Ernesto de la Torre Villar
Acta de toma de hábito de fray Vicente de Santa María. 1 diciembre 1771.
Acta de profesión de fray Vicente de Santa María. 12 diciembre de 1772.
Carta de fray Junípero Serra al padre fray Francisco Pangua. Monterrey, octubre 30 1775.
Carta de fray Vicente de Santa María. Misión de San Gabriel, 29 septiembre 1776.
Carta de fray Benito de la Sierra. Tepic, 6 de febrero 1777.
Certificación del padre fray Francisco Palou. San Fernando, 12 octubre 1787.
Poder otorgado por los misioneros de California para la designación de un síndico. 1802.
1. | Acta de bautizo de fray Vicente de Santa María Martínez | ^ | ||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||
En la ciudad de Valladolid, en nueve de septiembre de mil setecientos cincuenta y cinco años, el reverendo padre lector de Artes, fray Antonio Martínez García, religioso de Santo Domingo, con mi licencia exorcizó solemnemente, puso óleo, baptizó y puso chrisma a un infante que nació el día siete de dicho mes al cual puso por nombre Vicente Joseph María, hijo legítimo de don Phelipe Santa María y de doña Rosalía Martínez, españoles. Fue padrino don Antonio Guitabay, a quien amonesté lo dispuesto por el Santo Concilio y para que conste lo firmo. Bachiller Joséph Miguel Cardozo. |
|
|||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||
2. | Acta de toma de hábito de fray Vicente de Santa María | ^ | ||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||
En el año del señor de mil setecientos setenta y uno, en el día once de Diciembre ante mí fray Joseph Antonio Plancarte, lector jubilado y guardián de este convento de San Buenaventura del Valladolid: pareció Joseph Vicente de Santa María, hijo de don Phelipe de Santa María, doña María Rosalía Martínez, vecinos de esta sobre dicha ciudad, el cual me presentó (f. 1v) letras patentes de nuestro muy reverendo padre provincial fray Antonio Fernández, para que le diese el hábito de nuestra sagrada religión, para el coro, y vistas dichas letras patentes por los reverendos padres discretos, con su consentimiento y de toda la comunidad que se juntó a son de campana, le di el hábito entre las nueve y las diez de la mañana: habiendo precedido todas las diligencias que ordenan nuestras sagradas constituciones, y habiendo seguido antes tres días comunidad en hábito secular, y lo firmé en dicho día, mes y año. Fray Joseph Antonio Plancarte. Fray Salvador Altamirano Al margen se lee: Tomó el hábito Jph. Vicente de Santa María para el coro, el día 11 de Diciembre de 1771 días En primeros votos no le faltó ninguno. 26 de comunidad. De segundos votos: siendo de comunidad 26 no le faltó ninguno. Se le tomaron los últimos, y de 25 de comunidad le faltó uno. Archivo Franciscano. Celaya, Guanajuato. |
||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||
3. | Acta de profesión de fray Vicente de Santa María | ^ | ||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||
En el año de el señor de mil setecientos y setenta y dos, en doce días del mes de diciembre, entre diez y once de la mañana, hizo su profesión solemne para el coro, el hermano fray Joseph Vicente Santa- María, hijo legítimo de don Phelipe Santa-María, y de doña María Rosalía Martínez, vecinos de esta ciudad; cuya profesión se hizo en manos del reverendo padre fray Salvador Altamirano, lector jubilado y guardián de este Convento de San Buenaventura de Valladolid, siendo provincial nuestro muy reverendo padre fray Antonio Fernández, y maestro de novicios el reverendo padre fray Luis Ferrer; con consentimiento de todos los reverendos padres discretos, y resto de la comunidad, junta como es costumbre a son de campana, habiendo precedido el examen de la Regla, y demás circunstancias necesarias, que hicieron los reverendos padres señalados por el reverendo padre guardián, quienes dieron sus votos, precediendo lo más que previenen nuestras Sagradas Constituciones: y dijo dicho hermano que se ratificaba en ellas, y que si en algún tiempo pareciere lo contrario será su profesión írrita y nula; y para que en todo tiempo conste, lo firmaron con el reverendo padre guardián, los reverendos padres discretos, y padre maestro de novicios, en dicho Convento día, mes y año, ut supra. Fray Salvador Altamirano. Fray Antonio Araujo |
||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||
4. | Carta de fray Vicente de Santa María al padre guardián fray Francisco Pangua | ^ | ||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||
Reverendo padre guardián fray Francisco Pangua Mi siempre venerado y estimado padre general: Habiendo recibido dos de vuestra reverencia, la una con fecha de 22 de diciembre en que me manda, y lo mismo a los padres fray Miguel de la Campa y fray Benito, mis compañeros que nos detuviésemos en el Puerto de San Blas o en el pueblo Tepic, hasta que tuviésemos nueva orden de vuestra reverencia, etcétera. Y la otra con fecha de 5 del corriente en la que nos manifiesta la elección que el santo y venerable discretorio de ese colegio ha hecho en mí, para capellán de barco que hubiere de ir para Monte Rey; no puedo menos que manifestar a vuestra reverencia la ninguna gana que me ha quedado de volver a aquellas tierras con semejante empleo, por ser nada apetecible y de ningún provecho para nosotros, y si lo admití la primera vez, ya manifesté a vuestra reverencia el fin con que lo admitía que era ver si acaso se proporcionaba la ocasión de quedarme en alguna de aquellas misiones que a no ser con esta esperanza no me hubiera resuelto a venir de capellán, ni aun la primera vez y así siempre salí de ese colegio con ánimo de regresarme a él, luego que volviese del viaje si en las misiones no me quedaba. Por tanto, reverendo padre guardián, hablando con claridad le digo a vuestra reverencia que de capellán no me atrevo a volver, y más yendo solo porque la navegación es larga, los peligros son muchos y no manifiesto a vuestra reverencia otros infinitos motivos que tengo para no aceptar semejante empleo y aún más digo a vuestra reverencia que aunque fuese para quedarme en las misiones yendo solo no me atrevo, bajo este supuesto. Vea vuestra reverencia que me manda en cualquiera otra cosa y lo mismo el santo y venerable discretorio que estoy pronto como verdadero súbdito para la obediencia. Por lo que el padre Campa escribe a vuestra reverencia verá como se portan con los padres capellanes. Remito el diario de lo acaecido con los indios en el registro del puerto de San Francisco. Vuestra reverencia perdonará su proligidad y las mentiras que en él hallare y le suplico se la enseñe al padre García, si acaso quisiese leerla. Dios Nuestro Señor guarde la vida de vuestra reverencia muchos años como se lo pido en este hospicio de la Santa Cruz de Tepic. Septiembre 22 de 1775. Besa la mano de vuestra reverencia su más rendido súbdito y capitán que le venera. Fray Vicente Santa María [rúbrica] Supongo llegaría a manos de vuestra reverencia la carta que le escribí después de haberme desembarcado en la que le comunicaba los acaecimientos del viaje con el plan o mapa del puerto de San Francisco. |
||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||
