Estudios de Historia Moderna y Contemporánea de México

 

Albert Duchesne, L'expédition des volontaires belges au Mexique.
Au service de Maximilien et Charlotte
, 2 v., Bruxelles, Mussée Royal
de l'Armée et d'Histoire Militaire, 1968.

Martín Quirarte


La primera impresión que tiene el lector ante la obra de Duchesne titulada L'expédition des volontaires belges au Mexique es la de no estar ante un improvisado en las lides de la investigación histórica. Se trata no sólo de un historiador profesional, sino de un técnico en cuestiones militares, que ha dedicado más de tres décadas al cultivo de este género de estudios. La revisión de las primeras páginas constituye una invitación a la lectura. Tipográficamente es una obra sobria, muy bien lograda. Las fuentes de documentación son riquísimas.

Pero hay algo más, que permite darle un sitio de primer orden a Duchesne, en la historiografía que trata del imperio de Maximiliano. No lo inspira ninguna pasión mezquina, de esas que ensombrecen muchos de los libros europeos que se refieren al Segundo Imperio mexicano.

Buscando la precisión científica ha logrado resultados altamente loables. Rompe las limitaciones de la historiografía europea que le ha precedido, cuando ésta se ocupa de temas generales o particulares sobre el imperio de Maximiliano. La mayor parte de los escritores europeos que han abordado estos asuntos desdeñan el estudio de las fuentes mexicanas o no las abordan con profundidad. Duchesne no marcha por los senderos trillados. Ha hurgado en los archivos, bibliotecas y hemerotecas de América y Europa. Ha consultado también innumerables fondos privados. Para lograr una extensa información ha recurrido a los valiosos depósitos que sobre el tema hay en Estados Unidos e Inglaterra, en Francia y Bélgica, en Austria y Roma. No ha pasado por alto, naturalmente, la búsqueda en los centros documentales de México. Posiblemente en el último medio siglo, ni los más diligentes investigadores norteamericanos, que cuentan con todo género de facilidades económicas para efectuar estudios sobre temas históricos de México, han podido superar el celo y la diligencia de Duchesne.

El autor, a pesar de tanta dedicación, no se envanece de sus resultados. Oigámosle antes de juzgarlo. Censura con justicia la actitud de aquellos autores de habla francesa que en los últimos tiempos desdeñan, o no dan la atención que merecen, a los investigadores americanos y mexicanos que estudian los mismos acontecimientos.

¿Es el libro de Duchesne una monografía? Sí y no. Expliquemos con claridad su importancia. El autor, un tanto resignado, cree en las limitaciones que impone una monografía y considera a su libro como tal. No sería justo aceptar una modestia, que en él no es fingida. El autor ha rebasado las limitaciones de una simple monografía. El estudio de la legión belga con destino a México lo llevó al análisis de la historia política, militar y administrativa de una época. No le bastó juzgar la sola historia de su país y la de México, sino que tuvo que comprometerse con el análisis de la vida institucional, económica y diplomática de otros pueblos. No es por tanto una simple reseña de historia militar.

En Duchesne junto a la narración clara y concisa de los hechos, hace su aparición la reflexión luminosa. En multitud de ocasiones sobre ciertos acontecimientos, él es el primero en enfocar el lente crítico. Ha abierto innúmeras sendas a la investigación, en zonas que durante más de un centenar de años habían permanecido vírgenes.

La obra de Duchesne no habría logrado tan buen éxito si el autor no hubiera poseído tan poderoso brío dialéctico. El resultado de sus esfuerzos se ha visto recompensado con creces. Ha dado a los investigadores e historiadores actuales que han hablado sobre el imperio de Maximiliano una lección de metodología histórica.

Un día dijo Carlos Pereyra que para hacer la historia de un pueblo se necesitaba un amplio conocimiento del mismo y poseer una alta calidad moral. El insigne americanista hablaba en aquella época en que muchos llamados sabios europeos veían con desdén a los países hispanoamericanos. En verdad que era también la época en que "América seguía siendo un enigma para la propia América". Los países americanos se ignoraban entre sí. Los tiempos han cambiado. La crítica ha logrado grandes avances y los historiadores europeos afinan sus métodos de investigación, haciéndolos cada día más precisos. Se estudia lo americano ya desde un plano de alta dignidad y con un gran rigor científico. Historiadores como Marcel Bataillon, Pierre Chaunu y François Chevalier han hecho aportaciones de gran trascendencia para la historia de México y América. Muchos investigadores de otros países europeos, al igual que sus colegas franceses, han profundizado en la vida y la historia de los pueblos americanos.

