Princesa Agnes de Salm-Salm, Diez años de mi vida (1862-1872).
Estados Unidos-México-Europa, Puebla, Cajica, 1972
(Contribución de la Editorial Cajica al Año de Juárez, 1).
Daniel Moreno
Uno de los personajes más interesantes, entre los que vinieron a México en los años de la Intervención Francesa y el Imperio de Maximiliano, fue el príncipe de Salm-Salm, alemán que ocupó el puesto de jefe de Estado Mayor del versátil noble europeo. Dicho príncipe, aventurero perseguido por deudas de juego y fraude en Europa, se vio en la necesidad de emigrar a los Estados Unidos, donde, en los días de la guerra de Secesión, se enroló en el Ejército del Norte, o sea, en las fuerzas aparentemente liberales del vecino país, lo que indica la carencia absoluta de principios de tal personaje, ya que luego vino a México -concluida la guerra en Estados Unidos- para servir en las filas de los reaccionarios. Durante su estancia entre nuestros vecinos contrajo matrimonio con Agnes Elizabeth Winona Leclerc, autora del volumen que reseñamos, la que por tal enlace adquirió el título de princesa de Salm-Salm, como generalmente es conocida en nuestra historia.
Antes de los diecisiete años de la joven yanqui ocurre el matrimonio mencionado. Por tanto, casi adolescente vivió las peripecias de la guerra de Secesión; luego acompañó a su esposo en toda la campaña y, concluida la guerra, vino a México con su marido. Generalmente es conocida y desde luego por el episodio de mayor relevancia que tiene en México, su petición de gracia por la vida de Maximiliano, que fue condenado a muerte por el tribunal que lo juzgó por su participación en los sucesos de nuestra vida política, como portaestandarte de la intervención francesa y como apoderado de la empresa de Napoleón III.
Bastante conocido es el episodio mencionado; sin embargo, pocos conocían la versión original que ahora tenemos oportunidad de leer relatada por la propia autora. De gran audacia, mujer simpática y hermosa, de quien generalmente se habían bordado varias leyendas sobre su origen, ahora la encontramos tal como fue. Su audacia la hizo relacionarse con hombres muy destacados de su tiempo: con Abraham Lincoln, en los Estados Unidos; con el general Porfirio Díaz, con el general Miguel Miramón y con Mariano Escobedo en Querétaro. Finalmente, con el propio Juárez, el que por cierto es descrito sin acritud ni resentimiento, no obstante la negativa de gracia o de indulto a Maximiliano. Por la vida de su esposo no tuvo que hacer grandes gestiones, porque, aparte de que su responsabilidad era mucho menor, ya que fue visto como soldado mercenario, logró la princesa que el propio presidente Johnson, de los Estados Unidos, se interesara por su suerte.
Los Diez años de mi vida, a que se refiere el volumen, van de 1862, es decir, ya iniciada la guerra de Secesión en Norteamérica, o sea la lucha entre los norteños y los Estados Confederados, hasta el final. Luego, con su esposo, viene a México, donde interviene en los asuntos ya mencionados. Finalmente, parte para Europa, donde es verdaderamente asediada por la multitud de deudas que dejó su esposo. Tiene otro interés esta última fase: la descripción de las condiciones de Alemania antes de la guerra franco-prusiana.
Cuando estalló el conflicto armado, el príncipe de Salm-Salm se alistó y marchó al frente, mientras que la princesa logró un alto puesto en la organización de los hospitales de campaña. Si nosotros solamente la conocíamos por el episodio en torno al negado indulto de Maximiliano, en Estados Unidos y Europa ha sido objeto de gran curiosidad, logrando amplia bibliografía. Además, las "Hijas de la Revolución Americana " y los veteranos del regimiento de Nueva York le han rendido grandes homenajes. Por tanto, y a pesar de la superficialidad de la autora, el libro reúne hechos de positivo interés.
Estudios de Historia Moderna y Contemporánea de México, Ernesto de la Torre Villar, Arturo Langle, Álvaro Matute y Martín Quirarte (editores), México, Universidad Nacional Autónoma de México, Instituto de Investigaciones Históricas, v. 5, p. 239-240.
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