5. | Carta de fray Benito de la Sierra al padre guardián fray Francisco Pangua | ^ | ||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||
Reverendo padre guardián fray Francisco Pangua Reverendo padre y señor: Recibí la de vuestra reverencia de 13 del corriente en la que me suplica continúe hasta el puerto de San Diego en servicio de Dios, del colegio y del rey, lo que ejecutaré en agrado de vuestra reverencia de Dios en su servicio, pero en el servicio del rey de mala gana, porque los señores de San Blas se portan con nosotros mal en su nombre, y le hacen mal amo. Aunque el padre Campa escribe al R. que necesito de túnicas y ha visto repito aquí lo mismo, y también manto, porque el que traje se lo dejé al padre Cambón que estaba sin él, considerando aquella tierra tan fría y que yo me volvía al colegio. Aviso esto a vuestra reverencia porque salido de San Blas se entra en región muy fría tanto que en junio hace más frío que el más crudo por Navidad en esa tierra y lo que tengo a cuestas de lo dicho no es suficiente ropa para soportar tanta inclemencia. Deseo que Dios guarde a vuestra reverencia muchos años. Tepic y diciembre 22 de 1775 Besa la mano de vuestra reverencia su más indigno súbdito. Fray Benito de la Sierra [rúbrica] |
||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||
6. | Carta de fray Junípero Serra al padre fray Francisco Pangua | ^ | ||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||
Reverendo padre guardián fray Francisco Pangua Mi siempre venerado y estimado padre: Al entregar en el correo la que remito a vuestra reverencia adjunta con el diario, recibí la muy apreciable del R. con fecha de 13 del corriente en que me informa lo inexcusable que ha sido en las circunstancias presentes continuarme en el ministerio de capellán etcétera, pero no puedo menos que explicar a vuestra reverencia como a mi verdadero padre, el dolor que me causó ver la satisfacción que ha tenido en presumir que yo aceptaba dicho ministerio con la obligación de regresarme como con el viaje pasado, siendo así que ya tengo escrito que con semejante condición no me resolvía a volver de capellán. Dejo este año con la contingencia del año antecedente. Sé muy bien que tendré que volverme, y si el año pasado admití el ir de capellán sin compañero, fue por las noticias que tenía de que había en aquellas misiones algunos padres que querían volverse al colegio y con esto quedarme yo en el lugar del que se volviese. También porque ignoraba lo dilatada y peligrosa que es la navegación desde el puerto de San Blas al de Monterrey como así mismo el que tenía que emprender nuevo viaje desde Monterrey para el nuevo descubrimiento; que haber sabido lo que después he experimentado no me hubiera resuelto hacer lo que hice, pero con la certeza que ahora tengo de que no hay padre alguno que quiera volverse de las misiones, de lo que es la navegación, e ir de capellán sólo para socorro de otros, y para el pobre capellán ninguno, digo a vuestra reverencia que no puedo darle este gusto porque no me atrevo. Este año tiene que hacer San Carlos el mismo viaje que el antecedente, y aunque no tuviese que ir más que hasta Monterrey sólo la ida desde San Blas hasta dicho puerto cuesta más que venir de Cádiz a Veracruz y volver de Veracruz a Cádiz; contemple ahora vuestra reverencia qué consuelo puede tener el embarcarse uno sin consuelo. Bajo este supuesto sólo por dar gusto a vuestra reverencia y desempeño del colegio para con su excelencia puedo admitir el ir al viaje, pero ha de ser con compañía, pues de otra suerte aunque fuese con la certeza de que me había de quedar en las misiones que es a lo que mediante la voluntad de Dios y de mi prelado he aspirado siempre, yendo solo no me atrevo como se lo prevengo a vuestra reverencia en la otra. Bastante siento el no tener valor para dar gusto a vuestra reverencia y sacrificarme en lance tan apretado para el servicio de ese santo colegio, pero yo no lo puedo remediar, y así perdóneme vuestra reverencia y ese santo y venerable discretorio. Los barcos creo que llegarán el mes de marzo antes que se verifique su salida, porque todavía están muy atrasadas las prevenciones que para hacerse a la vela necesitan según estoy informado del señor comandante y de los oficiales de Marina; así habrá lugar para que vuestra reverencia determine lo que más conveniente le parezca, ínterin quedo rogando a Dios Nuestro Señor guarde la vida de vuestra reverencia muchos años como se lo pido en este hospicio de la Santa Cruz de Tepic. Diciembre 23 de 1775. Besa las manos de vuestra reverencia su más rendido súbdito y capellán fray Vicente Santa María [rúbrica] Quedo enterado de lo que vuestra reverencia me previene de la liquidación de la cuenta de lo que en otra ocasión le daré aviso. |
||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||
7. | Carta de fray Junípero Serra al padre guardián fray Francisco Pangua | ^ | ||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||
Viva Jesús, María, Joseph Muy reverendo padre guardián fray Francisco Pangua Venerado padre, mi señor: El padre fray Vicente de Santa María en el tiempo de la detención del barco de su capellanía en este puerto, vivió en nuestra compañía en esta misión, y me expresó sus grandes deseos de quedarse en el ejercicio de este ministerio; y en efecto, atento lo que vuestra reverencia me tiene ordenado en el asunto, si alguno de los [pre]existentes acá hubiese pedido su retiro, se habría quedado el dicho padre en su lugar. Y si hubiérase proporcionado que los dos de la fragata se hubieran repartido en los dos barcos también. Pero ni para uno ni para otro hubo proporción, y el padre se embarcó con bastante pena, y yo la tuve también de no poder consolarle. Es cierto que mientras no parece el señor Anza no hay acá falta de religiosos como vuestra reverencia sabe; pero él ha de venir con el favor de Dios, y una vez ocupados los cuatro que corresponden, ya será lo sobrante poco, y no estará nada demás el padre Santa María, y supuestos sus buenos deseos, y que ya tiene andado el camino de tierra, y hecho el gasto de él, si a vuestra reverencia le parezca que en el siguiente viaje de algún barco venga sin la pensión de haberlo de acompañar otra vez a San Blas, yo en ello convengo gustosísimo y a vuestra reverencia suplico que así se haga, que con eso hay mejor proporción de licenciar a alguno que o enferme, o se desconsuele. Todos los que estamos gozamos salud, gracias a Dios, y el mismo beneficio deseo logre vuestra reverencia con todos los individuos de esa santa comunidad y Dios Nuestro Señor guarde a vuestra reverencia muchos años en su santa gracia. Misión de ese santo colegio de San Carlos de Monte-Rey y octubre 30 de 1775. Besa la mano de vuestra reverencia. Fray Junípero Serra |
||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||
8. | Carta de fray Vicente de Santa María | ^ | ||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||