Pero en el terreno de la investigación sobre asuntos del imperio de Maximiliano poco de trascendencia había hecho la crítica europea después de Egon Caesar Conte Corti y Hélène de Reinach Foussemagne. El historiador austriaco y la escritora francesa permanecían como dos cumbres insuperables, en el amplio marco de la historiografía sobre el Segundo Imperio mexicano, y eso a pesar de tantos errores y de tantas lagunas como registran los libros de los investigadores mencionados.

Otras obras europeas habían hecho su aparición, pero no nos complacían. El libro de Christian Scheffer La grande pensée de Napoleón III nos seducía un tanto por su claridad y belleza literaria. Pero desconfiábamos de que la base documental que alardeaba haber consultado realmente hubiera sido usada por él con la seriedad científica que se reclama para esas tareas. En una obra como Maximilien et Charlotte de Henriette Chandette y Suzanne Desternes, campeaba el estilo del novelista más que el rigor científico del historiador. El investigador ruso Belenki, en su obra La intervención extranjera de 1861-1867 en México , con frecuencia deformaba o inventaba los hechos, aparte de convertir a la historia en instrumento político.

En mi libro Historiografía sobre el imperio de Maximiliano, publicado en 1970, hacía yo notar las deficiencias de muchas investigaciones francesas contemporáneas, cuando abordaban temas referentes al segundo imperio mexicano. En oposición a esta corriente de poca profundidad científica, dediqué unas cuantas líneas para hablar de la obra de Duchesne, dejando para otra oportunidad la reseña de dos volúmenes que recibí con gran retraso, ya a punto de publicarse el libro a que hice referencia. Declaro, sin embargo, que L'expédition des volontaires belges au Mexique debe ser objeto de una crítica más profunda que la vertida en este ensayo. El libro es tan revolucionario en muchos aspectos, que constituye una obra de consulta imprescindible para todos los especialistas de la historia del gobierno de Maximiliano y Carlota en México. En este género de especulaciones, posiblemente después de Conte Corti y de la condesa de Reinach Foussemagne, no se había producido en Europa un trabajo de tan señalado mérito como el de Duchesne. El libro merece un puesto de honor entre las obras que al respecto se hicieron en el siglo XIX y los comienzos de la presente centuria. Puede figurar dignamente al lado de los clásicos franceses como Gustave Léon Niox, Charles Blanchot y Émile Ollivier.

Desde los tiempos de Ralph Roeder, en cuestiones del Segundo Imperio, en América y en Europa pocos libros se habían hecho tan serios, tan equilibrados, tan bien arquitecturados como el de Albert Duchesne. Tiene sobre sus antecesores inmediatos el mérito de haber consultado en calidad apreciable fuentes de primera mano. Podemos discrepar con respecto a él en múltiples aspectos de detalle, pero en los lineamientos generales de su obra hay que tributarle una pleitesía sin reservas. Ya hemos dado a entender que su historia no fue escrita para desahogar pasiones ni para hacer apologías. Su narración no queda ensombrecida por ningún resentimiento nacionalista. A lo largo de toda la obra campea el sentido de la ponderación. Si el autor se enfrenta a la historia de su propio país no trata de paliar errores. Y cuando es necesario no escasean las amonestaciones. Hace gala de una erudición asombrosa y, sin embargo, en ningún momento el estilo decae.

Duchesne, que tantas pruebas nos ha dado de conocer la historia de la legión belga, nos brinda y aun nos puede brindar el aporte de su caudalosa erudición y la solidez de su crítica para profundizar en uno y mil temas históricos que son de importancia universal y no sólo mexicana y belga.

Estudios de Historia Moderna y Contemporánea de México, Ernesto de la Torre Villar, Arturo Langle, Álvaro Matute y Martín Quirarte (editores), México, Universidad Nacional Autónoma de México, Instituto de Investigaciones Históricas, v. 5, 1976, p. 226-229.

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