amérique y particularmente sus cartas de México ( 1862 a Van Bemmel, en la Revue Trimestrielle, XVIII, XX y siguientes. Véanse también sus Souvenirs du Mexique (extracto de un articulo de revista del 15 de junio de 1872, p. 102-103) : Houzeau explica cómo él, que conocía al país y a los mexicanos, había titubeado tanto en "si no debía advertir al rey de lo que sus compatriotas encontrarían en México".

[ 34 ] Asuntos extranjeros de Bélgica, Correspondencia política, expediente: Refugiados, I-IV (1842-1853). L. Bertrand, Histoire de la démocratie et du socialismo en Belgique. Bruxelles-Paris, 1906, I, p. 189 y siguientes. También el II, p. 22 y siguientes. J. Garsou. Les tribulations de Victor Considérant en Conferences et théâtres. Bruxelles, abril de 1937.

[ 35 ] Mexique. Quatre lettres au maréchal Bazaine. (15 y 23 de mayo, 2 de junio de 1865 y 29 de junio de 1867) Bruxelles, 1868. La atribución a Considérant no ofrece dudas. (Grande Encyclopédie, t. XII; Dictionnaire Universel des Contemporains por Vapereau, sexta edición, 1893, etcétera.)

[ 36 ] "... Yo quería, por tanto, decir que, después de el envío de mi último fardo -es un término empleado en el contingente belga- no lo rechace..." (Extremado principio de la cuarta carta de Considérant a Bazaine el 29 de junio de 1867, reproducida en Mexique. Quatre lettres au maréchal Bazaine, Bruxelles, 1868. p. 159.)

[ 37 ] Ese último órgano, publicado en Nueva York y difundido en las dos hemisferios, había tenido como redactor en jefe a Emannuel Maseras, del que se hablará después en México. Su sucesor fue un periodista influyente, L'Héritier. Éste se había casado con la hermana de un oficial belga, Carlot, que tomó parte en la campaña de México (1846-1867). En el curso de su estadía en casa de su cuñado en Nueva York, Carlot trata de influir a esta joven en un sentido "maximilianista" y probelga (archivos del barón de Bassompierre).

[ 38 ] Papers relating to foreign affairs accompanying the annual message of the president. Executive documents (Correspondencia diplomática), 1864-1867. Washington, 1865-1868.

[ 39 ] Este artículo del 3 de mayo de 1865, fue objeto de una petición por parte del ministro Rogier a A. Berghmans, encargado de Relaciones a. i. de Bélgica en Washington. (Archivo del Ministerio de Asuntos Extranjeros de Bélgica, Correspondencia diplomática, Legación de Washington, v. 7.)

[ 40 ] The Star, 15 y 17 de junio de 1865. The Liberty, 30 mayo y 18 de junio de 1865.

[ 41 ] La cantidad de compatriotas que combatían bajo la bandera de Lincoln parecía haber sido exagerado, principalmente en la sesión de la Cámara el 7 de marzo de 1865. (Annales Parlamentaires, Cámara, Session 1864-65, p. 579.) Esto no era nada si uno se refiere a las recientes contribuciones de F. Balace respecto a los "voluntarios" belgas a los Estados Unidos entre 1861 y 1865.

[ 42 ] La Libertad, del 5 y 7 de mayo de 1865, 31 de enero de 1866, etcétera. La Independencia, del 15 de abril, 2 de mayo y 6 de junio de 1865, etcétera.

[ 43 ] Moniteur Belge, del 23 de mayo de 1865. Cfr. Légionnaire au Mexique, 1865-1867. Texto de E. Amiable, presentado y anotado por L. Leconte. Bruxelles, 1942, p. 12, n. 2. L. Timmermans, op. cit., p. 47, etcétera.

[ 44 ] Cfr. un curioso artículo de la Sombra de Arteaga, periódico republicano de Querétaro, abril 27 de 1865. A propósito del incendio y saqueo por parte de los voluntarios de Vander Smissen, de los pueblos San Francisco y San Miguel.

[ 45 ] Diario Oficial, del 9 de agosto y de 27-28 de diciembre de 1865. La Libertad, de agosto 10 de 1865 y enero 2 de 1866, etcétera. Cfr también: Jesús Guzmán y Raz Guzmán, op. cit., México, 1930, t. I, p. 231.

[ 46 ] A. de Saint-Ferréol. Les proscrits français en Belgique ou la Belgique contemporaine vue a travers l'exil. II, p. 32-33, y L´Echo de Liège de marzo 27 de 1868.

[ 47 ] De regreso a México en 1867, Eugenio Lefêvre obtiene de Juárez la autorización para emplear los documentos recogidos en la secretaría privada de Maximiliano, con objeto de formular una acusación retrospectiva de la intervención. El aprovechó numerosos artículos publicados en La Tribuna, dándoles nueva vida (invierno de 1867-68) en dos volúmenes de Documents Officiels. Bruxelles-Londres, 1869.

[ 48 ] Pasando por Bruselas, en viaje de descanso, el conde de Bombelles, chambelán de Maximiliano, declaró a su compatriota Hügel que "había un centro de noticias mal interpretadas, establecido en Nueva York y en Charleston, y que era preciso aceptar con la mayor desconfianza los informes de México". (Hügel al conde de Mensdorff. Octubre 7 de 1865, A E. Vienne, A. P.)

Estudios de Historia Moderna y Contemporánea de México, Ernesto de la Torre Villar, Arturo Langle, Álvaro Matute y Martín Quirarte (editores), México, Universidad Nacional Autónoma de México, Instituto de Investigaciones Históricas, v. 5, 1976, p. 93-108.

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