Reverendo padre guardián fray Francisco Pangua Mi siempre venerado y estimado padre guardián: Participo a vuestra reverencia como después de ochenta y seis días de navegación, llegamos con toda felicidad al puerto de Monterrey día tres de junio a las dos de la tarde. Antes que llegásemos al fondeadero nos salió al encuentro la lancha de El Príncipe con el capitán de dicho paquebot, don Diego Choquet, su segundo piloto, y el teniente que vino con la expedición del señor Anza. El gusto que teníamos en ir entrando en el puerto con tanta felicidad, y por otra parte ver ya en el puerto a El Príncipe que salió de San Blas en nuestra compañía, y juntamente la llegada tan deseada de la expedición de tierra se nos convirtió en pena, luego que estos señores nos comunicaron la destrucción de la misión de San Diego, la cruel muerte que dieron al padre Luis (que en paz descanse) y las desazones con el capitán Rivera, las que no comunico a vuestra reverencia por saber está ya noticioso enteramente de todo lo sucedido. Al día siguiente de nuestra llegada al puerto vinieron a visitarnos, de la misión del Carmelo, el padre presidente y padre Palou, en cuya compañía me fui el mismo día a descansar al Carmelo, y el padre Nocedal se quedó en el barco para consuelo de nuestro capitán don Fernando Quirós, a quien nunca podremos pagar mi compañero y yo, la estimación y aprecio que de nosotros ha hecho en el viaje. El día siguiente vino el padre Nocedal acompañado de los dos capitanes de los barcos, los pilotos, el teniente de Anza con una porción de escolta del presidio, y la mayor parte de la tripulación de ambos barcos para celebrar la fiesta del Corpus en la misión, lo que se hizo con toda solemnidad. Día diez y siete de junio por la tarde salió de Monterrey la gente de Anza para el establecimiento del presidio de San Francisco y el padre Palou y Cambon para la fundación de la misión: salimos a acompañarlos el capitán de San Carlos, el padre Nocedal, y yo hasta el río de Monterrey, que dista seis leguas de dicho presidio, y al día siguiente nos volvimos para el Carmelo. Este día que fue el 19 de junio se hizo El Príncipe a la vela para bajar a San Diego, pero a los cinco días de navegación se vio precisado a arribar otra vez a Monterrey por causa de los vientos contrarios, y tener remedio uno de los masteleros. Este día que fue el 23 de junio llegó a Monterrey correo de San Diego, y con las noticias que se le vinieron al padre presidente, se determinó el embarcarse en El Príncipe para dicho puerto; y dos días antes que El Príncipe se hiciese a la vela me dijo si quería acompañarlo hasta San Diego, en la inteligencia de que me quedaba para las misiones, a lo que le respondí, que aunque tenía licencia de su reverencia y del venerable discretorio para ello, pero que había preceder el consentimiento de mi compañero el padre Nocedal, viendo si se determinaba a proseguir solo hasta San Francisco, y de aquí hasta San Blas, y habiendo convenido en ello el padre Nocedal, me embarqué en El Príncipe con el padre presidente y nos hicimos a la vela, el día 30 de junio. El día 12 del siguiente mes dimos fondo a las nueve de la mañana en el puerto de San Diego. Este día nos fuimos para el presidio el padre presidente y yo acompañados del padre Lasuen y el padre fray Gregorio, quienes vinieron a visitarnos al barco. De lo sucedido en San Diego desde el día que llegamos hasta el 18 de septiembre que salí para la misión de San Gabriel en compañía del padre Sánchez, no doy noticia a vuestra reverencia porque supongo le informarán por entero el padre presidente, y el padre Lasuen. Espero que el padre presidente me dé destino que por no saberlo no doy parte a su reverencia. Dios guarde a su reverencia muchos años. Misión de San Gabriel, y septiembre 29 de 1776. Besa la mano de vuestra reverencia su rendido súbdito que lo venera y estima. Fray Vicente Santa María [rúbrica] De los cincuenta y siete pesos, siete y medio reales que vuestra reverencia me decía quedé debiendo a ese nuestro hermano síndico, ya escribo a nuestro síndico Marín los reciba y que así de esto como de lo que sobrase de los sueldos que el rey me ha dado en estos dos años avise a vuestra reverencia para su gobierno, yo no quedo debiendo a ninguno nada, antes si hame sobrado lo que verá vuestra reverencia por las cuentas que nuestro síndico Marín enviará a vuestra reverencia y el padre Benito va con el encargo. Besa las manos de vuestra reverencia, su más rendido súbdito y capellán. Fray Vicente de Santa María [rúbrica] |
||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||
9. | Carta de fray Benito de la Sierra | ^ | ||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||
Muy reverendo padre guardián Muy estimado padre y señor: Recibí la de vuestra reverencia de 18 de diciembre con la pena de su indisposición, y me alegraré que esté recuperada su salud. Yo estuve con tercianas desde que llegué de San Blas hasta fines de enero, por lo que el padre Nocedal hizo la demorita que vuestra reverencia me encomendaba para San Capistrano. De lo que vuestra reverencia me envía quedará abonado en el síndico. El padre Santa María no tiene ya cuenta en San Blas, a mi sólo me encomendó su cobranza, y me dijo que escribía a vuestra reverencia y al síndico sobre su cuenta. A vuestra reverencia para que determinara de ello abonando primero lo que debe de los viajes primero y segundo. Lo que tiene bueno sin dependencia acá, son doscientos cuarenta pesos tres y medio reales en poder del síndico, quien dará razón también a vuestra reverencia. Di a don Diego Choquet las expresiones de vuestra reverencia y ya recibió la patente de hermano de lo que está loco de contento, supongo escribirá dando las gracias. Yo voy a San Diego en el paquebot El Príncipe mandado por don Francisco Maurelle. Pido por amor de Dios sus oraciones para que nos lleve y traiga con bien. Dios dé a vuestra reverencia mucha salud, y vida para que me mande. Febrero 6 de 1777. Besa la mano de vuestra reverencia su más indigno súbdito y servidor. Fray Benito de la Sierra [rúbrica] |
||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||
10. | Certificación del padre fray Francisco Palou | ^ | ||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||
Excelentísimo señor: Fray Francisco Palou, presbítero apostólico y guardián actual del colegio de Propaganda Fide de San Fernando de esta Corte, certifico y juro in verbo sacerdotis que las once misiones de la Nueva California han estado y están administradas desde el mes de octubre del año anterior hasta la presente de 1787, por sus respectivos misioneros asistiendo en la de San Carlos de Monterrey el padre presidente fray Fermín Francisco Lasuen y su con ministro fray Pascual Arenaza; y 39 ministros para la asistencia del presidio y suplir en todo en las ausencias del padre presidente el padre fray José Señan; en la misión de Santa Clara los padres fray Diego Noboa y el padre fray Thomás de la Peña. En la misión de nuestro padre San Francisco los padres fray Pedro Benito Cambon y fray Miguel Giribet, y para las atenciones del presidio, administración y atención a la misa los días de fiesta el padre fray Norberto de Santiago. En la de San Diego los padres fray Juan Mariner, y fray Hilario Torrent, y en la de San Juan Capistrano los padres fray Pablo Mugartegui y fray José Arroyta. En la de San Gabriel los padres fray Antonio Cruzado y fray Miguel Sánchez. En la de San Buenaventura