Estudios de Historia Moderna y Contemporánea de México

 

Carlos Pereyra, Juárez, discutido como dictador y estadista. A propósito
de los errores, paradojas y fantas
ías del señor Francisco Bulnes,
prólogo y notas de Martín Quirarte, México, Cámara de Diputados, 1972.

Daniel Moreno


La conmemoración del primer centenario de la muerte de don Benito Juárez ha sido debidamente solemnizada por la Cámara de Diputados. La forma ha sido la mejor, o sea con la publicación de libros, que es una forma permanente de homenaje. Uno de los volúmenes dado a la estampa es el de don Carlos Pereyra, de pocas páginas pero nutrido de argumentos en contra de la piqueta demoledora de don Francisco Bulnes, todavía utilizada por los reaccionarios, quien con sus obras de 1904 y 1906, El verdadero Juárez y Juárez y las revoluciones de Ayutla y de Reforma, dejó los argumentos que hasta la fecha siguen esgrimiendo los adversarios de Juárez. Además, la calidad de este volumen, a pesar de que no es panegírico de Juárez, implica un auténtico homenaje ya que proviene de un hombre altamente calificado en la historiografía no solamente de México sino de todo el mundo hispánico, don Carlos Pereyra.

La Cámara de Diputados advierte en breve nota:

Carlos Pereyra, con su vasta y multiforme obra, tiene páginas que el Congreso no aceptaría porque simplemente riñen con la verdad histórica, pero no puede negarle mérito allí donde dejó testimonio de probidad y honradez.

Juárez discutido como dictador y estadista puede figurar como uno de los dos o tres estudios más serios que se han hecho sobre los complicados acontecimientos del México de 1861. En poco más de un centenar de páginas, acertó su autor al producir un libro de síntesis en donde campean la elegancia del artista y el acierto del crítico. Si quisiéramos decir en pocas palabras el propósito que guió al autor, no encontraríamos mejores argumentos que los empleados por él mismo: "Aun en la polémica pretendo hacer papel de crítico y no de combatiente. Vale más descubrir que triunfar. Juárez, por su grandeza, merece investigaciones que hagan indemne su memoria a los intentos de adulteración histórica. Debe ser discutido antes de que su glorificación cristalice en formas de admiración mística".

A su vez, Martín Quirarte señala que, entre los años de 1900 a 1910,

la investigación histórica en México tuvo un prodigioso vuelo. Fenómeno singular: en el instante en que el Porfirismo entraba en la etapa de su declinación, los hombres que alcanzaban la madurez intelectual y quienes comenzaban a descollar en el terreno de las letras buscaban con ahínco la síntesis del acontecer nacional. La tentativa no era deleznable. Tan importantes fueron entonces los frutos que se lograron, que nosotros no hemos podido aún no digamos superar sino ni siquiera igualar alguna de sus visiones de conjunto. Es el momento de Justo Sierra y Francisco Bulnes, de Carlos Pereyra y Victoriano Salado Álvarez, de Genaro García y de Fernando Iglesias Calderón, de Agustín Rivera y Miguel Galindo y Villa.

La obra de Pereyra constituye un estudio breve pero certero del tema que analiza. Estimamos que Quirarte tiene razón al sostener que no hemos superado, ni siquiera igualado a las figuras que menciona; no obstante que en nuestros días se cuenta con elementos mucho más ricos no solamente en lo material sino con una serie de investigaciones anexas que son auxiliares imprescindibles para la historiografía. Sabemos que hay institutos y organizaciones que se gastan millones de pesos en algunas investigaciones, lo mismo sobre la etapa revolucionaria que sobre el Porfirismo, cuyos resultados son precarios y aun mediocres. Falta el gran aliento que tuvieron Bulnes con todo lo discutible que sigue siendo, Iglesias Calderón, Salado Álvarez, Genaro García y otros más. Recordemos, para reafirmar esta tesis, que la documentación reunida por don Genaro y que en parte se ha reimpreso, sigue siendo básica. Y qué decir de la etapa independiente, en la que la colección de Hernández y Dávalos sigue sin mejorarse.

La obra que ahora reedita la Cámara de Diputados debe comprender dentro de la polémica surgida en torno al libro de Bulnes, El verdadero Juárez . Por ello Pereyra usa el subtítulo "a propósito de los errores, paradojas y fantasías del señor Francisco Bulnes". O sea, que se trata de una refutación, una de las escasas, por cierto, que atacaron a fondo el volumen del gran panfletista que además ya había sentado, para entonces, plaza de historiador, con todos los defectos de un espíritu apasionado y paradójico, como certeramente lo califica Pereyra. En medio de la gran cantidad de hojarasca que se vertió en el centenario del nacimiento de Juárez, el pequeño volumen que ahora ha tenido el acierto de reimprimir la Cámara de Diputados es uno de los mejores, ya que, aunque es de los primeros libros de Pereyra, apunta el gran espíritu crítico desde entonces, precisó su autor.

Las siguientes páginas son materiales para estudios más serios y meditados. Juárez, por su grandeza, merece investigaciones que hagan indemne su memoria a los intentos de adulteración histórica. Debe ser discutido antes de que la glorificación cristalice en formas de admiración mística. Los que atacan a los grandes hombres no dañan tanto como se cree comúnmente. Cromwell se levanta sobre dos siglos de imposturas. Los que fabrican mitos sí son perjudiciales, porque inclinan al público del lado hacia el que cae naturalmente. Se ha hablado en estos días del valor social de la fe y de la utilidad del culto a los héroes. ¡La fe y el culto! La fe por la fe misma no salva: es fuerza que la fe ilumine, y que el culto no degrade.

Estas frases iniciales indican la forma en la que va a ser tratado el personaje. Insistimos, ha sido un acierto del Congreso la impresión de esta obra, decorosamente prologada por el profesor Quirarte.

Estudios de Historia Moderna y Contemporánea de México, Ernesto de la Torre Villar, Arturo Langle, Álvaro Matute y Martín Quirarte (editores), México, Universidad Nacional Autónoma de México, Instituto de Investigaciones Históricas, v. 5, p. 237-239.

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