los padres fray Francisco Dumetz y fray Vicente Santa María. En la de Santa Bárbara los padres fray Antonio Paterna y fray Cristóbal Damas. Y en la de la Purísima Concepción los padres fray Diego García y fray José Calzada que fueron para la fundación. En la misión de San Luis Obispo los padres fray José Cavalier y fray Faustino Sola. Y en la de San Antonio los padres fray Miguel Pieras y fray Buenaventura Sitjar. A más de los dichos padres, Vicente Fuster. Todos los dichos 25 padres existen en sus respectivas misiones, de lo que vendrá por los barcos la correspondiente certificación y se entregará en cuanto llegue la que no he esperado en atención a la brevísima con que han de salir el venidero año, y para poder habilitar las Memorias en tiempo para que puedan llegar al puerto de San Blas, adelanto esta petición y certificación esperando que vuestra excelencia se dignaría determinar lo que juzgare conveniente a fin de que puedan ir las Memorias de las misiones al mismo tiempo que las de los presidios, favor que espera deber el fervoroso celo de vuestra excelencia. De este su apostólico Colegio de San Fernando de esta Corte y octubre 12 de 1787. Certificación y modo de presentarla al Señor Virrey para los sínodos de los Padres Maestros que residen en Monterrey. Caja 6, leg. 6, n. 20. |
||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||
11. | Informe de fray Vicente de Santa María | ^ | ||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||
Misión del seráfico doctor San Buenaventura Septiembre 3 de 1795. Viva Jesús Mi más venerado y estimado padre presidente: En cumplimiento a lo resuelto por el señor gobernador de que se haga un registro despacio, con la mayor exactitud y a toda satisfacción, a fin de descubrir el mejor paraje, que haya entre esta misión y la de San Gabriel, para proceder con acierto, en caso que se conceda la fundación de otra, entre ésta y aquélla, y de que quiere su señoría que corra esta diligencia un misionero, y del encargo que vuestra reverencia me hace, confiado en que lo he de desempeñar perfectamente. Digo que el día 16 de agosto salí de esta misión acompañado del señor alférez don Pablo Cota, y el sargento don José María Ortega, y cuatro soldados a las doce del día, y llegamos a la ranchería de Cayegues —distante del camino real como dos leguas para el norte, y paralela del paraje del Conejo—, a las cuatro de la tarde en donde dormimos. Día 17 salimos de dicho paraje a las seis y media de la mañana, y caminando por el rumbo del este muy poco a poco, llegamos a un valle, que se llama Simi a las nueve de la mañana; en la medianía de este valle encontramos un pocito de agua en un arroyo seco que cruza por medio de este valle, en donde paramos a las diez. A las tres de la tarde salimos el alférez, sargento, dos soldados, y yo a registrar un paraje que decía el soldado José Antonio Lugo haber visto, y que tenía agua y tierra y caminando para el rumbo del norte de nuestro real, a buen paso llegamos al paraje a las cuatro y media, y después de haberlo registrado todo, hallamos ser el agua muy poca, la cañada sumamente estrecha, y muy lóbrega, la tierra salitrosa y por consiguiente inservible, nos volvimos al real al que caminando al galope llegamos a las seis y media de la tarde. Día 18 salimos de este valle a las seis de la mañana y caminando para el sur, fuimos a registrar el paraje del triunfo, a donde llegamos a las nueve de la mañana, y habiendo registrádolo, hallamos ser inservible no sólo para una misión pero ni aun para un infeliz rancho por faltarle lo principal como es el agua corriente, pues no encontramos más que una poza grande, muy acantilada, de cuya poza no sale más que un hilito de agua, el que a muy corto trecho se corta, a más que aunque saliese continuamente de dicha poza un buey de agua era inservible por no tener tierras qué regar por estar inmediata a una sierra intransitable. A las cuatro de la tarde salimos este día de dicho paraje, y caminando por el camino real fuimos a dormir a las calabazas, a donde llegamos a las seis y media de la tarde. Día 19 salimos de las calabazas a las seis y media de la mañana caminando por el camino real hasta el valle del encino, de acá cogimos el rumbo del esnordeste, y fuimos a registrar el paraje donde tiene el alcalde del pueblo Francisco Reyes su rancho, que está enfrente del encino para el norte, y distante del camino real como dos leguas, al que llegamos a las nueve de la mañana; a la tarde salimos el alférez, sargento, el soldado José Antonio Lugo, el alcalde Reyes (quien llegó a dicho rancho esta misma mañana poco después de nosotros) y yo al registro, y hallamos ser paraje muy suficiente para misión por tener mucha agua, muchas tierras de humedad, cal, como que encontramos una porción de gentiles acabando de hacer el horno para quemar la cal que ya tenían amontonada, piedra cerca para cimientos de fábricas, madera de pino para el rumbo de oesnorueste de dicho paraje, y no muy lejos, pastos y rinconadas muy a propósito para ganados, se halle el defecto de leña, pues no tiene más que en un arroyo como una legua de largo, con sauces, álamos alisos, y tal cual encino, y distante de la misión si se funda en dicho paraje como cuarto y medio de legua. En este paraje encontramos una ranchería inmediata a la casita de dicho Reyes con bastante gente, y ellos son los que cuidan la milpa de maíz, frijol, sandial que tiene el dicho Reyes que no le baja de dos fanegas con las milpas que tienen los gentiles, y estaban buenas; ellos son los vaqueros, gayanes, regadores, pajareros, ordenadores, pizcadores, etcétera. A este paraje pertenecen y reconocen gentiles de otras rancherías como son de Taapa, Tacuyama, Tucuenga, Tuyunga, Mapipinga y otras que no reconocen a la misión de San Gabriel. Día 20 a las 7 de la mañana salimos de dicho rancho a registrar la sierra por el rumbo del norte, tardamos hasta el pie de ella una hora, nos internamos por un cañón como media legua hasta que no pudimos más, y vimos ser escasa de madera pues sólo divisamos un manchor de pinos, y escasa de toda especie de madera y nos volvimos al rancho, al que llegamos a las diez de la mañana. Este día comimos un buen pozole de trigo con frijol, buen tasajo y elotes. Este día salimos de este rancho a las tres de la tarde para el paraje de la Zanja, a donde llegamos a las seis menos cuarto, lo primero que encontramos en este paraje que es el rancho del Cabo Verdugo (aunque en él no encontramos ninguna persona de razón) fue un gran sandial, melonal, frijolar, con una milpa de maíz de un gentil llamado Puqui, y otras a este tenor de otros gentiles que están contiguas a la milpa de los Verdugos. Acá dormimos. Día 21 salimos de la Zanja a las seis de la mañana, y llegamos a la misión de San Gabriel a las 8 y media de la mañana. Día 22 y 23 nos estuvimos en la misión de San Gabriel, a causa de la misa del domingo y lunes. Día 24 salimos de dicha misión a las 8 de la mañana, y llegamos al pueblo de Santa María de los Ángeles a las diez. Este día salimos de dicho pueblo a las cuatro de la tarde, y llegamos al Portezuelo, donde tiene Mariano Verduzco su rancho, a las 6 y media de la tarde. Día 25 salimos a las seis de la mañana para el rancho de San José de Francisco Reyes al que llegamos a las 9 y media de la mañana, y a las 3 de la tarde salimos caminando por el rumbo del oesnorueste al registro del paraje celebrado del capitán Ortega, que descubrió el año de 1776 cuando fue a la averiguación de si era verdad lo que los indios decían de haber matado los gentiles al padre Gazzet, y como a legua y media nos hallamos con un puerto muy escabroso, de modo que para subirlo y bajarlo nos fue preciso a todos el apearnos. A poco trecho de la bajada encontramos una zanjita de agua en donde paramos a las 6 de la tarde. Día 25 salimos de acá a las 6 de la mañana y a las 8 llegamos a dicho paraje; encontramos una ranchería contigua a una zanja de agua bien copiosa al pie de la tierra, la que fuimos siguiendo hasta su nacimiento, que dista como media legua, y de aquí es donde tiene su origen el río Santa Clara. Esta zanja tiene fácil saca, con la que se pueden regar algunas tierras, pero en dicho terreno no hallamos paraje apto para formar una misión fuera de que está distante de nuestro camino real más de seis leguas al norte, y tener el embarazo del puerto. Después de registrar este paraje nos volvimos al rancho que estaba como una legua, y llegamos a las once del día. Después de haber comido y dormido la siesta me dijo el sargento que unos gentiles que habían llegado al paraje donde estábamos decían que una gentilita párvula se estaba muriendo como a distancia de dos leguas, dije al señor Alférez que era preciso ir a socorrer esta necesidad, salimos del real a las cuatro de la tarde, llegamos a la ranchería llamada Juyunga, donde encontré a la parvulita ya al expirar, la bauticé, púsele el nombre de María de Jesús, la que ya se está gozando de Dios. Luego que la bauticé nos volvimos al real al que llegamos como a las siete y media de la noche. Día 26 lo gastamos en registrar todo este valle que tiene de largo como tres leguas, todo él se compone de ciénegas de las que resultan varios ojos de agua, y todos ellos juntándose forman un zanjón de agua, famoso pero inservible, por ser muy profunda su caja, e insacable el agua. Todas las tierras de este valle están sumamente empastadas pero sumamente salitrosas. Día 27 salimos de este valle a las seis de la mañana caminando todo el día por el río de Santa Clara, y a las seis y cuarto de la tarde llegamos a la ranchería de Mupu distante de esta misión como seis leguas, donde dormimos. Día 28 salimos de dicho paraje a las seis de la mañana, y llegamos a esta misión a las diez sin novedad gracias a Dios. Lo que digo a vuestra reverencia es que en esta expedición he observado que toda la gentilidad, que hay entre esta misión y la de San Gabriel por la playa, por el camino real y por la banda del norte, está aquerenciada en el pueblo de Santa María de los Ángeles, en el rancho de Mariano Verduzco, en el rancho de Reyes, y en la Zanja. Por acá no se ve otra cosa que pasar gentiles vestidos con calzones, con sombrero, con fresadas, sirviendo de arrieros a los pobladores y rancheros, de modo que, si no fuera por los gentiles, ni habría ni pueblo ni ranchos y si no que hagan la prueba, y en lo último que piensan es en reconocer a las misiones ni a los misioneros. Éste es mi sentir salvo meliori. Deseo a vuestra reverencia perfecta salud, y la mía se la ofrezco con todo corazón, para que mande a este su súbdito que lo venera y estima y su mano besa. Fray Vicente de Santa María [rúbrica] 2: # 1. F. (II) |
||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||
12. | Poder otorgado por los misioneros de California para la designación de un síndico | ^ | ||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||
Viva Jesús Los misioneros de la Nueva California, individuos del Colegio Apostólico de Propaganda Fide de San Fernando de México, y por eso súbditos de su guardián, a la sazón, el reverendo padre fray José Gasol, noticiosos de haber muerto el señor don Miguel González Calderón, síndico que era del mencionado colegio y juntamente nuestro apoderado, y de que su hermano el señor oidor don Tomás, que le ha sucedido en el sindicato, rehúsa por su empleo tomar a su cargo el poder, que de muy buena gana le daríamos, para recibir en cajas reales los sínodos, libramientos y demás limosnas pertenecientes a las misiones, o a sus ministros. Para ese fin convenimos todos, en dárselo en toda y la mejor forma, que nos permita el derecho a la persona, que dicho reverendo padre guardián y venerable discretorio del referido colegio nombraren, para que por amor de Dios nos haga ese favor y beneficio. Y para que conste, lo firmamos en esta misión de nuestro padre San Francisco a 6 de abril de 1802. Fray Fermín Francisco de Lasuen [rúbrica], fray Martín de Landaeta [rúbrica], fray Ramón Abella [rúbrica], fray José Antonio de Uria [rúbrica]. || Misión de Santa Clara a 8 de abril, fray Magín Catala [rúbrica], fray José Viader [rúbrica]. || Misión de San José y abril 8, fray Isidoro Barcenilla [rúbrica], fray Luis Gonzaga [rúbrica], Gil de Taboada [rúbrica]. || Misión de Santa Cruz a 9 de abril, fray Francisco González [rúbrica], fray Domingo Carranza [rúbrica]. || Misión de San Juan Bautista, 10 de abril, fray José Manuel de Martiarena [rúbrica], fray Domingo de Iturrate [rúbrica]. || Misión de San Carlos a 13 de abril, fray José Viñals [rúbrica], fray Baltasar Carnicer [rúbrica]. || Misión de La Soledad, y 14 de abril, fray Antonio Jayme [rúbrica], fray Mariano Payenas [rúbrica]. || Misión de San Antonio 14 de abril de 1802, fray Florencio Ibáñez [rúbrica], fray Marcelino Ciprés [rúbrica], fray Buenaventura Sirjar [rúbrica]. || Misión de San Miguel Arcángel y abril 15 de 1802, fray Juan Martín [rúbrica], fray Pedro Adriano Martínez [rúbrica]. || San Luis Obispo 16 de abril de 1802, fray José de Miguel [rúbrica], fray Luis Martínez [rúbrica]. || Purísima Concepción y abril 18 de 1802, fray Gregorio Fernández [rúbrica], fray José Antonio Calzada [rúbrica]. || Santa Bárbara 20 de abril de 1802, fray Esteban Tapia [rúbrica], fray Juan Cortés [rúbrica]. || San Buenaventura a 21 de abril de 1802, fray Vicente de Santa María [rúbrica], fray José Señán [rúbrica]. || San Fernando y 23 de abril de 1802, fray Francisco Dumat [rúbrica], fray Francisco Xavier Ulloa [rúbrica]. || San Gabriel Arcángel 23 de abril de 1802, fray Antonio Cruzado [rúbrica], fray Miguel Sánchez [rúbrica], fray Pedro de San José Esteban [rúbrica]. || Misión de San Juan Capistrano a 24 de abril de 1802, fray Juan Norberto de Santiago [rúbrica], fray José Faura [rúbrica]. || Misión de San Luis Rey a 25 de abril de 1802, fray Antonio Peyri [rúbrica], fray José García [rúbrica]. || Misión de San Diego y abril 27 de 1802, fray José Panella [rúbrica], fray José Barona [rúbrica]. Poder que los padres de California dan al discretorio para elegir síndico, etcétera. |
||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||
13. | Cuatro informes de fray Vicente de Santa María | ^ | ||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||
13 a) Informe del estado de esta misión del Seráfico Doctor San Buenaventura desde el primer día del año de 1797 hasta el último de 1798.
Resulta la diferencia de 14 hombres, y 16 mujeres más de aumento. Y en el total de almas, la de 30 más, que el año anterior. En los dos años se han celebrado entre los indios 16 matrimonios. Se han bautizado 94 y han fallecido 57. De éstos, el año anterior de 1797, falleció uno de razón. Para que lo dicho conste, lo firmamos los infrascriptos ministros hoy día 21 de enero de 1799. Fray Vicente Santa María [rúbrica] Fray José Señán [rúbrica] 13 b) Informe del estado de esta misión del Seráfico Doctor San Buenaventura, desde el primer día de el año de 1799, hasta el último de 1800.
Resulta la diferencia de 7 hombres, y 18 mujeres de disminución. Y en el total de almas, la de 25 menos, que el año anterior. En los dos años se han celebrado entre los indios 79 matrimonios. Se han bautizado 78 y han fallecido 122. Para que lo dicho conste, lo firmamos los infrascriptos ministros, hoy 26 de enero de 1801. Fray Vicente Santa María [rúbrica] Fray José Señán [rúbrica] 13 c) Informe del estado de esta misión del Seráfico Doctor San Buenaventura desde el primero día del año de 1801, hasta el último de 1802.
Resulta la diferencia de 56 hombres, y 111 mujeres de aumento. Y en el total de almas, la de 167 individuos más, que el año anterior. En los dos años se han celebrado entre los indios 79 matrimonios. Se han bautizado 375 y han fallecido 156. Para que lo dicho conste, lo firmamos los infrascriptos ministros de la referida misión hoy día 12 de enero de 1803. Fray Vicente Santa María [rúbrica] Fray José Señán [rúbrica] 13 d) Viva Jesús, María y José Informe del estado de esta misión del Seráfico Doctor San Buenaventura desde el día primero del año de 1803 hasta el último de 1804.
Resulta la diferencia de 87 hombres, y 82 mujeres de aumento. Y en el total de almas, la de 169 individuos más, que a fines de 1802. En los dos años se han celebrado entre los indios 81 matrimonios, se han bautizado 343 y entre ellos uno de la gente de razón. Han fallecido 186. Para que lo dicho conste, lo firmamos los infrascriptos ministros de la referida misión hoy día 8 de enero de 1805. Fray Vicente Santa María [rúbrica] Fray José Señán [rúbrica] |
||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||
14. | Informe de fray Vicente de Santa María | ^ | ||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||
Viva Jesús, María y José Señor gobernador: Muy señor mío: En atención al ruego y encargo de vuestra señoría en el proveído a la instancia de Francisco Ávila, la que nos ha dirigido el señor comandante del Real Presidio de Santa Bárbara don Raymundo Carrillo, reproduciendo dicho ruego y encargo. Los infraescritos ministros de esta misión del Seráfico Doctor San Buenaventura exponemos a vuestra señoría los perjuicios que se le paran a esta misión, del establecimiento de que se trata, y decimos como se sigue: Y primeramente, que para mayor claridad, y proceder con toda la ingenuidad que es propia de nuestro carácter, no podemos omitir exponer a la consideración de Vuestra Señoría que el suplicante Francisco Ávila, de ningún modo va acorde con la realidad de verdad en su instancia, antes por lo contrario enteramente errado. Dice Francisco Ávila que el paraje de Camulo (Camulus le llaman los naturales) dista de San Buenaventura como cinco leguas, y de San Fernando como siete y media. De este modo de pensar tan extraño resulta que la misión de San Fernando dista de la de Buenaventura doce leguas y media. Ahora pues, ¿a quién no admira semejante absurdo, y paradoja? Aun las avecillas que viajan por el aire se habían de reír muy bien de Francisco Ávila, si tuvieran la capacidad de entender. La misión de San Fernando, por el camino de Santa Susana, y Simi, dista de esta de San Buenaventura (según se ha estimado) veinte y dos leguas. Los dos padres de esta misión hemos andado el camino de Camulus y según nuestro leal saber y entender, dista lo mismo que el camino de Simi; y si quisiese concederse alguna tal cual más proximidad, se saldrá siempre a razón de lo mismo (tal vez de más), por ser el camino de Camulus muy malo. Lo contrario sucede con el de Simi, que es muy bueno, a excepción de la cuesta de Santa Susana, que es un tramo corto. Sea lo segundo, que el paraje de Camulus, según el propinante, más cerca está de esta misión que de la de San Fernando, pues de ésta dista siete leguas y media y de la de San Buenaventura cinco. Esta ascensión es para nosotros tan peregrina como la antecedente, pues estamos persuadidos que de San Buenaventura a Camulus hay doce o doce leguas y media. Que dicho paraje está más cerca de San Fernando que de esta misión; a más de la experiencia, lo persuaden también razones de congruencia. En el referido sitio había una ranchería llamada con el mismo nombre Camulus. Esos gentiles, su roce, trato y comunicación no le han tenido con los de por acá, sino con los de San Fernando. Ya han recibido el santo bautismo y ninguno ha venido a San Buenaventura. El idioma de aquella misión es primo diverso del de ésta, y a los gentiles de Camulus les era familiar, y nativo el de San Fernando. Luego, según lo que se observa en los indios acerca de sus idiomas, del amor que tienen a sus países, y lo que aman, la mayor proximidad a éstos, no está más cerca San Buenaventura. Ya por fin una sola cosa falta que evidenciar, para que se vea cuán erradamente procede Francisco Ávila en su instancia. Dice en ella así: “En caso forzoso de que alguno se enferme recurriremos a la misión de San Buenaventura, para el pasto espiritual sin tener que pasar río alguno” vea ahora vuestra señoría a Francisco Ávila, que recurre a San Buenaventura para el pasto espiritual, sin tener que pasar río alguno y tiene la misión tan a mano que no hay más que cinco leguas de distancia, como poco antes nos decía. ¿Con que está cerca y a mano San Buenaventura?, se halla en una distancia muy gravosa y notable para que ellos, sus mujeres y familia acudan a la santa misa con alguna cristiana frecuencia. Se halla en una distancia considerable, para que por su bella cara nos pongan encima un peso tan notable, cuando apenas podemos soportar la carga de nuestras muchas atenciones y fatigas. ¿Y para ir a San Buenaventura no hay que pasar río alguno? Abominamos, como es justo, semejantes patrañas y no debiera Francisco Ávila, ponerlas en un escrito al jefe superior, pues por el mismo caso se hace indigno de ser oído y atendido por ser su instancia afectadamente errada en todas sus partes y en nada conforme a la verdad. Aseguramos a vuestra señoría, de cierta ciencia y experiencia, que indispensablemente se ha de pasar el río de Santa Clara, un poco más arriba de las casas (muy poco) de la ranchería de Secpey, que es por donde está el paso menos mal. Este río, en tiempo de aguas y acabando de llover con alguna fuerza, no se puede pasar en dos o tres días y después, aunque se pasa, es con incomodidad manteniendo a proporción agua notable por una temporada, y lo restante del año nunca le falta agua, y no muy poca. Asimismo aseguramos que indispensablemente se ha de pasar el río de Sisá muy cerquita de la ranchería de Mupú. Este río, aunque en tiempo de secas tiene muy poca agua, en lloviendo con alguna fuerza, no puede pasarse en tres o cuatro días y habrá cuatro años el indio Antonio María Baquero, de esta misión, que porfió en pasarle; en semejante lance iba a perecer en el río a no haber tenido la fortuna de asirse de un palo, con el que fue a salir a la orilla a bastante distancia. El caballo salió primero a menor distancia. Otros pasos hay que omitimos y cogen bastante agua en siendo éstas algo abundantes. Basten los dos que se ha dicho, por ser notorios a todos menos a los ciegos voluntarios. Hemos concluido ya de hacer ver, según lo entendemos y conocemos, cuán errado va Francisco Ávila en cuanto dice a vuestra señoría en su instancia. Así se ha hecho indispensable para poder satisfacer al ruego y encargo de vuestra señoría y no vernos en la dura precisión de hablar sin tino, y levantar un castillo al aire sin cimientos, pues erratis principius errantur principiata. Así es que ha sido forzoso hacer un plan nuevo, y diametralmente opuesto al de Francisco Ávila, pero en nuestro sentir muy verdadero. Sobre esta base de la verdad (aunque a alguno le parezca hemos hablado contra nosotros mismos) ha de fundarse la razón y justicia que favorezca nuestra causa. Bien conocemos que en la distancia de cinco leguas, que cuenta Francisco Ávila de Camulus hasta San Buenaventura, favorece mucho nuestra causa, no pudiendo esta misión hacer uso de los rumbos del sur y del oeste. Pudiera la misión, como parte contraria e interesada, haberle dejado en su error y decir justamente: él se ha clavado, descendat de cruce, y no creernos obligados a desenclavarle. Sin embargo no faltan razones poderosas que favorecen los derechos de la misión, sin tener que fundarlas en un plan enteramente falso. Una de estas razones es la que acabamos de indicar. Por el rumbo del sur estamos pegados al gran charco, como vuestra señoría no ignora. El del oeste sirve de muy poco a la misión por sus empinadas, asombrosas e interminables lomerías, quebradas y andurriales. Solamente la misión puede hacer un buen uso de los rumbos del este y norte y en éstos es muy justo sea atendida. Los bienes de esta misión son muchos en ganado mayor, así vacuno como caballar, y en el vacuno puede decirse que son considerables. Los indios existentes eran a fines del año 1778. Las rancherías de gentiles de esos contornos son aún muchas, y algunas de ellas tienen bastante gentilidad, la que gracias a Dios se halla bastante movida y se va agregando a la misión, y en breves años puede esperarse caigan todos en la red evangélica y se aumente considerablemente el número de individuos de esta misión. De aquí es que parece debe atendérsele a proporción de los muchos bienes de campo con que Dios ha favorecido a esta misión y finalmente es muy justo lo sea, por hallarse atenida a solos los dos rumbos indicados. Es digno de observarse que en el tomo segundo de la Recopilación de las Leyes de Indias, en el libro 6, título 3, en donde se habla de las reducciones y pueblos de indios, parece que los reyes, nuestros señores, suponen a dichos pueblos de no muy crecido número de individuos. Así llanamente se deja entender por aquellas leyes, en las que se indica número individual. En la ley 6a., dice el señor don Felipe III: “En todos los pueblos que pasaren de cien indios, haya dos cantores, etcétera” en la ley 74, dice el mismo don Felipe III: “Si el pueblo fuese de hasta cien indios, haya un fiscal, etcétera”. Ahora pues, este mismo señor rey de gloriosa memoria, que parece supone los pueblos tan cortos, en el mismo libro sexto, en el mismo título tercero dice así en la ley 20: “Ordenamos que las estancias de ganado mayor no se puedan situar dentro de legua y media de las reducciones antiguas, y en las reducciones que de nuevo se hiciesen, haya de ser el término dos veces tanto, pena de perdida la estancia, y mitad del ganado, que en ella hubiere, y todos los dueños le tengan con buena guarda, pena de pagar el daño que hicieren: y los indios puedan matar el ganado que entrare en su tierra, sin pena alguna, etcétera”. Si a estas leyes de este augusto monarca hemos de exprimirles, sin violencia, el espíritu que vivifica, ¿en una población de más de mil indios, cuántos cantores habrá en el coro? ¿cuántos fiscales con el ropón? ¿cuántos vaqueros en el campo? ¿Y qué término le corresponde a una reducción que tiene un número crecido de indios, y en la comarca muchas rancherías de gentiles, que felizmente se van congregando y han de subsistir muy en breve con los emolumentos de ella? Si sus términos se han de regular por los de una reducción pequeña, si no se ha de multiplicar el territorio con proporción a la población, exclamaremos con el mayor dolor, con aquella sentencia del padre san Agustín en el libro 4 de Civit Dei, capítulo 15: Feliciones essent, res humanae, si omnia regna essent parva. A más de esto, el rancho de Camulus ha de ser sumamente perjudicial a esta misión, y un continuado motivo de disgustos y sinsabores. Aunque el paraje de Camulus se halla, en nuestro sentir, más distante de esta misión, que de la de San Fernando, sin embargo conocemos que la de San Buenaventura será realmente la perjudicada. El rumbo de San Fernando es malo, malísimo a inutilísimo y de consiguiente los bienes de campo de los rancheros de Camulus precisamente se han de poner hacia este lado de San Buenaventura. De aquí es que siendo el terreno muy abierto para los ganados, cuanto tengan dichos rancheros se incorporará con los bienes de la misión, y esto ocasionará muy pesadas molestias. El considerable número de ganado mayor de esta misión pastea, en gran parte, sobre la playa y en acabándose o secándose el pasto va en busca de su sustento, u otro más sabroso, adelantándose y excediéndose hacia Mugú por la misma playa. El ganado ya más distante de ella y que se extiende por el paraje llamado Saticoy en acabándose el pasto (no abunda ya en el día, este tramo de pastos y lo más es zacate cortador) se sube por la vega del río por un cañón de un anchor muy competente y llega hasta Secpey, y algunas de las manadas de yeguas hasta Camulus. Este llano de Secpey (con el pretexto de Camulus) nos persuadimos sea el que llama la atención de los Ávilas y que allí piensen poner sus animales; y cuando no lo hicieren ellos mismos en busca de pasto, y barruntando ganado, se incorporarán con ellos. El emperador don Carlos, y don Felipe II hacia al fin de la ley 54, libro 49, título 129, dicen: “Y a los indios se les dejen sus tierras, heredades y pastos de forma que no les falte lo necesario y tengan todo el alivio y descanso posible para el sustento de sus casas y familias”. Don Felipe II, en la ley 94 del mismo libro, y título, dice: “Mandamos que las estancias y tierras, que se dieren a los españoles sean sin perjuicio de los indios, y que las dadas en su perjuicio y agravio, se vuelvan a quien de derecho pertenezca”. Ahora pues, ¿quién sería el que tenga obligación a poner puertas a este gran campo, para que no se mezclen los ganados, y excusar incesantes disgustos y molestias? ¿será la misión o los Ávilas? ¿será la misión que ya de muchos años está en posesión de aprovechar este terreno, por una necesidad natural de ir los animales en busca de su sustento?, ¿o serán los Ávilas, que hoy se entrometen con las manos limpias? ¿será la misión, que tiene tantos ganados? ¿o serán los Ávilas con un número de ganado, que no puede traerse a la colación más que para amolar al prójimo? ¿será la misión, que es una comunidad de más de mil almas y a quien faltan muchas más que recoger?, ¿o será Francisco Ávila, soltero, recién salido del real servicio de su majestad, que en este corto tiempo va revolviendo de sus propios lugares, y acomodos a sus hermanos, y nos ha de revolver a todos? ¿será la misión, que se aprovecha de un terreno que ocuparon los que han recogido en su seno, y aún le ocupan en algunas partes (en este cañón de que se trata, se hallan las rancherías de Mupú, Alalehue y Secpey), los que en breve tendrá en su regazo?, ¿o será Francisco Ávila, y los suyos, que ni apariencias de hecho ni de derecho tienen para ello? Sin apartarnos de nuestro verdadero plan, hemos expuesto a vuestra señoría lo que la razón y justicia nos han dictado en el asunto de que se trata. Sin embargo, si supuesto que esta misión no puede hacer más uso que de los rumbos del norte y este, gustase vuestra señoría adoptar el plan de Francisco Ávila, y creer que tiene muy estudiado lo que afirma, de que hay cinco leguas de San Buenaventura a Camulus, no nos ofenderemos de ello, y aún quedaremos agradecidos. Si a vuestra señoría le pareciese que el plan formado por nosotros es el legítimo y verdadero, en tal caso es menester hagamos a vuestra señoría algunas súplicas. Y sea la primera que tenga vuestra señoría en gran consideración a estos pobres presbíteros, cargados de cuidados y atenciones y a quienes no hay ley, título justo ni razón para que Francisco Ávila y los suyos por su antojo, por su espíritu de vivir retirados, solos e independientes, nos pongan en la dura precisión de ir a socorrerles a doce o doce y media leguas de distancia. Si más de que en tiempo de aguas, y están crecidos los ríos, a nosotros nos será imposible el socorrerles y también a ellos el avisarnos, si en aquellos días ocurriese la necesidad. Está muy clara, y expresa la ley primera del libro 4, título 5, en que así el señor don Felipe II: “Las tierras que se hubiesen de poblar tengan buenas entradas y salidas por mar y tierra, de buenos caminos y navegación, para que se pueda entrar y salir fácilmente, comerciar y gobernar, socorrer y defender”. Sea la segunda súplica que en caso de verificarse el establecimiento de Camulus, deseamos, si es posible, se añade algún soldado más a los de la dotación de esta escolta. Cuando se nos ofrece alguna salida nos suelen dar dos soldados y alguna vez uno, según se halla la escolta. Si a los rancheros de Camulus se les ofrece alguna necesidad urgente, tendremos que salir inmediatamente y sin que haya lugar de poder recurrir al señor comandante del presidio, para que provea de escolta suficiente para tanta distancia para camino extraviado, y habiendo de pasar por la ranchería de Secpey, pues con un poco más arriba de las casas, como ya tenemos dicho, es por donde se atraviesa el río, por estar menos malo el paso. Los indios de Secpey son de la calidad, que deja entenderse, por lo que diremos a vuestra señoría. Habrá dos años salió uno de los padres de esta misión a visitar las rancherías comarcanas y para verificarlo suplicó al señor comandante del presidio la escolta, que juzgase por conveniente. En respuesta a su carta, le dice así el señor comandante (don Felipe de Goycochea): el cabo Guillermo Cota con cinco hombres escoltará a vuestra reverencia en la consabida expedición, y le encargaré mucho guarden en todo el mejor orden y proceda con el mayor cuidado y vigilancia en la ranchería de Secpey. Estos indios han dado pruebas de que no puede tenerse confianza en ellos. Lo mismo que decía don Felipe en su carta supo después dicho padre en el camino por el cabo de la partida, estos indios son los vecinos más inmediatos del paraje de Camulus y otros de más adelante aún son más de la cáscara amarga. No será poca fortuna que los rancheros de Camulus se mantengan bien armados, como dice el suplicante en su instancia, pues de lo contrario se exponen a alguna pesada burla o contingencia. Sin embargo nos sospechamos que unos en busca de ganados, otros para San Diego de fleteros con su recua, otros a San Buenaventura con alguna embajada, gran parte del tiempo quede el rancho con solas las mujeres y pobre moderno valle de Bastán, si ellas, convertidas en valerosas roncaleras, no le defienden. Finalmente deseamos que el suplicante y nuestro nuevo feligrés Francisco Ávila, soltero y de quien han llegado a nuestra noticia algunas nulidades que han sido bastante públicas, tomase el estado del santo matrimonio. Si estando entre gentes de razón y cerca de sus jefes, han sucedido lances pesados, podrán suceder mayores viviendo a su arbitrio, y en paraje tan retirado. El emperador don Carlos y la emperatriz gobernadora, en la ley 5, libro 4, título 5, hablando de los encomenderos dicen: “Y por cuanto es muy justo que todos vivan con buen ejemplo y crezcan las poblaciones: mandamos que el que tuviera a su cargo el gobierno, amoneste y persuada a los solteros a que se casen, si su edad y calidades lo permitieren, etcétera”. Tenemos dicho ya los perjuicios que el establecimiento de Camulus pueden resultar no solamente a los naturales, sino también a los padres ministros de esta misión, quienes ruegan a Dios guarde a vuestra señoría muchos años, y le conceda mucha luz y acierto para librarnos de un vecindario que nos sería tan gravoso. Misión del Seráfico Doctor Señor Buenaventura, 27 de abril de 1804.” Fray Vicente de Santa María [rúbrica] Fray José Señán [rúbrica] |
||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||
^ | ||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||
Estudios de Historia Moderna y Contemporánea de México, México, Universidad Nacional Autónoma de México, Instituto de Investigaciones Históricas, v. 2, 1967, p. 7-69.
DR © 2006. Universidad Nacional Autónoma de México, Instituto de Investigaciones Históricas